No al amor.
La vida, sin amor que arde en el pecho,
sin el temblor fugaz del deseo satisfecho,
sin el roce febril de un beso robado,
es un lienzo sereno, jamás desgastado.
Sin sexo que esclavice ni pasión que queme,
sin juegos que enreden ni vicios que entrenen,
sin la copa que embriaga o la euforia que miente,
así es la calma del alma consciente.
En la ausencia de lujos, la mente se eleva,
no hay cadenas doradas ni prisiones nuevas.
En la renuncia de todo, la paz se revela,
como un mar tranquilo que nunca se ciega.
¿Qué es la soledad si no una maestra?
En su aula de silencio, el alma se resta
y encuentra en su centro un núcleo brillante:
libertad absoluta, puro y radiante.
La vida sin dueños, sin nada que oprima,
es un río que fluye sin buscar la cima.
Es el gozo sereno de estar con uno mismo,
un faro que brilla en el denso abismo.
Que el 2025 sea un año de hallazgos,
de descubrir en la soledad sus regalos.
Que aprendas que en el eco de tu voz callada
vive la esencia que nunca se apaga.
Sin miedo al vacío, sin temor al instante,
sin buscar refugio en lo efímero y errante.
La soledad no es cárcel, es una elección,
la puerta a un reino de plena conexión.
Así que brinda, no con vino, sino con el alma,
por una vida sin ruido, por una vida en calma.
Solo descubrirlo es para valientes.