Travesura Realizada II: El Punto Débil de Jace - Cuarta Parte MAS
Travesura Realizada II:
El Punto Débil de Jace.
No podía recordar la última vez que me había sentido tan jodidamente incómodo.
El aire frío agarrotaba mis manos y temía hablar y sonar tembloroso. Esto era tan jodidamente incómodo en niveles que mi mente no podía registrar.
Byron, el padre de Oliver, anotaba palabras de manera desordenada en su imponente libreta estampada de la estación policíaca, lucía molesto y taciturno, o quizás solo era mi mente mostrándome cómo me veía en ese momento.
Abría y cerraba el cierre mágico de mis guantes sin dedos, aquel era el único sonido en toda la habitación. No había tenido valor para salir de casa sin ellos puesto que las magulladuras que me provocó el incendio seguían a carne viva. April sabía hacer mucho con todos esos maquillajes, pero no magia, mucho menos brujería, así que habíamos completado nuestros disfraces con ropa y accesorios.
Byron bajó el lapicero y se reclinó en su silla. Yo, al contrario, me enderecé.
—¿Cómo te encuentras, Jace?
¿Honestamente?, mejor de lo que esperaba.
—¿Cómo se supone que esté después de que uno de mis mejores amigos haya muerto?— Reí sin gracia, a veces, ciertas actitudes salían de mi sin poder evitarlo.
Daría cualquier cosa por un cigarro en este momento.
Jamás me había sentido tan fuera de mi. Jamás había experimentado lo que era no tener ni el más mínimo control sobre la situación y sus consecuencias. Hazlo por April y Oliver, me dije mentalmente y respiré.
Lo lamento, Detective Byron, creo que esta situación me está sobrepasando.—Bajé la vista a mis manos y traté de controlar el movimiento involuntario de mi pierna. El curso de interrogatorio policíaco que Oliver me había enseñado antes de entrar se desvanecía y perdía en mi memoria gracias al mal camino por el cual me conducían mis pensamientos. Nunca fui el más optimista de los tres.— Me siento vacío, supongo, no puedo describir lo que verdaderamente siento.
Y no era del todo una mentira; cuando mi padre murió era muy joven para saber lo que estaba ocurriendo, pero con Freddie había sido consciente y más que eso, había sido partícipe sin saberlo hasta el último momento.
El padre de mi mejor amigo me observó con cierta lástima en su mirada, quizás recordando lo mismo que yo recordaba, pero quién sabe. No era el tipo de sujeto que desperdiciaba minutos adivinando lo que otros pensaban, aquello era tarea de April.
—Jace, necesito saber dónde estabas entre las 7:00 PM y las 3:00 AM del día de ayer.—Comenzó el interrogatorio recobrando su actitud dura e imperturbable. No podía permitirse sentir afecto por más que ante sus ojos se encontrara uno de los dos niños que vio crecer junto a su hijo.
Jace tragó saliva y el pánico disparó furioso los latidos de su corazón.
Hace bastante tiempo que había perdido el sentido de propiedad sobre muchas cosas importantes en la vida, incluso más desde la última vez que tuve verdadero miedo a que algo pudiera llevarse la mía. Hoy, después de tanto tiempo, había descubierto mi punto débil; eran April y Oliver. No podía dejarme caer porque los arrastraría conmigo y si había algo de lo cual jamás podría reponerme, sería de haberlos hundidos.
—En la residencia La Victoria.— Contesté rápidamente ganándome una mirada extrañada por parte de Byron. Cerré fuertemente los ojos y quise golpear mi frente contra la mesa. Esto era más difícil de lo que pensaba.
—¿Quién vive en La Victoria?—Preguntó a pesar de conocer la respuesta.
—Nadie, era el departamento de mi padre antes de morir.—Expliqué— Solemos reunirnos ahí algunas veces.
—¿Quiénes?
—April Harper, Oliver Gelbero y, bueno, Freddie Vital.—Solté su nombre con inseguridad que, a los oídos de Byron, fue con sentimental. Al menos algo salía bien después de todo.
—¿Alguien puede corroborar su coartada?
Reprimí una sonrisa.
—Mi madre, hablamos por el teléfono del departamento ese día.
—¿A qué hora?
—No estoy seguro, es decir, creo que alrededor de las 6. Ya estaba anocheciendo.
Byron anotaba en su libreta y me miraba algunas veces en el proceso.
Repito: era la situación más incómoda que había experimentado en mi vida.
Mordía la parte interna de mi mejilla para controlar el castañeo de mis dientes, sentarme sobre mis manos para ocultar el temblor sería terriblemente estúpido y obvio, así que opté por esconderlas en los bolsillos de mi chaqueta. Mi única esperanza era contestar correctamente a sus preguntas; yo no poseía los cautivadores ojos de April ni el rostro dulce de Oliver. Solo era Jace.
Y Jace no era precisamente querido por todos.
—Joven Morton, ¿Cuándo fue la última vez que habló con Freddie Vital?—Byron cruzó las manos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante, observando cada pequeño detalle o movimiento de mi rostro.
Ahora si hubiera deseado entrar al grupo de teatro con April.
—Ayer, pero durante la tarde, —traté de lucir ausente y confundido.— él iba a llevar algunas cosas para el departamento esa noche.
—¿Qué cosas?—Preguntó. Me removí incómodo en la silla, supongo que no te salvas de todo en esta vida.
—Él... uh, bueno,— volví a acomodarme en el asiento y cerré los ojos un momento. Sólo dijo, Jace.— iba a conseguir alcohol.— Solté vergonzosamente.
Byron elevó su ceja con intriga y curiosidad. Casi pude percibir el nacimiento de una sonrisa burlona, pero por obvias razones no la dejó seguir.
—¿No dijo dónde compraría el alcohol?— Alternaba su vista entre la pequeña libreta y yo.
Una idea brilló en mi mente y el tiempo pareció detenerse mientras consideraba el peso de aquella acusación. Sin embargo, en ese momento acusarlo después de muerto no lucía como una mala idea, después de todo, jamás creí en los fantasmas, mucho menos en los vengativos.
—A veces Freddie robaba el club de su padre.— Bajé la vista y solté aquello en un susurro, el silencio en aquella habitación permitía escuchar hasta el caer de una aguja.— Detective, no estoy orgullosos de eso, en realidad, ni siquiera era algo común entre nosotros.
—Lo entiendo.— Dijo, pero pude percibir enojo en su tono de voz.—¿Qué más hablaron por teléfono?
—Solo eso; le dije que llevara el alcohol y luego colgamos.
—¿Se encontraba la señorita Harper y Oliver con usted?
—¿En ese momento?—Asintió.— No, llegaron minutos después.
—¿Qué sucedió luego de eso?
—April intentó llamarlo antes de que empezara la película, pero no contestó. Freddie no era el más puntual de todos, así que comenzamos sin él.—Mi voz tembló a causar del frío y, por primera vez, servía de algo utilizarla para mis sucios propósitos:— No teníamos idea de que algo andaba mal, es decir, ¿se nos hizo raro que no apareciera? supongo que si, pero Freddie entraba y salía a su antojo muchas veces y sin decir nada.
¿Realmente piensa que de haber sabido lo iba a pasar esa noche, no habríamos trato de impedirlo?—Mi voz sonó perturbada, estrangulada y cortada. Byron me observaba sin decir nada—De haberlo hecho habrían ocurrido dos cosas, Detective; lo habríamos salvado o hubiéramos explotado los cuatro juntos.
Aquello había salido de mi corazón.
Las lágrimas en mis ojos nos sorprendió a ambos, no esperaba que aquella avalancha de emociones me golpeara con tanta rapidez y fuerza. Supongo que todos llevamos el pésame de manera distinta y reaccionamos a tiempos distintos.
Para cuando quise darme cuenta, ya no solo temblaba mi voz, sino mis manos, mis brazos y todo mi cuerpo se movía involuntariamente, mi respiración era agitada e inestable. Mis ojos picaban y aquella sensación de pánico se extendía por todo mi pecho. Podía escuchar los latidos de mi corazón tapando mis oídos.
La mano del Detective Byron se posó sobre mi hombro y me apretó.
—Jace, respira.—Dijo deslizando mi silla hacia atrás—Respira.
Cerré los ojos fuertemente y dejé que su voz penetrara y golpeara los muros de mi mente. Luego volví a enfocarlo con calma y, con mucho esfuerzo, dentro de mis cinco sentidos.
—Lo lamento.— Dije sintiendo la boca seca.
El padre de Oliver sonrió y volvió a su lado de la mesa, se veía cansado y muy, pero muy, angustiado. Suspiró observándome detenidamente y negando con la cabeza, aquella acción apresó el aire dentro de mis pulmones.
—Creo que eso es todo por hoy, Morton. Cualquier otra cosa, volverás a ser llamado.—Se dirigió a la puerta y la abrió de par en par, pero no salió, me estaba esperando.
Me levanté como si mi cuerpo de pronto pesara más que antes, como si toda la culpa y las mentiras hubieran aumentado y engordado mi consciencia. Pasé por su lado sin la dignidad suficiente de alzar la cabeza.
—Lamento mucho la perdida, Jace.— Escuché bajito, solo para mi. Asentí cortamente y seguí. No tenía ninguna cara para darle.
Me sentía sucio y, por primera vez en años, poco merecedor de su amistad y cariño.
Nadie lo siente más que yo, Señor By.
Infinitas gracias por leerme.
Siempre será un placer para mi ser leída por ustedes.
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Hasta pronto.
Besos.
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