Las pasiones ocultas de Pilar - Capítulo II

La luz del sol se colaba por la ventana. Pilar observaba con detenimiento como su primo se desbrochaba el cinturón. Con los ojos impertérritos, ella veía la escena. Lo admiraba. Lo deseaba.

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Él no dejaba de mirarla: ella tenía el cabello suelto, muy hermosamente cayendo sobre sus hombros. No tenía camisa, ni sostén, y sus pequeños pero firmes y paraditos senos se veían perfectos. Sus pezones estaban erectos. Ella, de tanto en tanto, temblaba.

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Su mirada estaba perdida, viendo como él se desnudaba. Eso a él le encantó. Sabía que ella lo deseaba y él a ella muchísimo.

Pilar era, con mucho, la mujer más linda que él ha tenido. Las anteriores eran muy fogosas, intensas, sexys… Pero ninguno tenía el halo de dulzura que ella tenía. Además, Pilar tenía un rostro hermoso, muy tierno.

Su primo se sacó su pene y le enseñó a Pilar cómo tocarlo. Ella, con mucho miedo, masajeó el miembro de su primo y se lo colocó en su boca. Pilar estaba teniendo sexo oral por primera vez.

Luego de eso, él volvió a acariciarle y a chuparle los senos. Pilar gemía con intensidad. Tenía los ojos cerrados, la respiración acelerada… Luego él le rozó sus partes con su miembro durante un buen rato, mientras ambos se daban un muy acalorado beso. Acto seguido, él le pidió que se agachara, y luego de masturbarse, eyaculó en sus senos.

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Lo que ocurriría luego sería algo gracioso: él se vestiría de prisa, ella casi no lo miró, de la vergüenza del momento, antes de salir se dieron un beso algo pequeño y ella salió del cuarto de él. No volvieron a verse en toda la tarde, hasta que la tía de Pilar regresara a hacer la cena.

Pilar se fue corriendo al baño. Se dio una buena ducha para quitarse el semen de su primo, pero no dejaba de pensar en todo lo que ocurrió. Ella estaba mojadísima. Mientras se duchaba, se tocaba sus senos, recordando como él los acarició y chupó. Ella se sentía toda una mujer, una mujer deseada, capaz de seducir a cualquier hombre, y capaz de dar mucho placer…

A pesar de lo ocurrido, ellos no volverían a tener intimidad de ese tipo, y unos pocos días después Pilar se regresó a Compostela. En la despedida, antes de tomar el coche, él se acercó y le entregó una carta. Ella le sonrió y le dio un tierno beso en la mejilla.

En el coche, ella abrió la carta y leyó el mensaje:

Eres lo más hermoso que me ha pasado. Con mucho, eres la chica más guapa que he visto. Compartir contigo esa tarde fue maravilloso. Espero no haberte asustado. Y espero volver a verte pronto. Siempre tuyo. Con amor.
Pilar suspiraba recordando todo: las risas, los juegos, la noche en el coche viejo, el Cuba Libre que tomaron, esa tarde de pasión…

De regreso a Compostela, a esa cotidianidad que de pronto le pareció aburrida —y vaya cómo cambian las cosas: ahora extrañaba el campo—, Pilar se reúne, en la tarde de un sábado, al calor de un sabroso mocacchino, con sus amigas del cole, a quienes confiesa lo ocurrido con su primo…

Ellas, impávidas, no dejan de sorprenderse: la pequeña Pilar ha tenido sexo oral. Ya no es tan niña.

Sus amigas le comentan que aunque están algo sorprendidas, se encuentran felices por ella. Ya varias de ellas han tenido relaciones, pero ninguna ha sido tan «romántica» como la de la pequeña Pilar. Alguna comenta que su primera vez fue casual, con algún chico que les gustó en una noche de fiestas; otra, que fue con un novio que a la postre le engañó. Pero ninguna tuvo se lió a un chico de la manera tan «simpática» que Pilar. Y además, con protección, pues ella no tuvo penetración… Aunque por las ganas faltaba poco para acceder…

Dos semanas después, Pilar tenía exámenes, y eso le copaba todo el tiempo. Las clases de matemáticas de Sor Concepción eran de morir y de matar, y la prueba de esa materia era de lo peor. Todas las chicas del grupo se encontraban preocupadísimas por todo eso, hacían grupos de estudio, iban a tareas dirigidas, pero Pilar se quedaba algunas veces sola en casa para poder concentrarse.

Una noche —la anterior a esa prueba de matemáticas— recibe un mensaje de texto: es de su primo. Él comienza de la manera más dulce:

— ¿Cómo está la chica más guapa de toda España?
— Ya deja de decir eso, que me lo voy a creer.
—Pues créelo, que es cierto.

Charlaron un buena rato, y aunque ella le contó que tendría examen al día siguiente, también le dijo que le encantaba hablar con él, que así se desestresaba. Eran las 11:45 pm, y aún continuaban hablando de un millón de cosas, y Pilar no dejaba de reírse. En una de esas, ella suelta lo que tanto quería decirle:

— Me encantó todo lo de aquella tarde…
— Fue hermoso ¿verdad?
— Todo fue maravilloso.
— Tú eras la maravillosa: mamaste riquísimo…

Poco a poco iba subiendo la temperatura de la conversa y Pilar se iba mojando mucho más. En una de esas, su primo le pregunta cómo estaba vestida. Ella contesta: pijama, pero ya sin el camisón… Él, por su parte, atisba decir que se encontraba sin ropa. Luego, ambos comienzan a describir las sensaciones de sus cuerpos.

La exposición detallada de los mismos hizo arder la conversación, y en un momento inesperado, sin que mediara alguna palabra de arranque, ambos estaban masturbándose. Pilar gemía, con los ojos cerrados, rememorando aquella tare, algo calurosa, donde tuvo su primer contacto sexual, y a cada tanto abría los ojos sólo para leer los ardientes mensajes de su interlocutor.

En una de esas, Pilar se masajea con fuerza y velocidad su clítoris, cierra los ojos, comienza a gemir con fuerza, cuando de pronto siente que le abren la puerta de su recámara y…

…Continuará….

Te invito a leer mis anteriores post

• El amor prohibido entre Carla y Katherine

• Las pasiones ocultas de Pilar – capítulo I

• ¡Hoy es un gran día!