Un amanecer desde mi puesto de trabajo.

Buenos días, hoy maravilloso día, martes de carnaval en la ciudad de Caracas, municipio Baruta, Barrio santa cruz del Este, al despuntar la mañana con una temperatura, que oscila entre 17 y 18 grados centígrados, las personas que hacen vida en esta populosa localidad, aprovechan la tenue luz del día para dirigirse a sus actividades cotidianas, entre jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, descienden las escaleras con destino a las diferentes paradas de transporte que los trasladan a sus respectivos empleos, con la compañía de sus vecinos se agrupan en numerosos grupos para evitar ser objeto de delincuencia que constantemente hallan sus víctimas en este sector de la población, principalmente aquellas que ven vulnerables y solas en los callejones del barrio; se avizora a lo lejos la luna menguante como se desvanece con la claridad del día mientras recibo el ansiado mensaje de mi esposa quien me espera en casa anunciando que ya está despierta y que amanecieron bien ella y nuestros hijos, le sugiero que procure seguir descansando que dentro de poco estaré con ellos; al mismo tiempo se oye el incesable ladrido de un cachorro en la calle, que parece impaciente quizás por hambre o tal vez el frio, un día normal, común y silvestre que en otrora, yo estaría organizando las cosas para disfrutar de la grata compañía de mi familia en un viaje planificado tal vez a una playa, un rio o tal vez un parque, disfrutar de la alegría que esbozan con sus sonrisas, gritos y juegos pero tristemente la situación económica de nuestro país, solo me permite planificar y solventar el día a día, desvaneciendo así, como la luna menguante en el amanecer, mis deseos de ofrecerles momentos felices a mi amada familia ya que por ahora solo puedo enfocar mi planificación en seguir siendo uno más de esta numerosa población que se esfuerza, sacrifica y arriesga por brindarle una mejor calidad de vida a su familia, y luchar por un amanecer más desde mi puesto de trabajo.