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Los cuidados del oído siempre han generado opiniones diversas. Las personas acostumbran a limpiar sus oídos con un serie de materiales que van desde los dedos, hisopos o cotonetes; implementos como llaves, ganchos, hasta lavados con agua caliente. En fin, hay varias estrategias que se usan indiscriminadamente, sin tener presente que pueden ser nocivos para este pequeño y delicado órgano; especialmente cuando no son realizados por personal especializado.

Es muy común que el paciente llegue a nuestro consultorio diciendo que tiene el oído tapado y que requiere un lavado. En primera instancia, se debe realizar un buen interrogatorio que incluya el tiempo de evolución, la presencia o no de dolor y cualquier otro síntoma concomitante. Además de las enfermedades o condiciones clínicas del paciente, son especialmente importantes las otitis a repetición, la diabetes, los síndromes clínicos en los que haya estrechez del conducto auditivo, entre otros .

Posteriormente se evaluarán las condiciones en que se encuentra el otocerumen o tapón de cerumen; si la oclusión del conducto es parcial o total y que tipo de consistencia tiene. De acuerdo a estos hallazgos se determinará el procedimiento a realizar.

_{Imágenes de la autora, durante la evaluación y extracción de otocerumen}

Los métodos más usados por los médicos para la limpieza de oídos incluyen la instilación de sustancias acuosas y/o aceitosas para ablandar la cera; los lavados de oídos y la limpieza instrumental bajo visión con el endoscopio u otoscopio. A pesar de que la primera e incluso la segunda es llevada a cabo también por el paciente o sus familiares, considero que tanto los lavados como el uso de instrumentos para remover la cera debe ser realizada únicamente por el médico especialista en otorrinolaringología, puesto que existen riesgos durante estos procedimientos si no se tienen los cuidados adecuados.

Muchas veces el personal de enfermería realiza estas irrigaciones o lavados, de forma manual o con dispositivos eléctricos (de los cuales se dispone en el mercado); sin embargo, no debería ser la regla sino la excepción.

Antes de explicar las razones de mi punto de vista quiero que conozcan algunos aspectos interesantes de la producción del cerumen:

El cerumen o cera de los oídos es un material pegajoso amarillo o marrón, incluso algo desagradable a la vista; compuesto por células de descamación epitelial y secreción de glándulas ceruminosas y sebáceas, que se encuentran en el tercio externo del conducto auditivo externo. Su función es lubricar la piel del conducto y proteger de cuerpos extraños, insectos y humedad, los cuales al introducirse en el oído provocarían cambios en el pH e infecciones bacterianas y micóticas (hongos), ya conocidos por ustedes.

Imagen de la autora. Otocerumen impactado

Esta cera es llevada fuera del oído por un mecanismo de autolimpieza mediante los cilios o vellos que se mueven en sentido externo. Al limpiar el oído con hisopos o cualquier otro material que "aplaste" los vellos, entonces desaparece o se daña este mecanismo y se comienza a acumular la secreción, tornándose seca y dura, generando una impactación y secundariamente dolor, sensación de oído tapado, tinnitus o acúfenos, mareos, dolor de cabeza, etc.

A medida que avanzamos en edad la eficacia de esta limpieza natural se deteriora, porque el movimiento de los vellos y la secreción glandular se degenera, por ello es más común que los pacientes ancianos sufran con mayor frecuencia de tapones de cera, sequedad y picor en del oído.

Son esta serie de molestos de síntomas los que producen la necesidad de limpiarse los oídos. El problema radica en querer hacerse el procedimiento uno mismo o introducir objetos extraños para lograr extraer el cerumen, con el consecuente riesgo de lesionar el conducto auditivo externo, perforar la membrana timpánica, provocar lujación de la cadena de huesecillos y generar un proceso infeccioso.

Dentro de estas lesiones una de las más comunes es la perforación traumática de la membrana timpánica, que produce dolor, sangramiento u otorragia y pérdida de la audición o hipoacusia. Todo lo cual puede mejorar si se acude a atención médica en forma temprana y recibir tratamiento adecuado; de otro modo el paciente no recuperará la integridad de la membrana timpánica, con el riesgo de presentar infecciones recurrentes e hipoacusia permanente.

_{Membrana timpánica con una perforación en cuadrante supero-externo.Imagen de la autora, capturada con Endoscopio Olympus 0°}

Cuando se realizan lavados de oídos, se debe tener en cuenta que no se usa agua sino solución fisiológica para no cambiar el pH de la piel del conducto, además debe estar a temperatura ambiente, para no irritar el oído. Por otro lado, se debe controlar la velocidad y la presión del lavado, evitando lesionar la cadena osicular (martillo, yunque y estribo), perforar la membrana timpánica, producir vértigos y alteraciones vestibulares, todo lo anterior empeorará el cuadro clínico.

Por todas estas razones es que no estoy de acuerdo con que las personas se realicen lavados de forma indiscriminada, puesto que algunos usan sustancias calientes, agua de chorro y otros elementos que pueden provocar más complicaciones que lo que podría generar un tapón de cerumen. Por ello, estos procedimientos deben reservarse para los médicos especialistas en ORL.

_{Instrumental usado para la limpieza instrumental del oído. Imagen de la autora}

En caso de que la cera esté muy cercana y a la vista en el conducto auditivo externo, es posible que el médico general o el pediatra la retiren sin riesgos. No obstante, en caso contrario es preferible referir al paciente. En algunos países en que el acceso a un médico especialista es considerado muy costoso, creo que vale la pena la atención del paciente y no someterlo a posibles complicaciones.

El ORL dispone de instrumentos pequeños, delgados y finos que le permiten extraer el otocerumen de forma delicada y con el menor riesgo de lesiones de estructuras del conduto auditivo y oído medio, además de usar una fuente de luz que idónea para utilizar ambas manos. Este procedimiento requiere un mayor cuidado y colaboración del paciente. De ser necesario o si el la piel está irritada por intentos fallidos de extracción, por miedo o dolor, se pueden colocar una mezcla de sustancias oleosas o acuosas (ceruminolíticos), para ablandar el cerumen y en una nueva cita realizar la limpieza.

Diversos son los métodos usados para realizar la limpieza del cerumen en el oído, entre los cuales se encuentran los que ablandan o desintegran la cera y los que la remueven mediante la ayuda de instrumental especial y los lavados de oído. Estos últimos deben ser realizados en pacientes adecuados, aquellos en los que los otros métodos han fallado o es tal la dureza o impactación, que no es posible extraerla de otro modo.

En mi caso particular prefiero la instilación de soluciones acuosas o aceitosas que se colocan en días sucesivos y posteriormente citar al paciente para su extracción bajo visión otoscópica o endoscópica, con la ayuda de instrumental especial; es más seguro y me permite un mejor control de las posibles complicaciones. Si aún así no es exitosa la maniobra, entonces llevaré al paciente al quirófano y bajo sedación se realizará el procedimiento. En todo caso la elección del método dependerá de la afección del paciente, de la experiencia del médico y de la comodidad de éste con respecto a la estrategia elegida.

_{Extracción de otocerumen, en quirófano bajo sedación. Imagen de la autora}

Nota: Todas las imágenes son de la autora, excepto el logo de STEM-espanol, cuyos créditos son de @abdulmath

• Benito; J, Garrido; M, Velasco; J, Mata; M, Bachiller; R, Ramírez, B. (2015). Extracción de la Cera de los oídos. Rev Pediatr Aten Primaria. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/pap/v17n67/21_colaboraciones1.pdf.

• Quiroz, J. (2013). Extracción de tapones de cerumen irrigación (lavado de oídos) en sala de curas. Revista de enfermería del trabajo.

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