Ser padres… una decisión para toda la vida

Ser padres es una aventura. Los adultos saben cómo y dónde empiezan la maternidad y paternidad pero nunca sabrán con anticipación a donde los puede llevar. Planearlo todo resultaría difícil, y calcular todas las probabilidades, imposible.

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Ser padres es desvelarse por varias noches, es entender que no eres enfermera pero debes saber cómo tomar la temperatura y desarrollar paciencia necesaria para contestar cuestionarios infinitos.

Es asumir la responsabilidad de guiarlos llevándolos de la mano y soltarlos el día que menos lo esperas, porque se encuentran listos para su andar. Es verlos partir con lágrimas de satisfacción por el camino que han descubierto, sabiendo que tu trabajo esta echo.

Es llorar por cada palabra aprendida, por cada logro, por esos besos que recibimos con tanta ternura. Es sentir temor y conseguir la calma, es preguntarse en infinitas oportunidades, ¿Qué hago, que debo hacer, lo estoy haciendo bien?.

Tener dudas es normal. Estas aparecen por el miedo que sentimos cuando creemos que lo estamos haciendo mal, sin embargo, siempre aprendemos a sobrellevarlo y a conocer cosas de nosotros mismos que desconocíamos. Cada cambio, cada logro, cada enfermedad, cada capricho, puede generar incertidumbres, temores, alegrías, satisfacciones o frustraciones.

Por eso, ser padre es un ejercicio de construcción personal permanente que facilita descubrirse a sí mismo como un ser siempre en formación, con una capacidad ilimitada para crecer como persona y para aprender a amar.

Ser padre es entonces, una tarea compleja y exigente, para la cual no existen fórmulas o recetas efectivas pero si teorías y prácticas que la pueden hacer más divertida y gratificante.