Los juegos de lucy
Desde que nací, siempre me sentí diferente al resto de los niños, algo dentro de mí me decía que era especial. Mi abuelo me dijo un día que tengo el don de ver, pero cuando le pregunté a mamá sobre lo que quería decir el abuelo, ella pareció realmente extrañada, entonces me explicó que el abuelo había muerto mucho antes que naciera. Yo no lo entendía, puesto que él siempre estaba conmigo.
A medida que fui creciendo, mi don me permitió conocer a muchas personas, las cuales me enseñaron cosas sorprendentes, como la señora del piso 7 y el niño de la vecina de al lado, quién extrañamente nadie podía ver a excepción de mí.
En algunas ocasiones eso me molestaba mucho, entonces recordaba las palabras de mi abuelo y me sentía mejor. Otras veces, me daba un poco de miedo, sobre todo cuando Lucy venía a jugar; ella era una niña muy extraña, siempre vestía ropa sucia y cuando estaba ocupado con los deberes de la escuela y no le prestaba atención, se enojaba mucho y hacía que a mamá se le quemara la cena o que a papá se le perdieran cosas en el taller.
Aunque sus travesuras no me gustaban, era divertido jugar con ella a las escondidas, siempre elegía los mejores lugares, como el horno de la casa, debajo de la cama o dentro del armario.
A la señora del 7 no le agradaba demasiado así que cuando estaba con ella, prefería mantenerse alejada. Algo muy similar pasaba con el niño de la vecina, quien al verla huía aterrado. Pero a Lucy eso poco le importaba y todas las tardes venía a jugar conmigo.
Cuando cumplí 11 años mi abuelo me dio un gran regalo, una cadena con un hermoso dije colgado, me dijo que debía irse, que su momento había llegado, pero que ese collar me protegería de todo mal. Años más tarde comprendí, que su misión estaba completa y que ahora debía seguir por mi cuenta.
Al enseñarle el collar a Lucy se molestó bastante, parecía algo celosa y mientas discutíamos, me lastimó lanzándome un vaso que tenía cerca. Desde entonces sus rabietas era cada vez más frecuentes y al jugar siempre me pedía que fuera con ella al sótano del edificio. Ese lugar me daba mucho miedo, así que nunca aceptaba sus invitaciones, pero cierto día, cansado de sus burlas y constantes presiones, acepté.
Allá abajo todo era muy oscuro y las paredes me susurraban cosas horribles, Lucy la estaba pasando de maravilla , pero yo ya quería irme. Cuando intenté volver, ella quiso detenerme y usando su fuerza me obligó a quedarme, este juego ya no era divertido.
Lucy había pasado de ser una agradable fantasma, a un espectro demoníaco que solo quería retenerme, por suerte el collar de mi abuelo me ayudó a salir de ahí, desde entonces en mi vida como médium me he encontrado casos similares, pero Lucy permanece siempre en mi mente aguardando para jugar.