Rosa: historia de una perra callejera en Cebu (Filipinas)
Recientemente volví de mi estancia de un año en Cebu (Filipinas), y de mi viaje traigo algunos recuerdos muy buenos. Uno de ellos es Rosa, esta preciosa perrita que se cruzó en mi vida de forma casual.
Cada día me dirigía a un Coworking center situado justo al lado de la Southwestern University, y en las inmediaciones de la universidad rondaba una perra día tras día, de tal manera que terminó por llamar mi atención.
La veía todo el día por allí, en ocasiones paseando sin rumbo, otros, refugiándose bajo los coches del sol de justicia que caía en las horas centrales del día. Pese a que la Universidad era un hervidero de estudiantes entrando y saliendo a diario, todo el mundo la ignoraba.
Estaba muy flaca, y además, me dí cuenta de que a su soledad y escasez de comida, se unía un problema de salud. la primera vez que me acerqué me dí cuenta de que tenía una enfermedad.
Puesto que solía pasar todo el día en el Coworking, mi rutina incluía comprar un pollo asado y comérmelo allí para no tener que regresar a casa. Un día, a la salida, me crucé con la perrita y traté de acercarme para echarle los restos.
Poco acostumbrada como estaba al trato con humanos, su primera reacción fue salir huyendo. Sin embargo no me dí por vencido, y en lugar de tratar de llegar a ella, puse los restos del pollo en el suelo y la llamé para que se acercase, alejándome yo de ellos.
Como era de esperar, ya que era evidente a todas luces que la perra pasaba hambre, en cuanto me retiré, ella se acercó. Debía estar increíblemente hambrienta porque se lanzó a por los restos del pollo con una avidez increíble, tanta, que a los pocos segundos detecté que algo no iba bien.
La perra se había lanzado con tal ansia sobre la comida que ni siquiera masticaba, y como resultado, se había atragantado con algún hueso.
Me percaté de ello porque empezó a hacer gestos extraños, como intentando tragar sin poder conseguirlo, y a deambular de un lado a otro sin rumbo.
En ese momento me invadió un sentimiento de impotencia. No sólo no había ayudado a la perrita. ¡Iba a morir por mi culpa!
Lo que ocurrió a continuación fue a la vez fantástico y terrible.
La perra finalmente logró vomitar, salvando así su vida. Pero su hambre era tal que lo primero que hizo tras reponerse y volver a respirar con normalidad fue... comer su propio vómito.
Desde ese momento, esa perra dejó de formar parte del paisaje y se convirtió en parte de mi vida.
En busca de ayuda
Quizás el hecho de haber estado a punto de ocasionar su muerte fue lo que hizo que aquella perra dejara de ser uno más de los miles de animales abandonados que hay por las calles de Cebu, y se convirtiera en algo especial para mí.
Sin embargo, no había mucho que yo pudiera hacer para ayudarla, ya que no podía recogerla. Mi estancia en Cebu tenía fecha límite, y además, en el Condo en el que vivía no se permitían los animales.
Cada día, al llegar al coworking, la perrita seguía estando por allí. Todo lo que podía hacer era dejarle comida, y tras hacerlo algunas veces, volví a intentar acercarme a ella. El resultado fue que en lugar de huír, comenzó a mostrar una actitud amistosa hacia mí.
Era la primera vez que veía un signo de alegría en ella.
Me preguntaba cómo de dura debía haber sido la vida de aquel animal, para acabar viviendo allí, en frente de una Universidad, rodeada de gente pero en completa soledad. Quizás ese hecho era una de las cosas que más me impactaban, el cómo teniendo tanta gente alrededor, esa perra era invisible para todo el mundo.
Nadie le hacía un gesto de cariño, a pesar de llevar meses, quien sabe si años allí, cruzándose día a día con las mismas personas.
La enfermedad de la perra comenzó a preocuparme, más que su soledad o el hambre que pudiera pasar. Temía que pudiera coger una infección y muriese, por lo que me decidí a poner un anuncio en un grupo de Facebook solicitando ayuda para la perrita. Y fue así como, gracias a las indicaciones de algunos miembros, apareció en escena Dan.
Dan es un ciudadano suizo que gestiona una asociación de rescate de animales llamada MARO (Mayari Animal Rescue Asociation). Dan recorre las calles de Cebu día tras día con su motocicleta y una maleta llena de medicinas y comida, rescatando a aquellos animales que se encuentran en condiciones más penosas y llevándolos a su residencia.
Pero como la capacidad de su residencia es limitada, y el número de animales en Cebu que se encuentra en lamentables condiciones es enorme, no puede recoger a todos. Así que Dan hace su ronda diaria y cuida de aquellos que puede en el lugar en el que viven.
Tras hacerle saber la existencia de esta perrita, Dan se acercó a Southwestern University, le administró algunos medicamentos, buscó cita con un veterinario, y se pasaba los días que le era posible a alimentarla.
Dan me hizo saber desde un principio que la situación de la perrita no era de extrema gravedad en comparación con el resto de casos con los que tenía que lidiar a diario, por lo que llevarla a la Residencia no era una opción a corto plazo. De manera que durante los siguientes meses, continué encontrándome con la perrita cada vez que iba al Coworking Center.
Dan insistió en que era necesario ponerle un nombre, algo a lo que yo me resistía desde el principio porque tenía miedo de encariñarme con ella. Finalmente la bautizó como "Rosa", y es así como la conocimos desde ese momento.
Con el paso de las semanas y los cuidados de Dan, proporcionándole vitaminas y alimento, Rosa comenzó a presentar un mejor aspecto. Para mí era triste seguir viéndola cada día allí tumbada, buscando la sombra, e ignorada por todos, pero al menos parecía ganar algo de peso. Sin embargo, me seguía preocupando su enfermedad, y un día, cuando junto a mi novia estábamos alimentando a Rosa, descubrimos algo que no auguraba buenas noticias.
Se lo hicimos saber a Dan, quien ya había solicitado cita con un veterinario, aunque ésta se retrasaba más de la cuenta. Cuando finalmente pudo ver a Rosa, nos informó de que, como era de esperar, necesitaba una intervención.
Por fortuna no era muy cara, por lo que conseguir los fondos para operarla no era imposible, el problema es que, una vez más, las cosas iban muy despacio, y yo temía que Rosa empeorase antes de que pudieran curarla.
La hora del adiós
Mi estancia en Cebu iba tocando a su fin. Las últimas semanas, dejé de ir al Coworking Center y por tanto, de ver a Rosa, pero estaba tranquilo sabiendo que Dan se encargaba de ella y la alimentaba y cuidaba regularmente.
Pocos días antes de mi marcha, decidí acercarme una última vez a la Southwestern University para despedirme de Rosa. Ella había sido parte importante de mi estancia allí, y quería verla por última vez. Hacía bastante tiempo que no pasaba por allí, y cual fue mi sorpresa cuando al llegar, Rosa me recibió de este modo.
Rosa había mejorado mucho, e incluso ahora sus muestras de alegría eran mucho más evidentes que cuando la conocí. Sin embargo, en sus ojos nunca dejé de ver un poso de tristeza, resultado quizás de una existencia muy dura.
Tras mi regreso a España, la vida de Rosa quedaba totalmente en manos de Dan. No podía quedar en mejores manos, ya que aunque yo no estuviese ya en Filipinas, él nunca dejó de preocuparse por ella. Finalmente, llegó el día de la operación, y cuando abrieron a Rosa se encontraron con algo inesperado. Rosa tenía Pyometra, una enfermedad que de no atajarse a tiempo, hubiera sido mortal.
Por fortuna la operación fue todo un éxito y Rosa se recuperó perfectamente. Además, dan también me dió la buena noticia de que finalmente trasladaba a Rosa a la residencia, por lo que ya no tendría que volver a pasar sus días tratando de protegerse del sol abrasador o de la lluvia en el parking de la Southwestern University de Cebu, y tampoco estaría sola, sino junto a muchos otros perros y bajo los cuidados de Dan.
Cuando le pregunté si había posibilidades de lograr que alguien adoptase a Rosa, Dan me contestó que eran muy escasas. Rosa era ya una perrita algo vieja, y normalmente este tipo de animales no encuentran una familia que los adopte.
Sin embargo, hace poco recibí una nueva fotografía de Rosa en la que pude comprobar que su situación es mucho mejor que cuando la conocí. Ahora está sana y feliz, bien alimentada, y juega cada día. Sus días de hambre y soledad ya no volverán.
He querido escribir este post como homenaje a Rosa y a Dan. El cariño de ella y la entrega de él merecen reconocimiento.
Saber que Rosa vivirá feliz hasta el final de sus días me llena de alegría, y eso es algo que tengo que agradecer a Dan.Pero hay muchos otros animales que cada día su asociación rescata, y de los que nadie contará su historia.
Por lo tanto, si alguien quiere ayudar a Dan, os invito a donar para que pueda seguir salvando vidas.
Yo, por mi parte, siempre le estaré agradecido por lo que hizo, y no lo olvidaré ni a él ni aquella mirada triste de Rosa que tanto tocó mi corazón.
Hasta siempre Rosa
Si quieres ayudar a que Mayari siga rescatando animales puedes hacer una donación aquí
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"Rodeada de gente pero en completa soledad." Me quedo con esta frase :) Cuando estas cosas pasan, es verdad que uno siente impotencia, pero también un poco de rabia: cómo un animal que no sabe hacer otra cosa que dar amor incondicional puede terminar así? Muy grande tu historia y me alegro que al final haya habido final feliz para Rosa. Los perros siempre nos darán lecciones a los humanos.
Soy nuevo aquí y te sigo! :)
¡Muchas gracias por comentar! La verdad es que así es, los perros sólo saben dar amor, por eso verlos en esas condiciones tan lamentables resulta desgarrador. Igual que tú soy nuevo aquí, así que también te seguiré.
¡Grande, arriba el poder de los nuevos! :D
Una historia realmente conmovedora, me alegra que ya esté bien y que tenga a alguien que esté pendiente de ella. Gracias a ti..esta mucho mejor y curada. Saludos @xuancar.
WOOOWWWW eres un ANGEL de los animalitos!! que hermoso!!!
justamente hoy fuera d emi casa encontre un perrito con su piernita rota!!!
mira aqui te presento mis dos amores y companias de aventuras!!!
mis chiwis POPY y PEKEÑA
Te voy a seguir ya que me interesan tus post de curaciones!! y bueno, quizas en alguno de mis viajes me puedas ayudar con suferencias de como curar mis perritas en caso de emergencia, porque ella viajan conmigo siemore, donde vaya!!! besos de ARGENTINA!!! de donde eres?
¡Vaya dos enanas más graciosas! Soy de España, y a mí también me encantan los animales, aunque desgraciadamente yo no puedo viajar con mis mascotas. Pero mi gata y mi perra son un aliciente para volver a casa siempre. ¡Yo también te sigo!
Gracias!!! eres muy simpatico! me caes bien!
que gran labor,, de verdad me toco el corazón.. felicitaciones...