EL VERBO “CONVIVIR” PODRÍA NO ESTARNOS TRANSMITIENDO LA MISMA IDEA A CADA UNO

Si nos basamos en la etimología, el término CONVIVENCIA sólo nos remite a “la ocupación de un único ámbito, por parte de un grupo de seres vivos”.
Sin embargo, cuando nos referimos a ella tratando de definir VALORES HUMANOS, introducimos tácitamente condiciones ideales de SOLIDARIDAD, HONESTIDAD Y RESPONSABILIDAD, a pesar de que la historia de la humanidad nos muestra fehacientemente, mediante la degradación del planeta, la infinita secuencia de guerras, la concentración de la riqueza y la vulnerabilidad actual de la salud… que el ser humano, en sus cuatro mil millones de años de existencia y por lo menos seis millones caminando erecto sobre dos extremidades, no ha cesado en sus empeños “INCONVIVENCIALES” iniciados según documentos históricos hace 4.500 años, cuando las ciudades sumerias de Lagash y Umma se enfrentaron en una guerra que duró más de un siglo.
Hemos desarrollado modelos políticos, filosofías religiosas e infinidad de cantos al amor, sin lograr desprendernos de la ambición y el interés individual que perturba la búsqueda de logros colectivos para la satisfacción de nuestras necesidades.
En este orden de ideas nos salta delante el proceder de La Naturaleza; en la cual pretendemos obstinadamente buscar patrones emulables, pero difícilmente los encontraremos en los procedimientos de obtención de alimentos de los animales salvajes ni en el crecimiento extremado de los árboles en los bosques para acaparar la luz del Sol o el ahogo de otras especies con sus raíces para reservarse su ración de suelo.
Por tanto, LA CONVIVENCIA es una dinámica producto del carácter gregario del Ser Humano y en ella hay quienes soñamos con un estado de bienestar colectivo, donde la armonía sea el estado habitual de desarrollo de nuestras vidas, basado en la salud física y espiritual, para compartir con solidaridad y honestidad las riquezas que nos ofrece nuestro planeta Tierra.
LA CONVIVENCIA ES EL ÚNICO HÁBITAT APTO PARA EL BIENESTAR INDIVIDUAL.