Wale’kerú – Relato basado en una leyenda wayuu
Wale’kerú era una niña de unos 10 años, a quien le gustaba salir por las noches de su vivienda para contemplar el paisaje árido de la Península Guajira en los alrededores de la ranchería donde vivía su familia.
Una noche, ella se quedó contemplando entre los cardones a una araña que tejía con avidez y esmero su red de hilos plateados que brillaban tornasolados con la luz de la luna llena. Queriendo atrapar a la araña, esta salta y se le posa sobre el cuello, sintiendo la intensidad de la mordida. Wale´kerú se acostó en el suelo y respira profundo para contener el dolor y no despertar a su familia que la reprendería por salir a esas horas fuera de su casa. Tratando de relajarse, se queda dormida.
Horas después, oye gritos de dolor y ve que su casa comienza a incendiarse. Ve a varios alijunas, hombres no wayuu, que salen de la ranchería en mulas y caballos, llevándose el botín de lo robado a su familia, su ganado y quizás los collares y mantas que su mamá y su abuela atesoraban. El calor y el humo no la incomodaba tanto como el ver las llamas consumiendo el techo de paja y cañas. Pensó en su madre y su abuela, sus cuatro hermanos y su tío materno quien los protegía ¿Sería correcto volver a ver qué pasó?¿Y si vuelven los alijunas?
Decidió correr al lado opuesto por donde se fueron los malhechores. Tenía otros familiares que pertenecían al clan, pero no tenía idea de cómo llegar a encontrarlos. Atravesó parte del desierto y después de caminar todo el día, encontró un jagüey (pequeña laguna formada por el agua de las lluvias) y unos árboles de cují inmensos. Decidió pernoctar ahí esa noche y algunas más.
…
Durante el funeral del anciano del clan de los Uliana, su sobrino, un joven cazador y pastor, salió a buscar unos chivos para sacrificarlos y darle de comer a la familia que se reunía en la ranchería desde hace tres días. Al dirigirse al corral, vio una niña que lo observaba entre los cactus − ¡Quién eres, qué haces aquí?− Le inquirió. – Soy Wale’kerú, no tengo a nadie y tengo mucha hambre.
Wale’kerú le contó su historia y de cómo sobrevivió por semanas caminando y escondiéndose para no ser atrapada por los alijunas. El cazador decidió llevarla hasta la ranchería y presentársela a sus hermanas. Una de ellas dijo que no era el momento de atender a una niña sin familia. La otra dijo que de no pertenecer a un clan conocido, no habría forma de encontrarle una pareja ¿Quién daría una dote por ella? El cazador pidió a su abuela para que intercediera y convenció a las hermanas para que le enseñara a la niña a hacer las tareas del hogar y así ella podría ayudarlas.
Dos años después, Wale’kerú tuvo su primera menstruación y las hermanas del cazador la encerraron en una habitación aislada por varios días sin bañarse y sin poder salir, como es costumbre en la cultura wayuu. La obligaron a permanecer acostada en un chinchorro (hamaca tejida) colgado tan alto que casi llegaba al techo. Al entrar a la pieza, le dieron de beber un mejunje de hierbas amargas para purificarla.
A la tercera noche, casi sin comer y agobiada por el calor que le producían los bebedizos, Wale´kerú vio una araña que bajaba del techo y se suspendió ante sus ojos, no entendió después si lo vio realmente o lo soñó, pero recordó que el arácnido le habló con voz de mujer. Parecía la voz de su abuela y le decía que ella tendrá el tiempo necesario en ese clan para enseñarles a tejer como lo aprendieron las mujeres de su familia, dejando con ello su legado. Que regresaría con ellos a su tiempo justo, pues no le será permitido mezclarse con otro linaje.
Al sexto día, las hermanas del cazador la sacaron de la habitación y la obligaron a bañarse. Desde entonces, se le prohibió salir de la ranchería. Desde que llegó a esa casa, ella fue solo su sirvienta y esas mujeres le trataron siempre con desdén. En las siguientes semanas, descubrieron su habilidad para el tejido, nunca habían visto algo igual. Con rapidez y peculiar creatividad, tejía chinchorros, mochilas, fajas, guayucos y mantas, prácticamente con cualquier material. Luego, sus tejidos eran elaborados con un material más suave y fino como seda y algodón. Todo esto lo hacía a medianoche cuando todos dormían y nadie se daba cuenta cuando de su boca salían los hilos que utilizaba para los tejidos..
Las hermanas mostraban al cazador los tejidos como si fueran propios. Pero pronto se dio cuenta que era Wale´kerú quien hacía esas confecciones al verla una noche frente al telar en la enramada, el techado trasero de la casa. Le mostró una mochila con el dibujo de un gato salvaje, que simbolizaba al clan de los Uliana. El cazador maravillado, mostraba a las mujeres del clan las hermosas confecciones. Llevaba con orgullo una faja con el dibujo de siete arañas. Wale’kerú le explicó que representaba a su familia; la araña grande era su tio materno, dos arañas medianas simbolizaban a su mamá y su abuela, y las arañas pequeñas eran sus cuatro hermanos. Ella le dijo: “Esta era mi familia. Ahora usted lo es y por eso se lo regalo, para que sienta el cariño y respeto que le tengo”.
Pasaron dos años y el cazador apreciaba el cambio de la niña a mujer, de hermosa figura y con aroma del despertar sexual. Ya no podía seguir contemplándola como la niña que fue, como una hija adoptiva. Un atardecer de febrero, el cazador salió a vigilar a Wale’kerú y observó que se sentó debajo del cují y en un cuenco mezcló arcilla e hierbas, moliéndolas con una piedra. Vio que de su boca salían hilos y los colocaba en la mezcla para teñirlos. Pensó que los mojaba en saliva para que se adhiriera el tinte. Se acercó a ella y tocó su suave cabello que bailaba con la áaspera brisa. Hizo que se levantara y al tratar de abrazarla, una luz salió de ella y desapareció, quedándole en las manos una redecilla pegajosa de telaraña. Trató de buscarla con la mirada y divisó una araña que se subía al árbol de cují.
Wale’kerú había regresado a una fase intermedia para encontrarse nuevamente con los suyos, viviendo como araña. Los wayuus siempre mencionarían en sus narraciones orales de generación en generación, que fue una Wale'ker, una araña, quien les enseñó el arte del tejido.
Nota de la autora
Los wayuu, o guajiros como los conocemos los alijuna o no guajiros, son una etnia autóctona del occidente venezolano y el norte colombiano. Viven en rancherías o territorios que se identifican por clanes. Cada clan es simbolizado por un animal. La sociedad wayuu es matriarcal, de mujeres trabajadoras y la figura del padre es ejercida por el tío materno mayor.
He leído y escuchado varias versiones de la leyenda del origen de los tejidos de los wayuu. En este relato, he querido presentar algunas costumbres de su cultura como lo es el “blanqueo” o iniciación de la adolescente en su paso de niña a mujer después de la menarquia. Invito a los usuarios a investigar sobre la interesante cultura y narrativa de la etnia wayuu.
Magistral tu cuento, me encantó. Sobre todo la parte de como fabricaba los tejidos. Abrazos ;)
Gracias, querida amiga. Siempre es grato contar con tu visita después de mi ausencia durante tres semanas. Espero sacar algo de tiempo y una buena conexión para seguir produciendo contenidos. Un abrazo.
Me encantó tanto que la iré a investigar, de no ser por tu lectura no me abría dado cuenta de cuán increíble puede llegar a ser una cultura para que nos atrapé y nos lleve al interés de saber más.
Me alegra saber que he contribuido a tu interés por conocer la cultura wayuu. Gracias polr la lectura y tus comentarios
Saludos, complaciendo una petición suya de caricaturizar a Hermann Hesse, en un comentario que hizo del post de la caricatura de Rudyard Kippling, efectivamente dibujé una para complacer su petición y me votaron las ballenitas.
Aquí está su caricatura de Hesse.
Pues a mi me ha encantado todo, me lo ha pasado genial leyendo, he fluido y me parece maravilloso sacar costumbres y tradiciones. Gracias por compartir el equipo Cervantes apoyando a la comunidad.
Gracias a ti, mi querido Sancho. De cuando en vez hay que dedicarle atención a las tradiciones y costumbres de las diferentes culturas y etnias. Allí hay mucho material artístico qué disfrutar. Los wayuu son la etnia más numerosa en Colombia y Venezuela, y muchos de ellos viven y trabajan en las ciudades como cualquiera de nosotros, conservando aún algunas tradiciones.
Excelente tu relato Yaneth, me encanto.
Gracias por visitar mi blog @nadeurdaneta. Me alegra saber que estás en Steemit. Pronto pasaré a visitar tu blog.
Los indígenas tienen esa cultura tan profunda y llena de sentimientos, todo lo transmites en este relato, gracias por compartir
Gracias por tua amables comentários
Me parece una excelente historia. El enlace de la tradición de los pueblos indígenas con un poco de ficción. Quedó genial. Y también se nota la documentación para abordar el tema.
Saludos Profa.
Gracias por tus comentarios. He leído desde hace algunos años relatos y leyendas wayuu, y recientemente he sentido curiosidad por conocer algo más de su cultura y sus tradiciones. Hay quienes se regocijan en la mitología griegas, romana, vikinga..., no obstante, los mitos y leyendas de aborígenes americanos tienen también mucho valor y atractivo para entender sus contumbres y creencias. Saludos amiga @slwzl
muy interesante,aunque no entendí porque se transformo en araña,disculpa, las historias de los indígenas están llenas de imaginación y magia,saludos
Es cierto, hay mucha imaginación y magias, como en todos los mitos y leyendas de cualquier cultura. Durante el blanqueo, la niña fue visitada por su abuela en forma de araña. Para los wayuus, los espíritus pueden adoptar formas de animales. En forma general, la leyenda habla de que fue una araña quien enseñó a tejer a los guajiros. Algunas versiones de la leyenda hablan de que la joven usaba los hilos que salían de su boca paras tejer, simulando que era una araña.
a ok gracias
Me encanta su relato en este post y es muy interesante conocer un poco de las diversas culturas y tradiciones de cada linaje y tribus. Y es parte fundamental de aprender a respetar sus costumbres. Mi admiración y mi humilde voto por este medio. Saludos feliz y bendecido día para usted.
Muchas gracias por tus comentarios. Me emocionan tus palabras. Debemos enaltecer nuestra tierra y quienes habitamos en ella. Leon Tolstoi decía: "habla de tu aldea y serás universal". Y vi en tu blog que lo haces. Que tengas un feliz día.
Amiga Yaneth, precioso relato en el que nos muestras algunas de las tradiciones y leyendas de los wayuu. Gracias por compartirlo. ¡Saludos!
Gracias por visitar mi blog, mi apreciado @hugobohor
Mi estimada @yaleal, para mí es un placer visitarlo, y deleitarme con relatos emocionantes y cargados de magia, como el presente.