Baptismus. [Capítulo I]

¡Buenas Steemit! Vengo con mi próxima historia, la cual consistirá de tres capítulos. Se trata de una historia no tan corta, en la que un ejército de soldados genéticamente modificados rigieron guerra contra los paises de la tierra para atraer a aquellos a quienes no creían en los gobiernos de hoy fácilmente vencidos, se vieron forzados a disolverse y aceptar que el nuevo gobierno sería instaurado en todo el mundo. En una historia sobre imitación, y pérdida, nuestros protagonistas podrían convertirse en aquello que prometieron acabar, solo para poder hacerle frente a las fuerzas superiores del ejército del futuro.

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No entendía lo que me decía. Es humano, pero ya no habla como nosotros. Las fuerzas militares del gobierno de BAPTIS empleaban a las personas que no tuvieran lugares a donde ir y limpiaba las calles de este tipo de personas. Sin embargo, en el momento que aplicabas o te unías a BAPTIS, desaparecías para siempre de la calle como ciudadano común. Desde hacía 15 años aquellos adictos a las drogas, alcohólicos, delincuentes y demás gente despreciada por la sociedad era reformada al entrar. No creía que eso era posible, pero lo presencié cuando un gran amigo, L.W. Wayne, quien había escogido los malos caminos, parecía una persona totalmente diferente al no tener ni una semana de haber ingresado. Tenía una identificación, y a duras penas pude notarlo, pero supe que era él. Sin embargo fue inútil, porque ya no entendía ni una palabra de lo que decía. Ahora usaba un casco negro con un visor, descubierto en la boca. insignia de las fuerzas militares del BAPTIS, Su voz sonaba más metálica y grave, al mismo tiempo que parecía tener un eco aterrorizante. Me gritó, y apuntó hacía las demás personas ferozmente para que volviera a mis actividades diarias o tal vez simplemente me quería insultar.

Solo seguí caminando, esperando que nada malo ocurriera. Sin embargo, lo peor que podía pensar ocurrir pasó. Escuché una explosión y me di cuenta inmediatamente de que era un ataque terrorista. Primero corrí del lado opuesto a la explosión, pero me di cuenta de que esto era algo muy importante. Corrí hacía la explosión. Tenía que ver esto con mis propios ojos aunque tuviera mucho miedo. No por los terroristas, sino porque los militares de BAPTIS secuestraban a todo aquel que descubrían espiando en los tiroteos y ataques terroristas. ¿Tal vez sus soldados no eran de elite como nos hacían creer?

No tardé mucho en llegar al sitio de la explosión. Como siempre, era una de las famosas estatuas doradas del BAPTIS, que habían levantado 20 años atrás… Para no olvidar como los “militares del futuro” instauraron un nuevo gobierno, invitándonos a vivir en un nuevo mundo “libre de corrupción”, y creando en meses las ciudades en las que vivimos. La estatua en cuestión había sido derrumbada por la explosión.

Había unos cuantos soldados. Iban vestidos de beige, con chalecos antibalas que provenían de una época de antes de todo esto. No hacía falta decirlo, pero en un concurso de modas, el BAPTIS arrasaría contra ellos. Desgraciadamente no lo era, e incluso con el armamento superior que poseía el BAPTIS, era un tiroteo muy parejo, aunque al mismo tiempo parecía un viaje en el tiempo. Los viejos rifles automáticos y armas de pólvora de los terroristas eran usados muy eficazmente contra aquellos fusiles laser. Estos tipos no eran simples terroristas, si no hombres entrenados, dispuestos a dar su vida por lo que creían. Sentía amor y preocupación al verlos, ya que estaban en aprietos y solo tenían su escapatoria o la muerte. Logré observar que uno de ellos lanzó una bomba de humo peligrosamente cerca de mí, así que corrí hacia otro ángulo, donde pudiera seguir observándolos. Sin embargo seguían centrados en acabar con aquellos soldados que les hacían la vida imposible. Uno de los hombres cayó, pero no sin antes disparar en el cuello a uno de los soldados. No estoy seguro, pero creo que también logró disparar a su arma, porque la vi hecha pedazos. Uno de los terroristas cargó en su hombro a su hermano caído, y pronto todos corrieron hacia el humo de la bomba, y en ese entonces los perdí de vista. Para cuando el humo se había disipado ya no estaban ahí, y los militares no pararon de buscarlos por unos momentos, antes de rendirse en su desesperación.

Pensaba que ya era hora de retirarme, pues todo se había tranquilizado por la zona, y las personas caminaban de nuevo con tranquilidad por los parques. Pero al voltearme, lo que pude notar fue una etiqueta, que era de L.W. Wayne…

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Alejandro León.

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Fuente
Estatua de ADVENT por Justin Rodriguez