Libre de obligaciones-Enfermedad no reconocida
La noche estaba bastante fría y oscura. En la estación de policía no se escuchaba un alma y todo parecía bastante tranquilo. Joseph había salido a su guardia nocturna, mientras tanto yo me deleitaba escuchando un poco de Jazz en la soledad del cubículo.
La radio reportaba cada 5 minutos, todo estaba tranquilo en la ciudad y prometía permanecer en calma ese domingo. El lunes todos despertarían y darían inicio de nuevo a sus rutinas laborales, detendríamos a dos maleantes en la estación de tren y el jefe de la policía llamaría por un reporte, haríamos los mismos chistes y regresaríamos a casa sabiendo que hicimos un buen trabajo mientras que todos dormían.
La música se detuvo, Joseph llamaba desde la patrulla. Su voz denotaba nerviosismo y temor típico de un novato, pero que claramente indicaba que algo había sucedido a las afueras de la ciudad. El reloj en la pared daba las 11:11 pm. Bastarían 15 minutos para llegar hasta donde estaba; escribí una nota y la colgué en la entrada, no tardaría demasiado.
Conduje hasta el lugar y al llegar me encontré Joseph, una mujer le acompañaba. Sus ropas bañadas en sangre llamaron mi atención de inmediato, algo no andaba bien. Joseph me miró pidiéndome que lo sacara de esta situación y la mujer, cuyo nombre era Tatiana, comenzó a llorar.
Busqué en mi bolsillo las esposas y apresé a la mujer al vehículo, asegurándole que pronto volvería por ella. Joseph señaló la entrada a la casa y nos aproximamos a ella, el piso yacía manchado de sangre, las cosas habían sido revueltas, en ese lugar se había gestado una lucha y claramente alguien había resultado perdedor.
En medio de la sala un cuerpo inerte y sin vida se aferraba a un computador, su rostro reflejaba dolor y miedo. Su cuerpo con múltiples heridas dejaba a la vista de todos los agujeros por donde había entrado el cuchillo, una y otra vez hasta arrebatarle la vida.
Con solo verlo podía imaginar sus gritos, su dolor y su miedo. Habíamos llegado tarde y no había mucho que pudiéramos hacer, el equipo forense se encargaría de recoger el cuerpo, mientras tanto Joseph, la mujer y yo volveríamos a la estación de policía; era prudente llegar al fondo de ese asunto, aunque las cosas parecían bastante claras.
El interrogatorio no fue necesario, teníamos a la culpable. Lo que nos interesaba ahora era conocer el móvil del crimen. ¿Qué había motivado a Tatiana a matar a su esposo a puñaladas? ¿Se trataba de un crimen pasional, o acaso había sido el occiso quién había comenzado todo? Eso era algo que ella misma nos respondería antes de ser encarcelada por el resto de sus días.
Esa noche había visto la crueldad y desesperación en los ojos de esa mujer y para Joseph, tener que repetir cada palabra había sido suficiente. Estoy seguro que jamás lo olvidaría y las palabras de esa mujer marcarían un antes y un después en su carrera, -la que tanto amaba- cuando ya encarcelada repetía:
Yo no quería matarlo, les juro que no quería matarlo, pero él me obligó, tenía que liberarle de esas amarras, tenía que hacer que parara. Se pasaba la vida trabajando, él simplemente no paraba ni un segundo, siempre su trabajo era más importante, incluso más que su hijo, a quién abandonaba por pasar las noches en la oficina. Había días en los que olvidaba comer y no regresaba a casa. Mientras su jefe se llenaba los bolsillos, él se perdía más y más.
¡Tenía que hacerlo! ¿No lo comprenden? Ese maldito vicio no lo dejaba vivir, lo hacía volver una y otra vez, sin descanso. Y cuando creía haber terminado, algo nuevo aparecía en su mente, una cita que agendar, un informe que rehacer, una nueva estrategia para que la maldita empresa diera frutos. Y mientras tanto su hijo y su mujer eran desplazados, echados al olvido, todo por el maldito trabajo.
Aún en su último aliento seguía aferrándose a él, seguía intentando terminar alguna tarea, seguía dejándonos de lado. ¿Es que acaso, no éramos importantes? ¿No éramos lo suficientemente interesantes? ¿No merecíamos un poco de atención?
Siempre supe que esa empresa sería su perdición y les juro que intenté pararlo, pero ahora que ya se ha ido, la tarea ha quedado terminada y ya no tendrá que trabajar más.
Él ha sido liberado.
Que drama, parece ficción pero esto puede ocurrir.
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Si, es algo que no escapa de la realidad.
Gracias por comentar.
Woow es interesante y escalofriante a la vez
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Gracias. El Workaholic es cada vez más común.