Mundo Mágico. Parte I

in #spanish6 years ago (edited)

La casa estaba destruida. El hermoso hogar que había construido con tanto amor y esmero, ahora estaba en ruinas. Las hermosas ventanas todas rotas, las cortinas rasgadas, las puertas que habían sido creadas para dar seguridad y protección, estaban dobladas y sin manijas. Los invaluables cuadros que adornaban la sala de estar, estaban destruidos de una forma extraña, como si le hubiera dando un cuchillo a un niño de siete años para que los recortara en tiras. Las paredes que antes estaban recubiertas con lujosos mosaicos y que fueron traídos exclusivamente de Italia, ahora lucían manchados de tierra y destruidos, pero la mayor destrucción se veía en las paredes que conducen a las habitaciones principales, parecía que habían tomado un martillo o algo más pesado y las habían golpeando con ello, dejando profundas y desgarradoras grietas. El grado de ensañamiento era tal que se podía comparar, al escenario de un huracán que había pasado por allí, arrasándolo todo.

Anabelle, una joven de veinticuatro años, de piel blanca como la nieve, cabello oro y largo que le cae como cascada hasta la cintura sostenido en una cola de caballo alta, ojos azules zafiros, no podía creer lo que veía: su preciosa casa hecha un desastre. Su día había comenzado de maravilla y ahora estaba viviendo una horrible pesadilla al ver su hogar en ese estado.
Llama de inmediato a su esposo, al principio no escucha tono, le marca tres veces y un frío le recorre por su espina dorsal, se estremece aún más de lo que ya está, tiembla como una hoja, se lleva ambas manos al pecho con el teléfono aún marcando, presiente peligro, algo extraño pasa, el sonido del tono del teléfono de su esposo se escucha en el piso de arriba. Mira hacia el lado donde están las habitaciones, horrorizada y temblorosa cuelga. Sabe que su esposo por negocios, jamás dejaría su útil medio de comunicación.
La joven trata de calmarse, cierra los ojos, respira profundo unas diez veces para armarse de valor y subir por los escalones. Lo hace con mucho cuidado. Observa el estado deplorable de cada escalón. Lo que fue una vez una hermosa escalera de vidrio templado, ahora estaba vuelta añicos, hay cristales por todas partes, los escalones reducidos a la mitad. Desea echarse a llorar allí mismo pero se contiene. Sube con cuidado para mantener el equilibro con sus zapatos de tacón alto, sabe que si se los quita se puede cortar. Ya no le importa si su vestido largo de seda blanco, se rasga al subir. Sólo desea saber del por qué allá arriba, suena el teléfono de su esposo.
Logra llegar al segundo piso, va directo a la alcoba principal que está a escasos metros de la escalera. Va abrir la puerta, pero nota que también le faltaba la manija. Nuevamente un frío recorre su cuerpo. Respira profundo una vez más para trata de calmar su cuerpo que no ha dejado de temblar. Vuelve a marcar el número telefónico, este suena adentro de la habitación, cuelga. Antes de entrar lo llama, nadie responde. No sabe que es peor: que le responda o que esté allí sin decir una sola palabra, que esté tan impactado como ella.

Anabelle toma por fin valor suficiente y entra a la habitación que han compartido a lo largo de tres años. Gritar de dolor, es un grito que se ha escuchado en toda la casa, más allá de las paredes, siente un vuelco en su estómago, se lleva las manos hasta allí y cae al suelo echándose a llorar. Las lágrimas recorren por sus mejillas sin control. Su amado esposo, su amigo, su confidente yacía con una puñalada, en medio de la habitación, un charco de sangre brota de sus entrañas. Se acerca al cuerpo aún tibio de su esposo, lo toma entre sus brazos, mirando hacia arriba pide al cielo que su amado esté aún con vida. Le toma pulso pero sabe que la herida ha sido mortal, fue directa y certera en el hígado. El frío de la muerte rápidamente se apodera de su cuerpo. Lo abraza con fuerza, suelta otro grito de dolor, llora desconsolablemente, quiere saber ¿quién ha sido el culpable de algo tan horrible? ¿Por qué a ellos?

— ¿Anebelle? — dice una voz a sus espalda, ella reacciona y voltea. Ve a su hermano entrando a la habitación.

— Gabriel — dice desesperadamente observándolo, como si fuera un fantasma que le estuviera hablando, no deja de abrazar a su esposo —. ¡Ayúdame por favor!, ¡ayúdame!, Andrea no puede estar muerto, debe haber un modo para que lo traigamos de vuelta. La medicina ha avanzado mucho –. Entre sollozos aún se niega a creer, que su amado esté allí tirado en el piso y sin vida.

— ¿Que pasó? – Pregunta Gabriel desconcertado –. Vine por que dijiste que tenías algo importante que decirme — ignorando las suplicas de su hermana y acercándose a ella. Mira el cuerpo de su cuñado y al verlo inerte con horror pregunta —: ¿Que le paso a Andrea?

— Yo solo... – balbucea Anabelle, sin poder formar bien una oración, su mente solo se fija en la pesadilla que está viviendo.

— ¡Lo has matado hermana! — Exclama Gabriel horrorizado, con una expresión de miedo mezclada con incredulidad.

— ¡Nooo! — Anabelle se separa de su esposo y se levanta dejando ver su pecho lleno de sangre, para dirigirse hacia donde está Gabriel — ¿Como puedes decir eso? Yo amaba a Andrea – le dice fieramente a su hermano.

— Lo siento, es que pensé… Como ustedes son tan diferentes y nuestros padres te quitaron todo por irte con un pobre y también me habías dicho que no te sentías bien estos últimos días…
— ¡Callate! – le exige a su hermano – Dices eso sólo porque no quiso trabajar contigo y con nuestro padre. Andrea tenía sus propios sueños y lo estaba logrando. Esta semana había firmado con unos alemanes para uno de sus proyectos y si yo no me sentía bien es que al fin pude quedar embarazada —. Anabelle furiosa, vuelve al lugar donde estaba antes de la llegada de su hermano.

— Lo siento Ana, pero mírate como estás – la señala abriendo los brazos y mirándola despectivamente de pies a cabeza, hasta llegar a la mirada tenaz de ella –. Tú, siempre que has sido la perfecta de la familia, la niña dulce y consentida de todos, ahora pareces una loca, despeinada y llena de sangre –. Anabelle inmersa en el dolor de su pérdida, no se da cuenta el tono burlesco tiene la voz de Gabriel.

— ¡No me importa los demás!, solo encontrar el asesino, ayúdame a que se haga justicia. Tienes amigos que te pueden ayudar en eso. Te pago lo que pidas, pero ayúdame por favor –. Suplica Ana a su hermano, sin dejar de acariciar el rostro frío de Andrea pasando su mano por su cabello castaño. Lamentando que ya no pueda ver sus hermosos ojos lavanda, una tonalidad única entre los humanos.

— Lo siento hermanita — es lo único que dice Gabriel.

Anabelle, se levanta furiosa, forma puños con sus manos y comienza a golpearlo en el pecho.

– ¡Deja de decir que lo sientes y ayúdame a traerlo de regreso! – Exclama con impotencia. No puede creer que su único hermano, le falle cuando más lo necesita.

Gabriel, se deja golpear. Aunque su hermana sea más baja que él, tiene una gran fuerza. Al poco tiempo, la agarra de las muñecas y la pega a su cuerpo, ambos quedan fijos mirándose a los ojos. El azul zafiro fuerte pero dulce al mismo tiempo, contra los verdes jades, fríos y calculadores, de su hermano quien baja la nariz hasta el cuello de Anabelle, inhala su olor quiere fijarlo en su memoria, una mezcla de jazmín con canela, para luego susurrarle al oído:
— Perdóname Anabelle, pero necesitaba o los necesito a ambos fuera de mi camino. El mundo mágico debe ser solamente mío. Ni tú, ni los guardianes y ni siquiera un simple humano van impedir que logre mí cometido — acercándola aún más a su cuerpo y sin que ella lo note, Gabriel le da una certera apuñalada en la espalda.

Anabelle no puede entender lo que está pasando. Solo al alejarse y mirar la daga que tiene su hermano en la mano, es cuando su mente comienza a darse cuenta de todo.
Se coloca ambas manos en la herida, siente la humedad, las lleva al frente y ve la sangre, incrédula mira a su hermano
– ¿Tú? – Pregunta, antes de tratar de escapar, pero su hermano no se lo permite. La toma del brazo y la lanza contra el suelo cerca del cuerpo de su esposo. Trata de pelear sin importarle la herida, pero su hermano le pone una rodilla sobre el abdomen para inmovilizarla, trata de detener sus manos pero él es más fuerte que ella, la observa con los ojos cubiertos de penumbras como si tratara de dominar un deseo prohibido, la detalla completamente – Una verdadera lastima – susurra entre dientes y antes de que Anabelle lo ataque, la apuñalarla dos veces, una en el vientre y la otra en el pecho, dejando que se desangre.

Anabelle mira a su esposo con ojos llorosos, le susurra —: Perdóname — toca su rostro y su mano, la aprieta con fuerza. Ya no puede sentir y escuchar nada, solo tiene en su mente los recuerdos de la hermosa familia que habrían formado con el bebé de ambos.

Gabriel enojado ve la hermosa daga de diamantes negros, con la que ha apuñalado a su hermana y a su cuñado, llena de la sangre de ambos, la guarda en la solapa de la chaqueta, después se encargará de limpiarla.

El mundo mágico ahora será de él y de nadie más.
Sale de la habitación y un fuego maligno comienza a crecer por la habitación, cubriendo vorazmente las paredes y el suelo.

Esta vez nadie lo iba a detener, todos los guardianes han muertos y las criaturas mágicas ahora están desprotegidas. Resultado-de-imágenes-de-Google-para-httpstatic.amarillasinternet.compictures500000_600000540000_550000544000_545000544700_5448005.jpg