Tell me, tell me, Jesus and Humberto repeated, nothing unusual in a small town where the news flies and becomes a great gossip, small town big hell says the saying and in this case came like a ring to the finger. It turns out that this humble and attractive fishing village for many visitors was full of stories that healers like the popular Gregorio told on the boardwalk.

These old men were popular for their prayers for the evil eye, the reading of tobacco or snails and even had frequent customers attracted to know their luck from their mouths. One of them was Cruz Cepeda, the gossips say that he was seen leaving the house of the healer Gregorio several times.

It is that he could never go unnoticed with that tremendous luxury car but what can I tell you Cruz loved to brag to his acquaintances, well yes, he was a native of the town, only that he had migrated to the capital very young, he was immersed in the drug business, that's where his money came from.

In the village it was said that Cruz consulted the snails because he was very interested in finding “the burial of morocotas” so they say in the village to the treasures buried in colonial times, they say that there are many in the village. And since Cruz now owned almost the whole town, you can imagine.

Greed had changed Cruz, he treated many people badly and had even stripped them of their land, all this had made him many enemies. For a few days they stopped seeing him around town and found the healer Gregorio dead in his house.

the news spread like wildfire but contrary to what they might think Cruz Cepeda appeared for the funeral amidst the curious looks of all. As soon as he arrived the police chief addressed him and in a low voice said: “You are a suspect in the death of Mr. Gregorio so you must accompany us to the police station.

Cruz's eyes looked like daggers as he looked at the policeman but with his usual thick tone of voice he agreed arguing: He who does not owe it , does not fear it! but just let me say goodbye to Gollo as he affectionately called the deceased.

At the police station he was interrogated several times and always his version was the same, he was united by a great friendship, he felt great appreciation for the deceased gentleman but he would never have harmed him, he was innocent of such accusations. He trusted that his lawyer would help him.

At all these Bernabe a corrupt policeman was meeting with Cruz's lawyer and he handed him a briefcase full of a lot of money, Bernabe's smile was Machiavellian, he assured him everything would turn out well.

Regarding the paper found in the healer's hands, it had a strong smell of aged rum and the blood was actually paint. The next day one of the police officers went to the cell and found Cruz Cepeda hanging from the fence, in his hands a blank piece of paper...

Cuentame, cuentame, repetían Jesús y Humberto, nada raro en un pueblito donde las noticias vuelan y se convierten en un gran chisme, pueblo chiquito infierno grande reza el dicho y en este caso venía como anillo al dedo. Resulta que este pueblito pesquero humilde y atractivo para muchos visitantes estaba lleno de historias que curanderos como el popular Gregorio contaban en el malecón.

Estos ancianos eran populares por los rezos para el mal de ojo, la lectura del tabaco o de los caracoles incluso tenían clientes frecuentes atraidos por conocer su suerte de boca de estos. Uno de ellos fue Cruz Cepeda, cuentan las malas lenguas que lo vieron salir de la casa del curandero Gregorio varias veces.

Es que nunca podría pasar desapercibido con ese tremendo auto lujoso pero que les puedo decir a Cruz le encantaba presumir ante sus conocidos, pues si, el era nativo del pueblo, sólo que había emigrado a la capital muy chico, estaba inmerso en el negocio de las drogas, de allí provenía su dinero.

En el pueblo se comentaba que Cruz consultaba los caracoles debido a que estaba muy interesado en encontrar "el entierro de morocotas" así le dicen en el pueblo a los tesoros enterrados en la época colonial, cuentan que hay muchos en el pueblo. Y dado que Cruz ahora era el dueño de casi todo el pueblo, se imaginarán.

La avaricia había cambiado a Cruz, trataba mal a muchas personas e incluso les había despojado de sus tierras, todo esto le había generado muchos enemigos. Por unos días dejaron de verlo por el pueblo y encontraron al curandero Gregorio muerto en su casa.

la policía comenzó a hacer averiguaciones, al parecer había muerto de un disparo en la cabeza, encontraron un papel entre sus cosas con sólo dos palabras: "Cruz asesino".

La noticia corrió como polvora pero contrario a lo que pudieran pensar Cruz Cepeda apareció para el funeral en medio de las miradas curiosas de todos. En cuanto llegó el jefe de la policía se dirigió a el y en voz baja le dijo: Es sospechoso de la muerte del señor Gregorio por lo cual deberá acompañarnos a la estación de policía.

Los ojos de Cruz parecían dagas cuando miró al policía pero con su acostumbrado tono de voz gruesa aceptó argumentando: ¡El que no la debe , no la teme! pero sólo permitame despedir a Gollo como cariñosamente llamaba al fallecido.

En la estación de policía fue interrogado varias veces y siempre su versión era la misma, lo unía una gran amistad, sentía gran aprecio por el señor fallecido pero el nunca le habría hecho daño, era inocente de tales acusaciones. Confiaba en que su abogado le ayudaría.

A todas estas Bernabé un policía corrupto se reunía con el abogado de Cruz y este le entregó un maletín lleno de mucho dinero, la sonrisa de Bernabé era maquiavelica, le aseguró todo saldría bien.

Respecto al papel encontrado en las manos del curandero tenía un fuerte olor a ron añejo y la sangre en realidad era pintura. Al día siguiente uno de los policías se dirigió a la celda y encontró a Cruz Cepeda colgado de la reja, en sus manos un papel en blanco..