Sueños - (Sueño)
El mundo se está yendo a la mierda. Yo, que soy mayor, creo que me voy a dar por vencido, quiero buscar una playa hermosa, de arenas blancas y atardeceres rojos y perderme para siempre, entre libros, vinos y besos nuevos. Puede parecer cobarde querer abandonar la lucha, pero después de muchos años de trabajo, de soportar tormentas, frío, calor, trenes repletos, sobres de sueldos no tan repletos, y jefes, socios y esposas inclementes, me doy cuenta que la lucha no era por un castillo para mi, sino para otros. Así que no es cobardía, seguiré ayudando a quien lo necesite, adoptando perritos y publicando notas en contra del aborto, pero lo haré desde mi playa, jaja. Mi sueño es vivir frente al mar, levantarme temprano, o no, y correr por una orilla sin fin, llenarme los pulmones de aire puro, detenerme a recoger algún caracol, saludar a los pescadores tempraneros, regresar a mi casa, despertar con un beso a quien me espere, hacer el desayuno para los dos, y mientras el aroma a café llena la casa, seguir mirando el infinito azul. Luego, dejar que el día decida. Tal vez me vaya a caminar por el pueblo y pruebe mi inglés dando indicaciones a algún turista, o simplemente me quede practicando violín, leyendo, haciendo una casita para el perro, o el amor, o escribiendo cuentos, el día decidirá. O tal vez visite una agencia de viajes y arme un viaje a Verona, para, como dice la canción, abrir el balcón de Romeo y Julieta. O a París, o a Tierra Santa, para recorrer los caminos de Jesús, tratando de que esos paisajes infundan en mí lo mismo que infundieron en Él. Y así llegaría el atardecer, y yo estaría con la piel de nuevo quemada por el sol, y alguien a quien ame me pasaría el ungüento calmante por la espalda, y mientras estemos sentados en el balcón de nuestra casita, el sol se pondría lentamente, como diciendo hasta mañana, amantes, no me extrañen, aquí les dejo a la luna para que los cuide esta noche, no la hagan sonrojar como el otro día, porque luego no quiere salir y los pescadores que regresan se encuentran en la negrura más oscura si ella no está. Y tomaríamos el primer vino de la noche, en copas de cristal, claro, porque el vino no debería tomarse en vasos. Habría música suave. Y llegarían unos bocaditos de pescado y pan y limón, luego el café, tal vez un cigarro de tabaco nativo, o no, si el humo molesta, y como el mar ya no se vería, se podría admirar el cielo estrellado, porque Dios no hizo las cosas con límites, puso belleza en todo. Y hablando de belleza, le diría a ella que está más bella que ayer, y me pararía y le extendería mi mano, para invitarla a bailar pegados con la música de fondo, porque habría elegido esa casa no solo porque estaría frente al mar, sino porque tendría un lugar para bailar con ella bajo las estrellas. Este es mi sueño, y sé positivamente que el tiempo en que se realizará está muy cerca. Por eso escribo aquí, para contarte a ti, sí, a ti que lees y a quien aún no conozco (o tal vez sí), cómo serían esos días de mar. Y tal vez te animes y me digas que te gustan estos sueños, y yo te preguntaría si...