El cuaderno

Hace años una chica y un chico coincidieron en una reunión de fanáticos de animé. Eran tiempos más ingenuos. No existía el exceso de información de ahora ni convenciones, prácticamente ni siquiera había aficionados, sólo algunas pocas personas que en los inicios de Internet decidieron reunirse y hablar de lo que les gustaba. Amistades fueron y vinieron, igual que amoríos y enredos. Cuando empezó a mutar el grupo ya cada quien tenía una posición pero al final sólo quedaron los momentos compartidos. Uno de esos momentos especiales fue aquel en que una pequeña confidencia trascendería el tiempo. La chica que se mencionó al principio en su inocencia tierna y sincera entre conversaciones con el chico le mostró un pequeño tesoro que tenía en su bolso. Se trataba de un pequeño cuaderno a manera de diario con recortes sobre los dibujos animados de su afición. No eran sólo dibujos. A través de ellos se plasmaron sueños y fantasías que la chica poseía acerca del mundo y la vida, de esa época en que ya nos proponemos cambiar la manera en que se deben hacer las cosas. El chico al ver esto pudo entender que no estaba ante una chica cualquiera, que era tan especial que sabía que es de esos seres tan valiosos que no pasan por nuestra vida por casualidad. Porque el chico tenía un cuaderno igual que ese y de momento no lo cargaba consigo pero que en la próxima oportunidad se lo mostraría. Como si fuese un requisito para ingresar a una sociedad secreta que sólo ellos conocían y acababan de fundar, que no importarían los años y que la conservaría y compartirían su locura juntos. Luego del acuerdo el chico jamás le enseño nada. Hoy 16 años después estos chicos gracias al hilo que los une están de vuelta como nunca. Entre besos y escondites se cuentan sus experiencias vividas y de cómo han liado con la vida y es en uno de es encuentros en que por casualidad salió el tema. El chico jamás olvidó su compromiso y la chica recordó una parte olvidada de su niñez. Mañana se verán porque es el cumpleaños del chico y no puede esperar a que amanezca para cumplir lo prometido y enseñarle el cuaderno a la chica.