Ágata
Cuenta la leyenda, que un buen día Afrodita visitó el jardín más bello del mundo.
Allí encontró miles de flores de miles de colores y miles de pájaros que cantaban a coro desde las ramas de los árboles más hermosos.
Pero todo aquello era casi imperceptible debido al mal humor que se respiraba en el ambiente. Los cansados jardineros gruñían y maldecían, haciendo la estancia en el jardín de lo más deprimente e insoportable.
Afrodita, decidida a solucionar aquella inaguantable situación, arrancó con cuidado un pétalo de la más hermosa flor del jardín y lo sostuvo en su mano, cerrando el puño sobre él con suavidad. Cuando abrió la mano, surgió una pequeña criatura: Ágata.
De repente, la criatura comenzó a levitar y a revolotear por todo el parque. Por donde pasaba, dejaba su esencia en forma de una blanca estela que si la tocabas sacaba todo lo bueno de ti.
Allí pasó el primer año de su vida, bebiendo el rocío de las flores, aprendiendo de los sabios búhos y charlando con los pájaros que la acogían por la noche en sus cálidos nidos.
Pero Ágata, atraída por los múltiples encantos que el mundo guardaba más allá del jardín, decidió salir y explorar otros lugares, conocer gente nueva a la que poder regalar su esencia.
El primer acto heroico de Ágata, aunque no reconocido, fue el de Maratón. Ella decidió ayudar a Filípides en su trayecto y con su estela fue marcando el camino de alegría y optimismo que al acabarse al llegar a Atenas Filípides, extenuado, murió. Justo después de comunicar la victoria.
Y desde aquél día en el que Ágata se fugó del jardín viaja alrededor del mundo ayudando a las personas con su estela.
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