Las profecías de Chico Xavier para el 2019
El periódico Folha Espírita de mayo de 2011 trae una revelación hecha en 1986, por el médium Francisco Cândido Xavier sobre el futuro reservado al planeta Tierra y a todos sus habitantes en los próximos años.
La revelación fue hecha a Geraldo Lemos Neto, fundador de la Casa de Chico Xavier, de Pedro Leopoldo (MG) y de la Vinha de Luz Editora, pero solo ahora él se ha decidido a hablar. Lo “chistoso” es que al comienzo de la lectura no di mucho crédito a esa “profecía”, pero según leía, me fui poniendo muy serio. Ello porque las partes que remarqué en negrita coinciden EXACTAMENTE con lo que Oráculo nos había dicho en las últimas décadas.
Mucho de lo que ella decía lo he compartido en inserciones y comentarios en el blog antiguo (los comentarios se perdieron para siempre, pero algunas personas todavía recuerdan lo que dije, incluso una imagen de lo que ella decía se me quedó en la cabeza, de que llegaría la hora en que sería preciso abatir navíos de refugiados en las costas brasileñas para evitar un colapso. Esto coincide con lo que el texto indica, de que habría una ‘ONU’ controlando la ocupación de Brasil, y no dudo de que su brazo militar tome medidas extremas para preservar una ocupación ‘ordenada’ de refugiados que vienen a Brasil ¿no es cierto?). Las inserciones aún andan por ahí, o aún serán publicadas (una de ellas, de 2004 fue publicada ahora, y se refiere a futuros equipamientos para comunicarse con el mundo de los muertos).
Y mucho de lo que ella decía ya debía haber ocurrido, en torno al fin del milenio y comienzo de la década, pero no ocurrió por motivos que ni él sabía. Este es un resumen de los puntos interesantes del texto, que en su integridad puede leerse en el ejemplar nº 439, año XXXV, de mayo de 2011 del periódico Folha Espírita: “Hace mucho arrastro conmigo este fardo, y siempre me he preocupado en el sentido de que Chico Xavier no me diría todo lo que relato en esta edición de la Folha Espírita porque sí, sino con una finalidad específica.
Con ocasión de la charla que describo en las páginas siguientes, advertí que mi mente estaba recibiendo un tratamiento mnemónico diferente, para que no llegase a olvidar aquellas palabras proféticas, y que, en momento oportuno del futuro, yo estaría llamado a dar testimonio de ellas.
Tuve la felicidad de convivir en la intimidad con Chico Xavier, dialogando con él incontables veces, madrugada adentro, sobre variados temas de nuestro común interés, notablemente sobre esclarecimientos palpitantes acerca de la Doctrina de los Espíritus y del Evangelio de Jesús.
Uno de esos temas fue el relativo al Apocalipsis, del Nuevo Testamento. Desde entonces, en nuestros coloquios, Chico Xavier tenía siempre una u otra palabra esclarecedora sobre esa cuestión, puntualizando este o aquel versículo y haciéndome comprender, poco a poco, el momento de transición por el cual pasa nuestro orbe planetario, camino de la regeneración”. En una de tales conversaciones, recordando el libro Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio, escrito por el espíritu Humberto de Campos, Lemos Neto exteriorizó ante Chico su duda en cuanto al título del libro, toda vez que por aquella época, a mediados de la década de los 80, Brasil aún vivía a vueltas con la hiperinflación, la miseria, el hambre, las grandes disparidades sociales, el descontrol político y económico, sin mencionar los escándalos de corrupción y el atraso cultural. “Me acuerdo como si fuera hoy, de la expresión sorprendida de Chico contestándome: “Vaya, Geraldinho, ¿lo que quieres son privilegios para la Patria del Evangelio, cuando el fundador del Evangelio, que es Nuestro Señor Jesucristo, vivió en la pobreza, rodeado de enfermos y necesitados de toda clase, experimentó toda suerte de vicisitudes y persecuciones para ser sometido a suplicio casi abandonado por sus amigos más cercanos y morir crucificado entre dos ladrones? No olvidemos que el fundador del Evangelio atravesó toda clase de probaciones, padeció el martirio de la cruz, ¡pero después dejó la cruz y resucitó para la Vida Inmortal! Esto debe servir de guía para la Patria del Evangelio.
¡Un día habremos de resucitar de las cenizas de nuestro propio sacrificio para demostrar al mundo entero la inmortalidad gloriosa!” En la secuencia de nuestra conversación pregunté a Chico qué es lo que él quería decir exactamente respecto del sacrificio de Brasil. ¿Estaría él prediciendo el futuro de nuestra nación y del mundo? Chico pensó un poco, como si estuviese vislumbrando escenas distantes y, tras cierto tiempo, retornó para decirnos: “¿Te acuerdas, Geraldinho, del libro de Emmanuel Camino a la Luz? En las páginas finales de la narrativa, en el cap. XXIV, cuyo título es El Espiritismo y las Grandes Transiciones, en él Emmanuel afirmaba que los espíritus abnegados y esclarecidos hablaban de una nueva reunión de la comunidad de las potencias angélicas del Sistema Solar, uno de cuyos miembros divinos es Jesús, y que la sociedad celeste se reuniría por tercera vez en la atmósfera terrestre desde que Cristo recibió la sagrada misión de redimir nuestra humanidad, para en fin, decidir nuevamente sobre los destinos de nuestro mundo”.
Pues bien, Emmanuel escribió esto en los idos de 1938 y estoy informado de que esa reunión de hecho ya se ha verificado. Tuvo lugar cuando el hombre finalmente ingresó en la comunidad planetaria, dejando el suelo del mundo terrestre para pisar por primera vez el suelo lunar. El hombre, por su propio esfuerzo, conquistó el derecho y la posibilidad de viajar hasta la Luna, hecho que se materializó el 20 de julio de 1969. En aquella ocasión, el Gobernador Espiritual de la Tierra, que es Nuestro Señor Jesucristo, escuchando la súplica de otros seres angelicales de nuestro Sistema Solar, había convocado una reunión destinada a deliberar sobre el futuro de nuestro planeta. Lo que puedo decirte, Geraldinho, es que después de muchos diálogos y debates entre ellos, se dieron diversas sugerencias y, al final del celeste cónclave, la bondad de Jesús decidió conceder una última oportunidad a la comunidad terráquea, una última moratoria para la actual civilización en el planeta Tierra.
Todas las obligaciones kármicas que estaba previsto sucediesen al final del siglo XX quedaron entonces en suspenso, por la Misericordia de los Cielos, para que nuestro mundo tuviese una última oportunidad de progreso moral. Lo curioso es que se puede reconocer en los Evangelios y en el Apocalipsis exactamente este período actual, el que estamos viviendo, como la undécima hora, o la hora postrera, o incluso la llamada última hora. Le pregunté sobre cuáles habían sido entonces las deliberaciones de Jesús, y él me respondió: “Nuestro Señor deliberó conceder una moratoria de 50 años a la sociedad terrena, a comenzar el 20 de julio de 1969, y, por tanto, a terminar en julio de 2019.
Ordenó Jesús, entonces, que sus emisarios celestes se empeñasen más directamente en el mantenimiento de la paz entre los pueblos y las naciones terrestres, con la finalidad de colaborar para que nosotros ingresásemos más rápidamente en la comunidad planetaria del Sistema Solar como mundo más regenerado, al final de ese período. Algunas potencias angélicas de otros orbes de nuestro Sistema Solar sospecharon de la dilación del plazo extra, y fue entonces cuando Jesús, en su sabiduría, decidió imponer una condición a los hombres y las naciones de la vanguardia terrestre. Según la imposición de Cristo, las naciones más desarrolladas y responsables de la Tierra deberían aprender a soportarse unas a otras, respetando las diferencias entre ellas, absteniéndose de lanzarse a una guerra de exterminio nuclear.
La faz de la Tierra debería evitar a toda costa la llamada III Guerra Mundial. Según la deliberación de Cristo, si, y únicamente en ese caso, si las naciones terrenas, durante este período de 50 años, aprendiesen el arte de la buena convivencia y de la fraternidad, evitando una guerra de destrucción nuclear, el mundo terrestre estaría por fin admitido en la comunidad planetaria del Sistema Solar como mundo en regeneración. ¡Ninguno de nosotros puede anticipar, Geraldinho, los adelantos que pueden producirse a partir de esa fecha de julio de 2019, conque solo sepamos defender la paz entre nuestras naciones más desarrolladas y cultas!”
Pregunté a Chico entonces a qué adelantos se refería y me contestó: “Nosotros alcanzaremos la solución para todos los problemas de orden social, como la solución para la pobreza y el hambre, que serán extinguidas; habremos descubierto la cura de todas las enfermedades del cuerpo físico por la manipulación genética en los adelantos de la Medicina; el hombre terrestre tendrá amplio y total acceso a la información y a la cultura, que se hará más generalizada; también nuestros hermanos de otros planetas más adelantados tendrán permiso expreso de Jesús para presentársenos abiertamente, colaborando con nosotros y ofreciéndonos tecnologías nuevas, hasta entonces inimaginables para nuestra fase actual de desarrollo científico; habremos de fabricar aparatos que nos facilitarán el contacto con las esferas desencarnadas, haciendo posible nuestra añorada conversación con los seres queridos que ya han partido para ultratumba; en fin, estaríamos ante un mundo nuevo, una nueva Tierra, una gloriosa fase de espiritualización y belleza para los destinos de nuestro planeta.”
Fue entonces cuando, haciendo las veces de abogado del diablo, le pregunté: Chico, hasta ahora me has hablado únicamente de la mejor hipótesis, que es esa en que la humanidad terrestre permanecería en paz hasta el fin de aquel período de 50 años. Pero ¿y si ocurre el caso de que las naciones terrestres se lancen a una guerra nuclear? “¡Ah! Geraldinho, en caso de que la humanidad encarnada decida seguir el infeliz camino de la III Guerra mundial, una guerra nuclear de consecuencias imprevisibles y desastrosas, entonces la propia madre Tierra, bajo los auspicios de la Vida Mayor, reaccionará con violencia imprevista por nuestros hombres de ciencia.
El hombre empezaría la III Guerra, pero quienes la terminarían serían las fuerzas telúricas de la naturaleza, de la propia Tierra, harta de los desmanes humanos, y nos enfrentaríamos entonces a terremotos gigantescos; maremotos y olas (tsunamis) consiguientes; veríamos la explosión de volcanes extinguidos hace mucho; nos enfrentaríamos a deshielos arrasadores que avasallarían los polos del globo con trágicos resultados para las zonas costeras, debido a la elevación de los mares; y, en este caso, las cenizas volcánicas asociadas a las irradiaciones nucleares nefastas acabarían por volver totalmente inhabitable todo el Hemisferio Norte de nuestro globo terrestre.”Pero ¿qué pasaría específicamente con Brasil? Según el médium, “en ambas situaciones Brasil cumplirá su papel en el gran proceso de espiritualización planetaria.
En la mejor de las hipótesis, nuestra nación crecerá en importancia sociocultural, política y económica para ante la comunidad de las naciones. No solo seremos el granero alimenticio y de materias primas para el mundo, sino además la gran fuente energética, con el descubrimiento de enormes reservas petrolíferas que harán de la Petrobrás una de las mayores empresas del mundo. Brasil crecerá a pasos agigantados y ocupará importante papel en el escenario global; esto traerá como consecuencia la elevación de la cultura brasileña al escenario internacional y, a remolque, los libros del Espiritismo Cristiano que aquí han tenido suelo fértil en su desarrollo, llegarán a ser de interés también para las demás naciones. Ahora bien, caso ocurra la peor hipótesis, en la cual el Hemisferio Norte se vuelve inhabitable, grandes flujos migratorios se formarían entonces hacia el Hemisferio Sur, donde se sitúa Brasil que, entonces, sería llamado más directamente a desempeñar su papel del Patria del Evangelio, siendo ejemplo de amor y renuncia, de perdón y comprensión espiritual para ante los pueblos migrantes.
La Nueva Era de la Tierra, en este caso, tardaría más tiempo en llegar con todo su esplendor de conquistas científicas y morales, porque sería necesario otro largo período de reconstrucción de nuestras naciones y sociedades, obligadas a reorganizarse en sus fundamentos más básicos.” Según lo que Chico me reveló, lo que quedase de la ONU acabaría por decidir la invasión de las naciones del Hemisferio Sur, incluyendo aquí obviamente el Brasil y lo restante de América del Sur, Australia y el sur de África, a fin de que nuestras naciones fuesen ocupadas militarmente y divididas entre los supervivientes del holocausto en el Hemisferio Norte. Ahí es cuando nosotros, los brasileños, seríamos llamados a dar ejemplo de verdadera fraternidad cristiana, comprendiendo que nuestros hermanos del Norte, aunque invasores “manu militari”, no dejarían de estar sobrecargados y afligidos por las consecuencias nefastas de la guerra y de las hecatombes telúricas, y, por tanto, aun así, deberían ser considerados hermanos nuestros del camino, necesitados de apoyo y amparo, comprensión y amor.
En ese punto de la conversación, Chico hizo una pausa narrativa y completó: “Nuestro Brasil como lo conocemos hoy será entonces desfigurado y dividido en cuatro naciones distintas. Solamente una cuarta parte de nuestro territorio permanecerá siendo nuestro y a los brasileños solo les quedarán los Estados del Sureste, añadidos a Goiás y al Distrito Federal. Los norteamericanos, canadienses y mejicanos ocuparán los Estados de la Región Norte del País, en sintonía con Colombia y Venezuela.
Los europeos vendrán a ocupar los Estados de la Región Sur del Brasil, uniéndolos a Uruguay, Argentina y Chile. Los asiáticos, en especial los chinos, japoneses y coreanos, vendrán a ocupar nuestro Centro-Oeste, en conexión con Paraguay, Bolivia y Perú. Y, por último, los Estados del Nordeste brasileño serán ocupados por los rusos y los pueblos eslavos. Nosotros no podemos olvidar que todo ese intrincado proceso tiene su ascendencia espiritual y estamos obligados a reconocer que tenemos mucho que aprender con los pueblos invasores.
Veamos, por ejemplo: los norteamericanos pueden enseñarnos el respeto a las leyes, el amor al derecho, a la ciencia y al trabajo. Los europeos, de forma general, podrán traernos el amor a la filosofía, a la música erudita, a la educación, a la historia y a la cultura. Los asiáticos podrán incorporar a nuestra gente sus más altas nociones de respeto al deber, a la disciplina, al honor, a los ancianos y a las tradiciones milenarias.
Y, entonces, por último, nosotros los brasileños les ofreceremos a ellos, nuestros hermanos en la carne, los más altos valores de espiritualidad que, por merced de Dios, atesoramos en el corazón fraterno y amigo de nuestra gente sencilla y humilde, esa gente buena que se ha reencarnado en la gran nación brasileña para dar cumplimiento a los designios de Dios y demostrar a todos los pueblos del planeta la fe en la Vida Superior, testimoniando la continuidad de la vida ultratumba y el ejercicio sereno y noble de la mediumnidad con Jesús.” Según Chico Xavier, Brasil no tendrá privilegios y sufrirá asimismo los efectos de terremotos y tsunamis, especialmente en las zonas costeras. Ocurre que, según el médium, el impacto por aquí será bastante menor si comparado con lo que sobrevendrá en el Hemisferio Norte del planeta.
Otra decisión de los benefactores espirituales de la Vida Mayor fue la que determinó que, tras el amanecer del año 2000 de la Era Cristiana, los espíritus empedernidos en el mal y en la ignorancia ya no volverían a recibir permiso para reencarnarse en la faz de la Tierra. Reencarnarse aquí, a partir de esa fecha, equivaldría a un valioso premio justo, destinado tan solo a los espíritus más fuertes y preparados, que hayan sabido atesorar, en el transcurso de múltiples reencarnaciones, conquistas espirituales relevantes como la mansedumbre, la dulzura, el amor a la paz y a la concordia fraternal entre pueblos y naciones.
Se insiere dentro de esa programación de orden superior la propia reencarnación del mentor espiritual de Chico Xavier, el espíritu Emmanuel, que, de hecho, vino a renacer, según informó Chico a varios amigos más cercanos, exactamente en el año 2000. Todos los demás espíritus, recalcitrantes en el mal, serían entonces, a partir de 2000, encaminados forzosamente a la reencarnación en mundos más atrasados, de expiaciones y pruebas asperísimas, o incluso en mundos primitivos, vivenciando aún la fase del hombre de las cavernas, para poder purgar sus desmanes y su insumisión a los designios superiores. Chico Xavier tenía conocimiento de esos mundos a donde esos espíritus renitentes estarían siendo deportados.
Según él, el más grande de tales planetas se llamaría Kíron o Quíron. El propio Emmanuel, a través de Chico Xavier, respondiendo a una entrevista ya publicada en libro, nos dice que las profecías son reveladas a los hombres para que no se vean cumplidas. Son, en realidad, un gran aviso espiritual para que nos mejoremos, y alejemos de nosotros la hipótesis del peor camino.
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