El Precio de Adorar a Falsos Dioses | Cosas Bíblicas #1
¡Hola amigos de Steemit!
En esta oportunidad les traigo unas reflexiones acerca del precio que, por mandato divino, tienen que pagar las personas que idolatran a falsos dioses, esos “bichos” que abundan en todas partes. He escrito con minúsculas la palabra “dioses” porque estoy convencido de que el Dios verdadero Creador del Universo es quien debe llevar la letra mayúscula “D”. No me atemoriza manifestar estas cosas, menos aún si las leyesen los idólatras que no creen en Dios, sean cuales sean sus inclinaciones maléficas. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque según la Biblia Dios ordena que todo aquel que sigue sus sendas pregone sus enseñanzas, por lo tanto considero que una manera de hacerlo en lo que a mí respecta es redactar estas letras inspirado en la fe y en la esperanza que tengo en el único Ser poseedor de los siguientes atributos: Omnipotente porque todo lo puede, Omnisciente porque todo lo sabe y Omnipresente porque simultáneamente está en todas partes. No me considero conocedor de la Biblia y menos un referente para argumentar sobre la misma pero, como hombre creyente de la palabra me siento en el deber de pregonar estas cosas.
Al reflexionar sobre Jeremías 46:25, comprendo los motivos que condujeron a Dios a castigar a Faraón quien tuvo sueños que nadie pudo interpretar, excepto José a quien el Todopoderoso le transmitió la sabiduría necesaria para interpretarlos y advertirle al propio Faraón lo que el Rey Supremo había dictaminado en relación a la hambruna que estaba por venir. Al principio Faraón reconoció el espíritu de Dios en José y lo hizo gobernante de Egipto, pero con el tiempo se hizo soberbio y el Padre Celestial cumplió su palabra y sus lecciones se hicieron sentir.
Esto me hace pensar sobre la soberbia que en sus corazones tienen los políticos venezolanos, quienes para mí son como pequeños Faraones.
En aquel tiempo aconteció que Dios encomendó una misión a Moisés y le indicó una serie de estatutos relativos a la manera de cómo celebrar la Pascua y lo que en suma debía ser el comportamiento a seguir en aras de adorar al único Dios y con ello recibir sus bendiciones. Dice Éxodo 12:50-51 lo siguiente:
Esto me hace pensar muy reflexivamente sobre la soberbia que existe en nuestros corazones, pero muy especialmente en los políticos venezolanos quienes actúan como pequeños Faraones al no doblegar sus radicales. Pareciera no importarles el sufrimiento de toda una nación que lentamente muere de inanición a causa de ellos. Luego he llegado a creer que en medio de nosotros tiene que surgir figuras como la de Moisés que pregonen por medio de la oración que la esperanza existe y debe estar cimentada en el poder infinito de Dios, para que solo así el propio Dios haga entrar en razón a los políticos venezolanos y vuelva Venezuela a ser libre. ¡Seamos como Moisés y hablemos sin temor las verdades para que el mal retroceda y se degrade a su mínima expresión! No olvidemos que los pequeños Faraones, cual demonios, quieren gente ciega, sorda y muda, porque les conviene. Venezuela tiene necesariamente que armarse con la oración todos los días y no habrá pequeño Faraón que resista.
La desobediencia y la adoración a dioses paganos, procedentes de las culturas de otras naciones han hecho mucho daño a Venezuela, he allí una de las principales razones de que el país esté pagando un alto precio por adorar a falsos dioses. La diáspora o éxodo de compatriotas es alarmante y aunque muchos no lo visualicen esto no es casual, pues guarda estrecha relación con los preceptos o mandatos bíblicos. De modo pues que no ha de extrañarme que estas cosas estén sucediendo, razón por la cual no seré sorprendido como ladrón en la noche. Mi convencimiento de que Dios existe es, de facto, desde que tengo uso de razón y cada día que se agrega a mi existencia trato de buscar con objetividad y en silencio las explicaciones de lo que acontece en mi país y en el mundo, en el marco del ÚNICO LIBRO donde considero que las puedo encontrar con la mayor precisión, y no es otro que la Santa Biblia. Confieso, además, que no participo en ninguna secta religiosa; eso sí, me siento con pleno derecho a tomar en mis manos la Biblia cuando lo considere y, gracias a la capacidad de discernimiento que Dios ha puesto en mí, puedo ver destellos de luz donde los idólatras ven tinieblas. En medio de la debacle y el caos imperante suelo pensar en un frase que me impregna de mucha energía y sostiene vigorosamente a mi espíritu: “No solo de pan vive el hombre.”
Una de las cosas que me preocupa en la actualidad es la IDOLATRÍA. El culto a la personalidad se ha vuelto una especie de enseñanza impuesta por los pequeños Faraones, una manera de adoctrinar las mentes más débiles hasta convertirlas en escorias de la vida sin la menor dignidad y carentes de principios. Las consecuencias son cada vez más desalentadoras para cualquier nación. Si nos detenemos un instante a reflexionar sobre la gravedad de este asunto, nos daremos cuenta de que en los países donde gobiernan dictadores se impone el culto a la personalidad y crece el sufrimiento por doquier. Las personas terminan siendo cautivas de los caprichos de un diminuto Faraón.
Los padres deben vigilar muy de cerca con quienes se reúnen sus hijos y educarlos con enseñanzas basadas en la Santa Biblia, porque está inspirada en el Dios verdadero. Si esto no se hace el mal se impone y crece la hierva mala. Dijo alguna vez un especialista en asuntos de adoctrinamiento que para instaurar definitivamente una dictadura en un país se requiere un lapso promedio de 40 años, por que en los primeros 15 ya has formado al nuevo ciudadano idólatra capaz de procrear, y cuando éste tenga 30 años habrá dado hijos que seguramente serán idólatras, y quienes lo vieron nacer tendrán 60, pero cuando cumpla 60 probablemente muchos buenos hombres habrán muerto y serán contadas las personas que echen el cuento de lo que es vivir en libertad. Por eso insisto, los padres deben celosamente proteger a sus hijos y evitar a toda costa que los pique la plaga del adoctrinamiento. La idea será siempre vencer el mal.
Todo hombre que en su corazón anhele la liberación de su pueblo del yugo de los pequeños Faraones, debe volcar su corazón hacia el lado de la balanza que propicie su encuentro con el Dios verdadero. En tal sentido, las palabras de Samuel las interpreto como una orden que inexorablemente debemos cumplir. Insisto en que los padres no deben descuidar la formación de sus pequeños, y es necesario que desde muy temprana edad siembren en ellos las semillas de las enseñanzas y de la creencia irreductible en Dios. El árbol del fruto que alimenta jamás podrá dar frutos venenosos.