La eternidad

La eternidad es como un vacío sin final, un camino estéril sin nada que tomar al pasar. Los lamentos son agudos y no hay ningún sistema que los capte. Se han alejado los días de la risa; mira para otro lado quien decía ayudarte. El solo estar es irremediable. No hay nada, ninguna ilusión factible; todas fallaron. Un sinfín de desilusión rodea mis días, y ya estoy pensando que no hay más lugar en esta vida para mí.

Hay que hacerse fuerte, siempre entender, decir "está bien, algo pasará, algo mejorará". Y parece que los vientos recios no se detienen, que el sinfín del pasado no hace más que alcanzarme y darme un ataque de vergüenza, llenándome de vacío. Antes creía en todo; ahora ya no creo en nada.

Parece que estoy envuelto en soledad, y es mía, aislada, una que no le llama la atención a nadie en este mundo entero. Así es esta parte de mi vida: no hay manera de vivir sin sufrir. La intensa soledad es una tumba aterradora. Y así es: no hay refugio, rescate, sensibilidad, ni siquiera lástima para este pobre diablo que al final soy yo.

Solo quiero que pasen los días rápido, porque parece que el solo despertar es un reinicio, un volver al pozo, aunque tarde unos minutos en caer. Ojalá hubiera un salvador, alguien que me dijera "por ahí es", que me guiara a otro rumbo. Pero no hay tal voz ni opción descubierta. Parece que todas las salidas están bloqueadas.

¿Y qué más haré? Solo el tiempo lo sabrá, si es que al tiempo le importa lo que ocurre. Aunque creo que el tiempo ya no existe, porque no hay nada donde refecharlo: un estar sin lugar, sin donde descansar el alma.