Parásitos S.A
Venezuela es un país donde no hay paz ni mental, aun cuando el dictador se empeñe en erigirse como máximo promotor y luchador por esa causa que ya raya en lo utópico. De hecho, más que país, esto es una fábrica gigante de parásitos. Es lo único que se produce con suma facilidad en este yermo comunista, además de delincuentes de cualquier nivel imaginable.
La crisis socialista golpeó con suma fuerza a los bolsillos productivos que había en el país. Los pocos que todavía quedan acá están buscando las maneras de escaparse como sea. Mientras ese escape no se dé, la gente de bien que intenta ganarse la vida en forma debe convivir con la escasez de todo, con la delincuencia y con que los pedigüeños quieran vivir de las caridades.
Me voy a centrar en ellos, pues son la carta de presentación de Parásitos S.A. Normalmente los ves pidiendo por ahí sin buscar trabajo o algo que les permita sustento. No conformes con eso, toman terribles decisiones como tener hijos sin estar en condiciones para su manutención.
Y no es que tienen uno nada más, sino que traen un escuadrón de infantes. De tres no baja la camada y seguro ustedes mismos habrán visto eso en la calle.
Ahí empieza la maldad.
Cuando esos niños llegan a pasar de los 5 años, ya esos padres irresponsables los dejan a su suerte y les inculcan una única cosa: pídanle lo que sea a la gente. Los hacen ir a sitios bien estratégicos: puestos de comida callejera, restaurantes, sean al aire libre o no, panaderías y cualquier abasto. En caso de ser cerrado, se ponen a esperar afuera y se le lanzan a la gente al salir con alguna compra.
Normalmente con los niños esto funciona pues, nadie en condiciones normales se negaría y la propaganda progre se encarga de victimizarlos, pero nada de hacer que dejen de pedir.
Yo tengo una experiencia con algunos de ellos en una zona cercana a donde queda mi puesto de trabajo. Unos colegas y yo veníamos de una pauta y ellos decidieron pasar por un McDonald’s. Como dije, queda cerca de donde laboro y aunque yo no pedí nada, ellos si. Había por el automac un grupo de 4 niños y mis colegas decidieron comprarles algo barato en ese momento. Luego, tomamos confianza y le preguntamos al dependiente sobre esos chamitos. Lo que nos dijo fue lapidario y se los cito:
"Esos niños nunca se van de aquí e incluso, comen mejor que cualquier cliente que tengamos en el día. Se nos dificulta sacarlos porque entran y empiezan a pedir en las mesas. A veces les damos algo pero tenemos prohibido hacerlo. Claro, la gente les da solo por ser niños".
Yo de vista conozco a algunos. Uno, de hecho, estudia bachillerato, pero la mayor parte del tiempo se la pasa pidiendo en la calle. Se incluso, que vive en un barrio donde a pie debes caminar mucho para entrar o salir.
También recuerdo que una noche, igualmente cerca de mi trabajo, decido ir a un Subway. El local estaba solo y cuando yo salgo, entran dos niños como de 10 años, pero su aspecto era más de desconfiar. Intente impedirles que entraran pero se colaron igual. Me fui pero estaba preocupado porque el dependiente quedo solo.
Al día siguiente lo veo y como quería hacer un trabajo de la indigencia para prensa, el me cuenta que suelen darles algo porque la zona está llena de vagabundos y algunos (menores incluidos) se ponen agresivos con la gente.
Entonces, tenemos no solo la posibilidad que darse un gustico en esta republiqueta comunista se vea molestada por pedigüeños, sino que además puedes salir agredido por estos parásitos que se creyeron con el derecho de tomar lo que quieran de gratis.
Yo en lo particular cerré hace tiempo la posibilidad de unirme a esa caridad que los ha malacostumbrado, y más ahora que soy víctima del comunismo, al punto de haber perdido peso y sentirme fatigado y débil por no comer debidamente gracias a la escasez.
¿Y saben? No me siento mal por negarme a darles. Y ustedes tampoco deberían sentirse mal. Ya sufrimos demasiado por culpa de una dictadura que nos arrebató lo más esencial como para que tengamos que ceder el poco fruto de nuestro esfuerzo a gente que decidió vivir a costillas de los demás sin esfuerzo alguno.
Obliguenlos a trabajar y ese sera un paso para ganar paz mental y golpear la mentalidad comunista que propicio la proliferación de parásitos.
La dictadura chavista aúpa a los parásitos. Ya Nicolás Maduro y otro de sus personeros (Jorge Rodríguez, ministro de propaganda), están avivando la matriz de opinión que aquí los servicios son gratis y que no debes trabajar por ellos, mientras que en otro país debes pagarlos trabajando. Eso es lo que intentan vendernos; que no salgamos de aquí y nos calemos mala calidad para todo, porque afuera si trabajamos tendremos calidad de vida.