Amores Fugaces de Transporte Público - Noche 5

in #steemit7 years ago (edited)

Apuesto a que por lo menos una vez en la vida esto les ha pasado.

K. llegó a la parada de transporte público, entró en el autobús que cubría la ruta hacia su casa y se sentó a esperar a que se llenara de pasajeros para que el chofer arrancara. El autobús estaba casi vacío: Un sábado en la tarde, esperar a que el transporte se llenara tardaba toda una eternidad; además, había una única unidad trabajando, últimamente era cada vez más usual que no funcionara el transporte público en el país. El clima estaba nublado y había sido una tarde de compras aburrida y decepcionante. Los altos costos de todo habían dejado a K. deprimida, pero compró todo cuanto pudo pagar sin exceder sus tarjetas. Con el aroma del pan recién comprado en el bolso, ahora esperaba que el chofer arrancara encerrada en sus pensamientos mientras sus audífonos reproducían su música favorita.

Un chico pálido de cabello despeinado, barba afeitada de dos días y apariencia algo sombría se subió a la unidad.
K. rápidamente se dió cuenta que era uno de esos chicos "frikis" por su manerade vestir, su actitud algo tímida y su forma de andar. Él era como ella y por alguna razón, los de su tipo siempre se reconocen fácilmente entre sí. A K. siempre le agradaba conseguirse a personas así en la calle, pero últimamente su estado de ánimo no era el óptimo debido a la situación país, así que K. le restó importancia al hecho y volvió a perderse en sus pensamientos y en su música. El chico dudó un momento antes de elegir dónde sentarse y tomó asiento junto a K. Ella apartó cuidadosamente las bolsas de compra para que no molestaran al otro pasajero y volvió a perderse en su tormenta de pensamientos. Quizás tomaría unos 20 o 30 minutos para que el autobús se llenara por completo y el chofer arrancara.
La brisa húmeda con olor a lluvia soplaba por la ventana del autobús mientras K. pensaba en su próxima mudanza, qué comería durante la próxima semana o qué podría comprar que sirviera de proteína para las compras que llevaba, además de cuál sería el plan de alimentación que seguiría al mudarse a un sitio en donde no tendría refrigerador...
Hasta que en una urva, su sexto sentido la hizo desviar la mirada de la ventana hacia su compañero de asiento. K. siempre se daba cuenta cuando alguien la miraba, y en aquél momento el joven friki la miraba fijamente, embelesado, como bebiéndose cada uno de sus rasgos. Al notar que K. había despegado su mirada del cristal del autobús, quitó su mirada bruscamente, "haciéndose el loco".
Pero cuando K. volvió a girarse a la ventana, volvió a mirarla, embelezado. Repitió el mismo gesto asustadizovolteó amirarlo un par de cuadras más adelante. K. se dió cuenta y no pudo evitar que una sonrisa surgiera de sus labios.
Recordó lo que era enamorarse de alguien a primera vista en un transporte público y luego no volver a ver jamás a esa persona...

Estás en el transporte público esperando a que la unidad llegue a su destino, un día aburrido y monótono, donde no sucede absolutamente nada. O en un día que ha sido terrible y estás de mal humor, te has peleado con la familia, o teha regañado el jefe, estas cansado, despeinado y sólo deseas llegar rápido a casa; pero el conductor ha tomado la decisión de conducir lo más lento posible y tardarse mucho más tiempo de la cuenta en las paradas...
Y entonces, la ven...
Entra por las puertas de aquél transporte infernal una criatura que parece haberse caído del Cielo e ilumina su día. Ésa única persona que, a diferencia de las demás a tu alrededor, logra captar tu atención y hacerte olvidar absolutamente todo lo que ha ido mal ése día. No sabes cómo ni por qué, pero el tiempo se ha detenido y ahora pasa más lentamente. Ahora te has dado cuenta de que cuando viste a aquél individuo entrar por esas puertas, contuviste la respiración, y ahora sólo puedes suspirar. Súbitamente has sido flechado por una de las criaturas más hermosas y perfectas que han sido creadas por los Dioses, y ellos la han colocado allí para mejorar tu día.
En este preciso instante no existe nada más que aquél sentimiento desenfrenado que nació súbitamente de la nada y ahora enloquece tu corazón y concentra tus pensamientos tan sólo en ésa persona.
"¿Quien será?"
"¿Cómo se llamará?"
"¿Hacia dónde irá?"
"¿Será que se da cuenta que lo estoy observando?"


Oh, y ese breve instante en el que el objetivo de tu adoración se da cuenta de que lo estás mirando y voltea a verte, ¡es mágico!. ¡Mucho más aún si te devuelve una sonrisa!
En el caso de K., se sonroja como un tomate y su reacción se nota a leguas. No puede ocultarlo y sabe que los demás lo notan. Su primera reacción es no saber dónde esconderse...
Pero luego inicia el intercambio de miradas y sonrisas. Esperas a ver si se acerará o no a preguntar tu nombre, decides su vas tú a preguntarle... Hay tantas personas y tantos asientos que los separan, ¡y tanta indesición y timidez!
Comienzas a contar los segundos y las paradas, rezando para que no se baje en la siguiente, rezando para que aquél viaje no termine...
Hasta que finalmente llega el momento menos deseado: Se enciende el bombillo de la parada y tu breve amor de subterráneo o de autobús termina con su salida hacia la puerta. O quizás eres tú quien se queda primero...
Te despides en silencio con tristeza, mientras ves su figura alejarse para nunca más volverla a ver. Si el sentimiento fue correspondido, notas también su mirada de tristeza, un suspiro o una sonrisa...
Porque también da cierta sensación de satisfacción saberse admirado, amado y deseado al mismo tiempo en un transporte público, aunque fuera por unos breves instantes. Quizás si las circunstancias fueran más amenas, otra podría ser la historia...
Y a veces es inevitable preguntarse: "¿Qué pasaría si de verdad me hubiera acercado a hablarle?
¿O qué tal si la próxima vez que me enamore en el Metro, me acerco a conocer a ésa persona...?


El "chico friki" se bajó unas 4 o 5 cuadras antes del lugar por el que había preguntado. K. ni siquiera notó cuándo se bajó del autobús. No era de la zona, probablemente se perdería antes de conseguir la dirección que buscaba y jamásse volverían a ver.
Pero K. recordó las últimas veces que se enamoró en el Metro, como aquella vez cuando vio dos hermosos jóvenes metaleros de espectaculares cuerpos y cabellos largos y sedosos, que regresaban de un concierto muy temprano en la mañana. O la vez que vió a un joven rubio de cabellos rizados, hermoso como un elfo, cuyo rostro de barba rubia rala y su camisa gris a cuadros nunca logró borrar de su memoria...

Continuará...