Las prostitutas
En toda ciudad, pueblo, caserío o barrio hay putas. Mujeres que viven del oficio de vender su cuerpo a otro. Como es típico de nuestra sociedad capitalista, las hay de distintas clases y tipos. Las VIP, las cabareteras, las prepago y las que simplemente caminan por la calle para ganarse el pan. Si hay en el imaginario colectivo un estereotipo fuerte y pesado, es el de las putas. Incluso, algunos insultan con la expresión hijo de puta, como si la condición de madre se perdiera por pertenecer a este gremio milenario de trabajadoras.
En mis caminatas por la ciudad, me encontré de repente al frente de un local donde sonaba Te Perdoné de Celedón a todo volumen. Eran las dos de la tarde y desde afuera observé q se trataba de un bar. Justamente al lado, en un local pequeño q daba hacia la calle, había una venta de “almuerzos ejecutivos” que engullían hombres y mujeres nada ejecutivos. Frente a ese comedero, en la acera, un grupo heterogéneo de mujeres conversaba a gritos de las cosas del día. Junto con unos cinco bebés y otros niños pequeñitos que jugaban entre sus piernas, este abanico de mujeres hablaba de la ropa sucia, del almuerzo, del alto costo de la vida, de los hombres, de Chávez, del carajito enfermo, de Susana que se fue, de la escuela, de la novela, del funeral del viejo Leonel y de innumerables temas. Interrumpiendo la conversa, desde las sombras del bar salió una joven morena, de pelo ensortijado, con un maquillaje recargado y trajeada con un vestido muy corto color fucsia, gritando desde la puerta: “mamá Enrique te llama y que vayas ya!”. Se dirigía a la mayor de las mujeres del grupo, de unos sesenta años, con el pelo despeinado teñido de amarillo y vestida simplemente de pantalones blancos y franela estampada con un Si se puede muy característico. La señora se calló y acudió de inmediato. En ese momento supe que aquellas mujeres eran las putas del bar. Mujeres diversas, unas bonitas y otras feas, unas jóvenes y otras viejas, mamás, incultas, sanas, drogadictas, delicadas, tiernas, groseras, educadas… en fin, humanas… y víctimas del tabú hipócrita que tiene esta sociedad con el sexo, porque una miss o una modelo también vende su cuerpo y su sexualidad, solo que es moralmente aceptada la forma en que lo hace, aunque en el fondo no se diferencian en nada a lo que todos los días les toca hacer a aquellas mujeres de la acera.
“Que te perdoné, ya te perdoné…” seguía sonando en el bar y aquella escena se me volvió patética y desgraciada. Pensé en abandono social, en la desprotección ante la explotación, en la imposibilidad de protección social, en los estigmas, en los dogmas… en la marginación. Ellas, las putas, pertenecen a nuestros marginados: seres al borde de la sociedad, la cual los usa y dispone a su antojo. Aquellas mujeres, hagan lo que hagan, son una hermandad que solo cuenta con su solidaridad para sobrevivir al sistema q las explota. Y las explota al máximo, porque por más hombres que disfruten y se satisfagan con ellas todos los días por muchos años, nunca serán las dueñas de nada y seguirán siendo putas para vivir. Así como el obrero seguirá siendo obrero así haya ayudado a construir veinte edificios y diez urbanizaciones. Así funciona el sistema en el que vivimos. Funciona?
Y como repentino final, dejó de sonar la canción de Celedón y sólo quedó un cartelito al lado de la entrada del bar que rezaba: “Se solicitan muchachas de buena presencia para trabajar”
Qué bien has inicado tu blog. Me ha movido mucho tu sensibilidad social y ese inconformismo y pensamiento crítico que muestras al analizar la duplicidad de la sociedad que aliena a las prostitutas de calle y se hace la vista gorda con las misses.
Y ahora lo llevo más lejos: es que si existen las que venden sexo, es porque hay quién lo compre no? Y nadie dice nada en contra de quien compra. Al menos no en nuestra sociedad machista Venezolana.
Al final, si el cuerpo es de uno (seas hombre o mujer), no puedes hacer con él lo que te dé la gana?
Por qué nos empeñamos en etiquetar y alienar a la gente a diestra y siniestra? Lo peor es que si hacemos una evaluación personal, al mismo tiempo que etiquetamos a los demás, alquien también nos etiqueta y nos discrimina a nosotros.
Yo digo, si haces el bien y no dañas a nadie, por qué meterse contigo?
Me parece que voy a proponer tu post para la curación de @bebeth. Me ha gustado tu contenido. Tengo que encontrar 2 posts más para poder nominarte. Saludos!
Gracias por leerme! El mejor premio para mi es que lo que escriba tenga la capacidad de hacer reflexionar a alguien. Ya con eso me doy por satisfecho. Agradezco tus palabras. Un abrazo para ti! @mvelazco