Humahuaca, Argentina

Después de permanecer unos días en Purmamarca, nos dirigimos a Humahuaca. Dejamos las mochilas en el compartimiento de equipajes de la terminal de autobuses y fuimos a almorzar. Teníamos la información de un lugar donde podíamos quedarnos gratis a cambio de un alimento no perecedero, "el castillo de Raúl Especial" (nadie conocía su apellido) una persona de origen europeo que se había cansado de todo y tenía una casa en la parte superior de la ciudad. Cuando finalmente encontramos la casa (nunca entendí de dónde venía el "castillo") y conocimos al famoso Raúl (que realmente estaba muy lejos de mi imaginación), nos invitó a su casa y nos hizo leer en voz alta una especie de "reglas generales" de la coexistencia ", que especificaba que" él no era responsable de ningún acto o agresión que pudiera surgir allí y que fuésemos libres de tomar y consumir cualquier droga, mientras arrojábamos humo por la ventana ". anarquía (que en teoría parecía interesante, pero no así en la realidad de ese lugar) en la que teníamos que cuidarnos a nosotros mismos. Rápidamente nos dimos cuenta de que ya estábamos siendo observados por otros invitados oportunistas de la casa, y que ante las caras de nuestros niños, éramos presa fácil. Así que decidimos que, a pesar de la buena predisposición de un hombre así, no queríamos tener problemas con nadie y fuimos a buscar un sitio para acampar. Más tarde supimos que en ese lugar habían sacado los cadáveres producto de peleas callejeras.

Afortunadamente, después de una larga búsqueda, encontramos a un hombre que nos dijo que fuéramos a la familia Ramos. A un kilómetro de la ciudad y entre caminos de tierra, finalmente estamos con Doña Rosa. Doña Rosa y su esposo Asunción pertenecen a pueblos indígenas, más precisamente, son Omaguacas. El epicentro de esta cultura fue la Quebrada de Humahuaca, y debido a que era un punto estratégico, resistieron las invasiones inca y española. Estas tierras son actualmente muy deseadas por los empresarios para construir cabañas y complejos habitacionales, la misma Doña Rosa se enfrentó a algunos hombres que querían arrojarla de su propia tierra, peleando directamente cuerpo a cuerpo con ellos.

El campamento estaba al lado de su casa, muy cuidado, lleno de árboles y con una hermosa vista del arroyo. Durante los días que estuvimos allí, disfrutamos y aprendimos mucho. Asunción era abogado y cuando llegamos estaba haciendo su tesis en relación con el secuestro y asesinato de Moctezuma, Doña Rosa, por otro lado, estaba a cargo de enseñar en una escuela y mantener vivo el legado de la tela (en peligro de desaparecer por las razones que explicamos en la publicación anterior). Nos llenaron de experiencia y nos hicieron conscientes de su situación actual y lo difícil que es para ellos ser reconocidos como una cultura viva, a pesar de que por su trabajo, Doña Rosa fue galardonada por la Presidencia de la Nación. Nos contaron cómo hicieron dulce de leche con la fruta de un árbol (la churqui, sagrada en su cosmovisión) para lavar con uvas. Con ellos pasamos la Navidad (aunque todos los que estábamos allí no estaban interesados ​​en esa fecha) comiendo sándwiches. Y ellos fueron los que nos sugirieron que fuéramos a un pueblo cercano para ver pinturas rupestres de miles de años de antigüedad.

Así es como, y siguiendo su consejo, fuimos temprano una mañana a Coctaca, un pueblo a 10 km de Humahuaca, donde se encuentra la mayor extensión de ruinas y cimientos de la cultura Omaguaca. La ciudad parece un fantasma y aparecimos en la escena de los habitantes locales como extraños completamente extraños. El arte rupestre no es de fácil acceso, no hay signos ni mapas. Así que decidimos hablar con una de las personas locales para llegar a su destino, nos guió un niño que no tenía más de 10 años. Después de una caminata de más de dos horas por la montaña, finalmente encontramos, a 3800 msnm, la pared cubierta con pinturas rupestres. A primera vista imperceptible por el deterioro natural de los agentes de erosión y en parte, también, por el saqueo de segmentos rocosos con motivos de roca. ¡Realmente es una experiencia que te recomiendo que no te pierdas! También sugiero que visites otro refugio en la misma ciudad con grabados rupestres, que por una cuestión de tiempo, no pudimos ir.

Humahuaca fue la experiencia más enriquecedora, divertida y variada de todo el Norte de Argentina, y cuando se vayan, no se pierda el Mercadito de la ciudad (al lado del puente) donde encontrará las empanadas más sabrosas y económicas y donde pueda sentarse y disfrutar de una charla agradable con los trabajadores locales como iguales. Así es, después de una semana nos fuimos a La Quiaca no antes de recibir la bendición de Doña Rosa: que la Pachamama los acompañe.

El cactus más grande que había visto