Stravaganza - Capítulo 25

in #stravaganza6 years ago

-Anthony…yo…yo no sé - ¿acaso Anthony había desarrollado la capacidad de leerle la mente?

-Necesitamos pasar tiempo juntos – tomó asiento a su lado – tiempo de calidad. Desde que llegamos a este colegio, casi no nos hemos visto. Y las pocas veces que lo hicimos, las cosas no salieron del todo bien, y eso ha sido mi culpa lo acepto.

Ahora, las vacaciones de invierno están muy cerca, y me entristece pensar que no estaremos juntos. Supongo que pasarás las festividades en el Hogar de Pony.

-Me encantaría, Anthony, no lo niego. Pero sabes que yo no puedo decidir sobre mi tiempo o siquiera salir si no es bajo la autorización del abuelo Williams. Pensé en escribirle solicitándole permiso para visitar mi hogar en Norteamérica, pero siendo honesta, Anthony, no me siento con el derecho de hacerlo.

Costea una excelente educación en el mejor colegio de Londres, ¿y cómo se lo agradezco? Reprobando dos parciales completos. A estas alturas, la hermana Gray ya debió de haberle enviado mis calificaciones, y el abuelo Williams estará furioso, decepcionado, y pensando cómo anular mi adopción.

-Candy, no digas eso. Es la primera vez que te enfrentas a una educación de este tipo. Dudo mucho que el abuelo Williams tuviese expectativas muy altas contigo.

-Supongo que tú tampoco tenías grandes expectativas de mí en este lugar.

-Candy, yo… yo no quise decir eso. ¡Por favor, te lo ruego, no pelemos otra vez! De los males, el menor, ¿no crees? Independientemente de lo que ocurra en vacaciones, necesitamos pasar tiempo juntos. Y parece que las cosas se están acomodando a nuestro favor para que eso suceda.

-¿A qué te refieres?

-El domingo pasado mi médico me dijo que partirá una semana antes de las vacaciones decembrinas para pasar las festividades con su familia en Irlanda, por lo cual, este fin de semana será nuestra última cita. Pero olvidé comentarlo en el colegio, por lo tanto: la señora Leagan piensa que Stear, Archie y yo, nos quedaremos en el colegio, mientras que la hermana Gray, continúa convencida de que asistiré religiosamente a mi revisión dominical y no habrá nadie que me detenga en la puerta.

-Anthony – Candy se encontraba realmente sorprendida por lo temerario de su plan – eso es… sorprendente

  • Entonces, señorita White, ¿acepta tener una cita conmigo el domingo siguiente?

-Me encantaría. Pero antes hay algo que tengo que decirte, y al igual que tú, deseo que este no sea el motivo de una nueva discusión. Iré a ir a ver a Albert mañana, Patty me la ha pedido.

El rostro de Anthony no reflejaba alegría, pero por lo menos, tampoco existía vestigio de enojo.

-Resulta que todos estos meses ha tenido escondida en su habitación a una pequeña tortuga, July. Pero ahora July se resiste a comer y Patty está desesperada, ambas, mejor dicho, las tres creemos que probablemente Albert la pueda sanar, así que he prometido llevársela mañana.

-Yo – exhaló con excesiva lentitud – también creo que él podrá sanarla.

Candy sonreía, satisfecha porque la actitud de Anthony fuese de mayor apertura - ¡Oye! – Su mente se había iluminado - ¿por qué no vamos todos?

-¿A qué te refieres? – la risa estrambótica de Candy terminó por desconcertarlo.

-El siguiente domingo. Vamos todos al zoológico Blue River a ver si July ha mejorado. Patty se muere por conocer a Stear. Se la vive soñando despierta con el día que eso ocurra.

-¿Qué? – Anthony esbozaba una amplia y hermosa sonrisa, que a Candy le recordaba buenos y mejores tiempos - ¿Patty y Stear?

-¿No es fantástico?

-Es…si lo piensas bien, un tanto obvio, pero sí, fantástico.

-Y según tengo entendido, Annie y Archie tienen un asunto que han dejado pendiente por demasiado tiempo. Sería una excelente oportunidad para que todos se puedan arreglar.

-Pensaba en pasar el día solo contigo, pero una cita triple parece una estupenda idea, siempre y cuando tú y yo estemos juntos, mi amor.

-Así será, Anthony.

  • Y ahora, platícame Candy, ¿cómo te va en tus asesorías?

-Bien, la verdad es que Terry me ayudado bastante. – Con Anthony se había limitado a una escueta respuesta y optado por cambiar el tema de inmediato, pero con Albert, las cosas siempre fluían.

-¿Terry también asiste a asesorías? – Preguntó mientras alimentaba con una hoja de lechuga a la pequeña July.

-No es que lo necesite hacerlo, él es muy inteligente. Tan solo…

-Quiere estar ahí, por ti. Para ayudarte.

-Dijo que iba a encontrar la forma de demostrarme que lo que sentía por mí era sincero.

-Ayudarte a mejorar tus notas parece una excelente forma de hacerlo. – Colocó a July sobre la mesa donde Candy disfrutaba su té y la pequeña tortuga comenzó a caminar alegremente por toda la superficie. – Puedes decirle a Patty que esté tranquila, July solo necesitaba aire fresco y estirar las piernas. Tal vez a ti te ocurra lo mismo. ¿Irás a pasar las vacaciones al Hogar de Pony?

-No lo sé – contestó Candy mientras acariciaba el caparazón de July-. Para empezar, no puedo abandonar el colegio si no es bajo la autorización del abuelo Williams, y en mi actual situación, no creo estar en condiciones de solicitarle la menor concesión. Deseo con todo el corazón ver el dulce rostro de la Señorita Pony y la hermana María, saborear el delicioso ponche y jugar con los niños del hogar, pero…

-¿Pero qué? – Preguntó Albert colocándose en cuclillas para quedar a la misma altura de ella.

-Pero, por otro lado. Estas tres semanas, serían la oportunidad perfecta para estudiar y aminorar la diferencia abismal en cuestión académica del resto de los estudiantes del colegio contra mí.

-¿Con ayuda de Terry?

-Supongo que Terry debe de tener sus propios planes para Navidad.

-Dudo mucho que le requiera demasiado esfuerzo ajustarlos, por ti. Como ha hecho hasta ahora, con tal de convencerte de que lo que siente por ti es sincero.

-No lo sé, y no es por él, lo juro Albert. Siento que finalmente le he agarrado el modo a esto del estudio, y temo que de ausentarme tres semanas y abandonar los libros, pierda lo poco que he avanzado hasta ahora.

-Entiendo. Me gustaría que July se quedara conmigo toda la semana para vigilarla.

-¿Podríamos venir a visitarla el próximo domingo?

-Sabes que me encanta que me visites, pequeña.

-Y a mí estar contigo – se refugió en sus brazos.

-¿Estás segura de que quedarte es lo que quieres, Candy? – Preguntó Albert mientras le acariciaba el cabello.

-Solo estoy segura de que eso es lo que necesito para no repetir el año escolar.

–Odio la aritmética – se quejaba Candy el lunes por la noche después de examinar la hoja de ejercicios que la hermana Circe le dejara al iniciar la clase, para posteriormente excusarse y abandonar el salón de inmediato, prometiendo no demorar y que los estaría vigilando. De eso ya había transcurrido media hora.

–Déjame ver eso – Terry le arrebató la hoja que contenía el problema matemático y comenzó a leerlo con cierta dosis de fastidio - “A la señorita Jocabed, su prometido le ha obsequiado un costoso perfume francés cuyas notas de cítricos y almizcle resaltan la personalidad fina y recatada de su prometida. El frasco que alberga la exclusiva fragancia contiene la cantidad de dos onzas. ¿A cuántas gotas de perfume equivaldría dicha cantidad? La señorita Jocabed desea alagar a su novio utilizándolo de inmediato un regalo tan especial pero teme que no le alcance para llevar la fragancia el día de su compromiso formal en la fiesta que sus padres ofrecerán, si usa la cantidad de tres gotas diarias, ¿le alcanzará para utilizarlo en su compromiso en el mes de abril?”, ¡Por Dios, quién escribió esta estupidez!

-¡Terry!

-No puedes negarlo Candy, es una reverenda estupidez. Me queda claro por qué no comprendes ni una palabra de todo esto. De acuerdo, pongámoslo en términos que te sean un poco más familiares. Dices que el orfanato donde creciste era dirigido por dos mujeres, ¿correcto?

–Correcto. La señorita Pony y la hermana María.

–Y dices que siempre te pareció que las escazas provisiones y bienes materiales que llegaban al orfanato eran repartidas entre los niños del lugar de una forma casi milagrosa para que les alcanzara.

-Suena increíble, pero así era.

  • Bien, no dudo que esas dos buenas mujeres tengan excelentes relaciones con el jefe de los cielos, ¡pero! La aritmética les ayudó bastante- comenzó a dar bastantes rayones en la hoja que contenía el problema matemático que Candy debía resolver – Quitemos a la estúpida señorita Jocabed, con su estúpido perfume Francés, obsequiado por su estúpido prometido.

– ¿Podrías tratar de no decir tantas maldiciones?

–Proveen de mayor efecto mis explicaciones – le guiñó un ojo con picardía.

Así fue como los ejemplos de perfumes y demás enseres que Candy desconocía se convirtieron en harina, pan trigo, agua, leña para calentar el fuego, tela para confeccionar ropa y conforme empezaba a comprender los principios de la aritmética, rememoraba los años más felices de su vida viviendo en su amado hogar.

– ¿Cuántos metros de tela necesitaría la hermana María para vestir a las quince niñas del orfanato si ocupaba en promedio metro y medio para cada vestido?

– Veintidós metros y medio.

  • Correcto. Ahora, deberás multiplicar ese número por el precio de cada metro de tela, agregarle el costo de, los insumos, hilos y botones, y finalmente, transformar el precio de dólares a libras como hicimos en el ejercicio anterior.
    Las cosas surgían, no sabía si era su compañía, la forma que tenía de explicar las cosas, o la preciosa sonrisa que Terry le dedicaba cada vez que ella lograba resolver un problema.

-¿Sigues odiando la aritmética? – Le preguntó Terry cuando la acompañaba de regreso a su habitación.

-Un poco, pero al menos he logrado comprenderla. Gracias a ti. En verdad te lo agradezco mucho, Terry.

-Me cuesta creerlo.

-¿Por qué lo dices?

-Generalmente el agradecimiento suele ir acompañado de alguna demostración tangible de dicha gratitud.

-¿Pretendes que te construya un monumento?

-Me conformo con un beso.

-Terry…

-Aquí- señaló con su dedo índice la mejilla derecha- es un gesto justo, para demostrar la gratitud que dices sentir.

-No.

-¿Por qué no?

-Porque seguramente estás planeando algo.

-¿Cómo qué? – Se detuvieron en la esquina del corredor, una enorme planta enredadera dejaba pasar solo algunos rayos de luz de luna.

-No lo sé, contigo nunca sé qué esperar.

-Mira- giró para que Candy pusiera observar cómo tomaba la muñeca de su mano izquierda con la derecha, haciendo una burda imitación de estar maniatado – nada qué temer, lo prometo.

Estiró su rostro hacia ella cerrando los ojos. Lucía hermoso, tierno, incluso hasta vulnerable. Un mechón de cabello negro bajaba por su frete, Candy volvió a acomodárselo detrás de su oreja. Quería contemplar su hermoso rostro en su totalidad. La oscura línea que marcaban sus tupidas pestañas al cerrar los párpados, el ángulo afilado de su nariz, la poderosa barbilla. Su piel, blanca y tersa como una superficie de marfil. Detalles que la incitaban a querer besarlo, ya no solo por agradecimiento, se trataba de un genuino deseo.

Le tomó el rostro con su mano derecha, y tras elevarse sobre las puntas de sus pies, colocó un beso en la comisura de sus labios.

Antes de que Candy pudiera descender por completo sobre la planta de sus pies, Terry la tomó por la cintura volviéndola a atraer hacia él.

-Hay promesas que vale la pena romper.

Y mientras el resto de los estudiantes dormían, la luna fue testigo de uno, dos, tres, incontables besos.

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Hermoso!! 😘😘😘 simplemente hermoso!! ❤️❤️❤️ ... Kamy!! No nos abandones por favor!! 💔

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Gracias Karen un placer leerte por aquí

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