Mientras Nadie nos ve

Leo vivía solo en un cómodo apartamento de dos habitaciones, de manera que tenía espacio suficiente para convivir con alguien más, motivo por el cual le ofrece parte de su morada a una prima que venia de otra ciudad, ella acepta de inmediato y una vez instalada tratan de ponerse al día en su vida personal.

Al tiempo todo marchaba estupendamente bien pero había algo que la intrigaba, en varias oportunidades se había percatado que su primo la miraba de manera diferente, que sus ojos recorrían sus senos, sus muslos o su entrepierna de vez en cuando; no le molestaba ni le incomodaba, al contrario a ella le gustaba sentirse deseada.

Ya llevaba tiempo en la nueva ciudad y aún no había conocido quien le quitara el sueño pero estaba rodeada de malos pensamientos, así que se fue temprano a su habitación para jugar un rato a solas.

En un segundo había conseguido safarse del pantalón de su primo, él estaba en silencio con la mirada fija en ella, ella frotaba su miembro por encima del bóxer y éste se iba endureciendo cada vez mas; logró quitarle el bóxer dejando su intimidad dura al aire, lo observó por un segundo y lo apretó con su mano, titubeando el pregunto: ¿te gusta? y ella respondió en señal de aprobación con un suave “ajaaa” y comenzó a mover su mano, el quiso seguir con el interrogatorio pero la manera con la que ella movía la mano no lo dejaba hablar y poco a poco se fue quedando en silencio para comenzar a jadear.

Ella aumentaba su excitación mientras el respiraba profundamente y cerraba los ojos, soltó su miembro, se dio vuelta y muy despacio fue penetrando aquel pene erecto en su culo y comenzó a moverse suavemente de una lado a otro mientras frotaba sus senos; él le acariciaba la espalda, la agarraba de sus caderas, el cabello, el cuello, rozaba sus labios y ella lamía sus dedos con la lengua, él bajaba su mano por todo su cuerpo y frotaba su clítoris ágilmente. Estuvieron así por un largo tiempo hasta que ella jadeando y gimiendo llegó al punto deseado y cuando sintió que el se iba a correr rápidamente sacó el pene de su culo que aún seguía rojo, hinchado y muy duro y se lo llevo a la boca; lo sacaba y metía de su boca una y otra vez, succionando fuertemente y rozándolo simultáneamente con su lengua.

Él se estremecía y gemía aún mas y cuando ya no pudo contenerse la agarró fuertemente por el cabello, ella supo que él había llegado, recibió todo su jugo en su boca y aún así seguía succionando, él poco a poco se fue calmando y al quedar quieto ella se retiro, se limpió la última gota que quedaba en sus labios mientras clavaba su mirada en él.