MERCADO ADICTO
La banca central se convertido en el enfermero de todas las emergencias. La economía no se cuida nada, y a consecuencia de su mala vida, padece algún que otro infarto.
La autoridad monetaria es cobarde y dependiente de quiénes descuidan su corazón, por ello acude rauda, desfibrilador en mano, a animar a aquellos que han enfermado a toda la economía.
El desfibrilador crea adicción.
Las grandes corporaciones han construido sus imperios sobre riqueza ficticia, levantando edificios sobre cimientos de deuda. Pese a las ingentes remuneraciones de los CEO, los estados financieros de las empresas son para echarse a llorar.
Enormes volúmenes de deuda y un castillo de naipes a puntito de derrumbarse.
Los banqueros centrales lo saben, y corren gustosos a mantener vivo el juego una semana más. Siempre que el mercado grita de dolor, allí está el anestesista para sacar la impresora de dinero.
Las intervenciones tienen un límite, y el balance de la FED se halla en las fronteras de la obesidad mórbida. No sabemos cuánto aguantará el tinglado sin caerse, pero sabemos que tiene fecha de caducidad.
Los banqueros lo saben, y siempre que el mercado levanta un poco el vuelo, vuelven a reducir su intervención.
Y entonces el parquet se tiñe de rojo. Again.
No sabemos cómo terminará esto, pero la orgía festiva que enriqueció a inversores por hacer nada, está próxima a poner punto final.