Diario de confinamiento

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Seguimos el confinamiento, cada día es una vuelta de tuerca más, sin ir más lejos, acabo de sacar la basura, dos bolsas repletas, orgánico y contenedor amarillo, iba con un chandal que me cubre todo el cuerpo, mascarilla, y las ideas claras, ir al contenedor, tirar cada bolsa a su respectivo y volver.

Bajé las escaleras, como aconsejan, al hacerlo a la hora preceptiva, me encuentro con el primer inconveniente, no se ve un carajo, tengo q pulsar para encender la luz al menos cada dos plantas, no está la cosa como para tropezar, luxarme un pie y tener la certeza que probablemente, nadie podría hacer nada por mi.

Alguien ya cogido el ascensor, espero no coincidir con vecinos, echo un ojo al buzón,hay cartas, no llevo la llave, otro inconveniente, abrir la puerta de la entrada cargado hasta la boca de basura. La mascarilla, molesta que te cagas para respirar, me produce claustrofobia y respeto, ya salgo, adelante veo al vecino, lleva cartón, no coincidimos, tampoco nos saludamos, se aleja en dirección contraria al bloque.

Me cruzo apenas con dos personas, todas con mascarilla, esto hace apenas dos días, de una cosa de locos, estoy evaluando ponerme las gafas protectoras, si esto sigue así, igual acaba en rutina.

La subida por las escaleras, aún sin carga, se me hace pesada, por la mascarilla, subo a oscuras, se me hacen eterno los cinco pisos, abro la puerta de la casa, me descalzo, me lavo meticulosamente las manos, friego con lejía, me quito la ropa, limpio el móvil y las llaves con limpiador de amoniaco, meto a lavar la ropa, me lavo de nuevo las manos, ya ásperas de tanto jabón, me visto con ropa limpia, esto, es lo más emocionante del día, ya sólo queda la cena.

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