Era una mañana como cualquier otra en la oficina de la agencia de empleo.

in #spanish2 days ago

Los teléfonos sonaban, las teclas de los computadores chasqueaban, y los solicitantes de empleo entraban y salían con currículums en mano. Pero entonces ocurrió algo que rompió completamente la monotonía del día.

La puerta se abrió de golpe y un perro golden retriever, de apariencia impecable y un porte que transmitía confianza, entró tranquilamente. Lo más sorprendente no era su entrada segura, sino lo que ocurrió después: habló en un inglés perfecto.

—Buenos días —dijo el perro mientras se acercaba al mostrador—. Necesito un trabajo.

La sorpresa inicial
La recepcionista, una mujer acostumbrada a lidiar con todo tipo de solicitudes inusuales, se quedó petrificada. Abrió la boca para decir algo, pero ninguna palabra salió. No todos los días aparece un perro parlante en busca de empleo.

—D-disculpe… ¿acaba de hablar? —balbuceó, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.

El perro suspiró, como si ya hubiera pasado por esa reacción demasiadas veces.
—Sí, hablé. ¿Necesita que lo repita? Estoy buscando trabajo. Algo estable, con beneficios si es posible.

La mujer se recompuso como pudo y comenzó a buscar opciones en su computadora.
—Bueno... esto es, eh... fascinante. Un perro que habla. Mire, podría fácilmente conseguir un trabajo en un circo. Estoy segura de que pagarían una fortuna por alguien con su habilidad.

Un giro inesperado
El perro inclinó la cabeza, como si estuviera considerando la sugerencia, pero entonces, con total seriedad, respondió:
—¿Y para qué querría un circo un arquitecto?

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