A mi madre
Mis recuerdos de niñez solo la ven trabajando en una especie de tienda grande con una inteligencia desproporcionada para una persona que solo llegó al tercero de primaria, atendiendo con valor a sus once pequeños y a su marido.
Siempre hermosa y de punta en blanco pues la femineidad ha sido una de sus virtudes, la cual ninguna de sus hijas hemos podido alcanzar.
Levantó una familia con toda la generosidad de madre abnegada, no la sentí cansada ni estresada porque no sufrió nunca de pereza como ella misma lo repite. No le conocí reproches, ha sido tan amable, tan dama y tan mamá.
Callada en sus penas, que no fueron pocas. Cuando enviudó de mi padre después de un largo matrimonio con altibajos me confesó que volvió a nacer y comenzó a hacer cosas inimaginables para una señora de su edad: ejercicio, lectura, yoga, estrenar recetas deliciosas ya que la cocina siempre se le ha dado muy bien; comenzó a vivir como quería.
Ahora con más de cincuenta nietos y muchos bisnietos que son su mayor regalo, exhibe una hermosa salud y belleza a sus 87 años.
¡Eso para mi es saber vivir!
Berta Ramirez - Junio 2018