¿Alguna vez has sentido miedo? ¡Estoy segura que sí! Seamos honestos con nosotros mismos, el miedo da miedo; puede parezca un juego de palabras, pero es que este sentimiento nos paraliza como a un rabipelado/zarigüeya. Y antes que salgan los sensibles, mi intención no es ofender a nadie comparándole con ese animal tan feo y de ojos saltones, permíteme y me explico mejor.

En Venezuela conocen a la zarigüeya como “rabipelado” y es una especie de rata, pero más grande y con una cola larga y ojos redondos, negros y saltones. ¡Es bien, pero bien feo! Resulta que este pobre animalito no solo fue dotado con una fealdad inexplicable sino que, además, tiene muy pocas habilidades. Por ejemplo, no es rápido como un chita, ni trepa los árboles como un mono y tampoco posee la fuerza de un oso. Entonces, ¿cómo sobrevive en la selva salvaje? Gracias al miedo.

¿Quiere decir entonces que nunca sale de su cueva? ¡Para nada! Lo que sucede es que cuando se encuentra ante una situación de peligro, el rapipelado es invadido por el miedo y, literalmente, se paraliza hasta el punto en el que sus signos vitales bajan tanto que parece estar muerto. Como consecuencia, muchas veces se salva y solo sale con heridas leves por parte del depredador. Bajo éstas circunstancias, ese instinto de supervivencia, consecuencia del miedo, le sirve para vivir, pero, ¿qué sucede cuando está cruzando una carretera y viene un carro a toda velocidad? Igualmente, su instinto lo paraliza y ¡prrr😵! Termina muerto y aplastado.

¿Qué tiene que ver el rabipelado con el ser humano? Pues que al igual que este animal, el miedo nos paraliza (cosa es totalmente normal y totalmente comprensible) y nos impide saltar esas paredes que nos permiten conseguir las cosas. Pero no se alarme, tener miedo no es algo malo. Todos padecemos de este sentimiento en algún momento de nuestras vidas, y es que eso es lo que hace humanos. Lo que si está mal es permitir parecernos al rabipelado y dejar que este sentimiento nos paralice por completo.

Posiblemente no necesitemos vivir un momento tan extremo como este animal en el que un carro nos llevará por el medio, pero si hay circunstancias cruciales en las que el miedo puede hacer que nuestro camino de un cambio brusco. Me refiero a relaciones, decisiones, profesiones, gustos, aventuras… Ahora bien, ¿qué podemos hacer para sobreponernos y vencer las barreras que nos pone el miedo? Me encantaría decir que existe una fórmula mágica para ello, pero no es así (o al menos yo no la conozco).

En internet aparecen cientos de consejos, así que no repetiré algo que puedes “googlear”. Como he demostrado hasta ahora en mis post, soy de las que cuenta sus propias experiencias y cada quien juzga si le hace caso a esta loca o no. Esta vez no será la excepción. Quiero aclarar que no soy psicóloga, médico, coach ni nada que se le parezca. Tampoco soy alguien que vive sin miedo, para nada. Sin embargo, aquí estoy asustada, pero saliendo de mi zona de confort (escribir de comida) y arriesgándome a hacer algo nuevo. ¿Me saldrá bien el intento? No lo sé, no tengo una bola mágica para predecir nada. De lo único de lo que tengo certeza es que la única forma de morir atropellados por la vida es afrontando nuestras barreras, con todo y miedo. En el camino siempre uno empieza a vencer sus propios demonios.

Mi único consejo es: no seas como un rabipelado. Tú si puedes moverte, actuar, arriesgarte y vencer tus miedos para que el tren de la vida no te aplaste.