Dos semanas en blanco [Narrativa]
No tenía una frase, ni una palabra. Ya había perdido la cuenta de las veces que había encendido la computadora. Mateo no podía comenzar su novela, aquella que marcaría un cambio en su vida.
Ya habían pasado dos semanas desde el momento en que tomó la decisión de escribirla. Antes de ese día las ideas se paseaban por los callejones de su mente con toda normalidad. Los temas se cruzaban unos con otros, a veces se hacían oposición y en algunas ocasiones los temas se unían, como quien quiere jugar en equipo.
Simplemente bastó con que Mateo decidiera asumir el reto de escribir una novela para que las ideas se hicieran las difíciles. Éstas se apartaron, le dejaron el camino libre a las dudas y a las preguntas.
El escritor, que estaba acostumbrado a redactar textos breves, cuentos y poemas, decidió consultarle a una gran lectora de novelas.
-¿Reinita, cómo se escribe una novela para adolescentes?, preguntó Mateo a su esposa, quien en documentos está identificada como Erylin.
-No sé. ¿Una novela para jóvenes?
-Sí. No tengo idea de cómo iniciarla.
-Tendrás que buscar un clásico como “Mujercitas”, de la estadounidense Louisa May Alcott; la serie Harry Potter de novelas fantásticas de la británica JK Rowling; o la policial “El fantasma de la Caballero”, del venezolano Norberto José Olivar; o “El despertar de Cervantes”, de Vicente Muñoz Puelles, le sugirió ella.
Así fue como Mateo empezó a reconocer sus debilidades. Entendió que las ideas se habían escondido por miedo a que él las llevara a un lugar desconocido. Las ideas prefirieron ocultarse antes que perderse.
Después de varias noches en las que se repetía la misma escena, de encender la computadora, abrir el programa Word y quedarse frente a la pantalla en blanco. Mateo se levantó de la silla sabiendo que no intentaría escribir las primeras palabras antes de leer miles de páginas.
Los siguientes días los dedicó a buscar libros en diferentes lugares de su casa, abrió varias cajas que tenía en el olvido. También salió a buscar libros fuera de la casa, en bibliotecas, librerías, en las casas de sus amigos y en las ventas de libros en los pasillos universitarios o debajo de los puentes.
Sus encuentros con amigos, vecinos y compañeros de trabajo tenían unas preguntas comunes: ¿Cómo se escribe una novela para adolescentes? y ¿Cuál me recomiendas?
Cada día aumentaba el compromiso con aquella novela, la que había decidido escribir, pero de la cual todavía no tenía personajes ni temas. Era un compromiso con él mismo, con su futuro.
Mateo tenía un gran reto por delante.
Qué escritor no se ha encontrado con esta traba, con este bloqueo? Yo cuando tengo una idea inmediatamente cojo el móvil (que es lo que suelo tener más cerca) y comienzo a escribir en la app de Office. Si no lo hago... adiós idea! XD Me encantó tu escrito. Espero haya una segunda parte :D