En los últimos 3 años de mi vida me he dedicado entre otras cosas a escribir, al principio era solo para mí, no me atrevía a compartir lo que hacía con otros por creer que no era tan bueno, luego de un tiempo y cuando comencé todo este proceso de reconocerme y aceptarme, decidí que era hora de enseñarle al mundo de lo que era capaz, por supuesto es impulso no era más que una demanda interna de mi ser por comprender finalmente que era yo quien debía creerme capaz de crear y ser.

En este periodo aprendí muchas cosas, cosas que me permitieron llegar a donde estoy ahora. A lo largo de nuestra vida podemos entrar en crisis e incluso perdernos, yo decidí usar eso a mi favor, de allí salió mi primera obra, “Fragmentos de un alma” la cual amo con todo mi corazón, por ser entre otras cosas, una extensión de mí, que si bien no es perfecta, es auténtica y eso es precisamente lo que la hace tan hermosa y especial.

En este punto, recuerdo en primer lugar a quien quizá sin saberlo marco mi vida con un simple gesto. Cuando estaba en primer grado de educación primaria y al culminar el año escolar mi maestra, Cristina Baloa, me obsequio un libro, mi primer libro, “Las aventuras de Elmer el Gruñón” llego a mis manos como un precioso tesoro que aún conservo, en él venía escrito lo siguiente “Leer es un placer, anímate a descubrirlo”. No sé si en ese momento ella sabía lo que eso significaría para mí, pero me gusta pensar que vio en mí aquello que yo, años más tarde comencé a descubrir. Así, con tan solo 6 años me adentré en la lectura y hoy, años más tarde agradezco ese hermoso gesto.

Tiempo después, decidí que leer no era suficiente para mí y comencé a crear mis propias historias, acá es donde aparece Oscar Páez, mi maestro de 4to grado, producto de sus constantes correcciones y de sus ineludibles tareas donde cada día sin falta teníamos que buscar el significado de 5 palabras en el diccionario, separarlas en silabas, aprender el uso lingüístico del hiato, diptongo y triptongo, realizar oraciones con esas palabras y finalmente, mi parte preferida, crear una historia o relato corto empleando lo antes aprendido. Admito que los primero meses lo odie con todo mi ser, pero a medida que iba aprendiendo me adapte a su forma de trabajo, hoy sé que todo ese trabajo valió la pena, con ello amplié mi repertorio de palabras, aprendí nuevos conceptos, mejore mi gramática y mi caligrafía, desarrolle un pensamiento más crítico y analítico y mi imaginación encontró un espacio donde podía sentirse libre.