Úteros vibrantes
De mujer a mujer, de mujer a niña, de madre a hija, de vientre a vientre.
(Casilda Rodrigáñez)
Prácticamente no se ha estudiado el útero separadamente de su papel en la reproducción, un hecho que refleja los sesgos culturales de fondo de esta sociedad. El útero se considera el hogar en potencia de otra persona y se valora cuando está capacitado para desempeñar ese papel. Una vez que ha acabado su función, o cuando la mujer decide no tener hijos, el útero no tiene ningún valor intrínseco para la medicina y para la vida moderna.
Los ovarios suelen considerarse más o menos del mismo modo, porque la ciencia médica cree que la administración de hormonas de origen artificial puede funcionar igual de bien o incluso mejor que los propios ovarios de la mujer.
A las mujeres se les enseña a considerarse a sí mismas más o menos del mismo modo, valiosas como madres o compañeras, pero sin ningún valor propio intrínseco.
Hay una terrible creencia entre médicos y pacientes que dice que el útero está para desarrollar bebés o para desarrollar cáncer. Por eso vemos tantos úteros normales y sanos extirpados.
La posibilidad de que el útero pueda tener otra función fuera de la reproductora o de producir tumores no ha sido adecuadamente tratada en la formación de los médicos y médicas. Incluso si una mujer tiene una enfermedad de los órganos reproductores pero desea conservar su útero aun cuando no le interese tener hijos, es posibles que sea considerarla excesivamente emotiva o sentimental, algo supersticiosa y no muy informada respecto a ese órgano. El tono patriarcal general de esta formación médica es que si esa mujer fuera más culta, sabría que el útero es inútil si no es para concebir y tener hijos.
En realidad, el útero sí desempeña un papel en la regulación hormonal, y su extirpación no es aconsejable a menos que sea absolutamente necesaria.
Según la doctora Christiane Northrup (lectura que recomiendo muchísimo), esta subvaloración del útero por parte de los médicos y el público en general contribuye a que la histerectomía haya sido una de las primeras opciones elegidas en Estados Unidos y que en los años ochenta, alrededor del 60 por ciento de las mujeres de 65 años ya tenían extirpado el útero. En la actualidad ese número ha bajado considerablemente pero esta operación continúa realizándose con demasiada frecuencia a pesar de haber otras opciones. El número de histerectomías no cambiará de forma importante mientras las mujeres no cambien sus creencias acerca de los órganos pelvianos.
Puesto que nuestros pensamientos y creencias influyen en nuestro cuerpo, los mensajes negativos sobre el útero que interiorizamos a lo largo de la vida son causa de un buen número de los problemas que experimentamos las mujeres en esta zona.
Muchas veces olvidamos el rol del útero en nuestra sexualidad, por eso no podemos conformarnos con el útero de los ginecólogos ni con la tecnología médica que consagra la maldición divina de parir con dolor. Porque ahí está la gran diferencia.
El útero de una mujer que no ha sido sexualmente reprimida desde la infancia, funciona perfectamente, produciendo placer y no dolor; pero el útero de una mujer cuya sexualidad se ha paralizado desde niña, funciona de una manera patológica y con dolor.
Recuperando nuestra matriz
Para recuperar la sensibilidad uterina la primera cosa que hay que hacer es explicar a nuestras hijas desde pequeñas que tienen un útero, para qué sirve y cómo funciona. Explicarles que cuando se llenan de emoción y de amor, su útero palpita de placer.
Bailemos con ellas, para que cuando lleguen a la adolescencia no tengan reglas dolorosas, sino que se sientan en ese estado especial de bienestar.
El útero es una bolsa formada por fibras musculares, con una puerta de salida, el cérvix, donde estos haces se concentran para poder cerrar la puerta herméticamente con el fin de sostener el peso del feto, de la placenta, del líquido amniótico, etc. contra la fuerza de la gravedad; y, al mismo tiempo poder abrirse hasta los famosos diez centímetros para que salga el bebé a término. El tejido muscular es fuerte y al mismo tiempo elástico y flexible.
Y con un dispositivo de cierre y apertura en el que participa un sistema neuroendocrino y neuromuscular, el cual a su vez depende de la sexualidad de la mujer. Hay quienes afirman que este dispositivo no es otra cosa que el orgasmo y el proceso de excitación previa, y que el orgasmo fue el invento evolutivo para accionar la apertura del útero.
El útero además tiene receptores de oxitocina en el tejido muscular para activarse con la llegada de esta hormona; es decir, en el útero interviene la sexualidad. Para profundizar en este tema les recomiendo los textos de Casilda Rodrigáñez.
¿Qué es lo que no permite la relajación del útero? El miedo.
El miedo es incompatible con cualquier acto sexual; toda la sexualidad por definición es la extrema relajación, la confianza en el entorno, lo opuesto al estado neuro-endocrino-muscular de un cuerpo que tiene miedo.
Ahora bien, entender el parto como un acto sexual implica ampliar nuestra concepción de la sexualidad y llevarla más allá de lo genital, del acto de la penetración. La sexualidad femenina es mucho más amplia, pero en nuestra sociedad se encuentra inhibida.
No se trata sólo de acabar con el dolor innecesario del parto que, como dice Leboyer, no satisface a ningún dios; se trata de acabar con la violencia interiorizada que supone inhibir nuestra sexualidad y nuestra la capacidad orgástica desde la infancia; la violencia interiorizada de la negación de nuestros cuerpos y de nuestras vidas.
En lo que respecta a la energía, el útero está relacionado con el sentido de identidad más íntimo de la mujer y con su mundo interior. Simboliza los sueños a los que le gustaría dar a luz. La salud del útero refleja la realidad emocional interior de la mujer y su fe en sí misma en el grado más profundo. La salud del útero está en peligro si la mujer no cree en sí misma o es excesivamente autocrítica. La energía uterina es más lenta que la energía ovárica. El tiempo de gestación biológica del feto es de nueve meses lunares, mientras que el tiempo de gestación biológica de un óvulo es solamente de un mes lunar. Podemos imaginar el útero como la tierra, ya sea simbólica o biológica, en la cual van a desarrollarse con el tiempo las semillas creadoras de los ovarios.
FUENTE
Los órganos pelvianos internos (ovarios, trompas y útero) están relacionados con el segundo chakra. Su salud depende de que la mujer se sienta capaz, competente o poderosa para crearse abundancia y estabilidad económica y emocional, y para expresar plenamente su creatividad. Debe ser capaz de sentirse bien consigo misma y con las relaciones que mantiene con las demás personas de su vida. Por otra parte, las relaciones que ella encuentra estresantes y limitadoras afectan adversamente a sus órganos pelvianos internos.
Un placer compartir estos aprendizajes con ustedes.
¿Cómo está la conexión con su segundo corazón?
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