Esta no es la respuesta de un padre, pero sí la de un hijo que mantiene ciertos recuerdos de cómo fue su crianza:
Me parece que lo primordial es mantener una sana relación afectuosa Padre-Hijo. Sin este verdadero amor, es difícil que el hijo sienta una correcta motivación -como el respeto- por cumplir con sus padres, de modo que no sea el miedo el motor de sus acciones. Durante la etapa de descubrimiento, el infante hará cosas que pueden estar incorrectas para el juicio de una persona madura. Comprendiendo este desconocimiento que tendrá el hijo sobre el mundo de la tan subjetiva moral, lo que está bien y lo que está mal; lo que se debería realizar es un primer condicionamiento, realizando llamados de atención con un tono de voz dominante, y quizá algún acercamiento algo brusco pero sin violencia. Por ejemplo, detenerlo en el acto y hablarme firme; o retirarlo del lugar donde se encuentren.
En la medida que el niño va creciendo y va comprendiendo mejor por el lenguaje hablado, enseñarle a reparar el daño originado. Esta puede ser una herramienta más poderosa que cualquier regaño físico. Les describiré un ejemplo personal: Cuando yo era un niño, y me encontraba en la etapa de rayar las paredes. Mi mamá al descubrirme haciéndolo, me hizo pasar un muy buen rato limpiando por completo la pared, y me dijo: Cada vez que vuelvas a rayar las, vas a tener que limpiarlo todo de nuevo tú solo. Vale decir que jamás volví a rayar una pared en mi vida...
Con el tiempo le fui agarrando respeto a los castigos de mis papás. Algo que siempre sorprendía a las amigas de mi mamá es que cuando me castigaban, me enviaban al cuarto sin derecho a ver televisión. Si bien al principio me quitaban el televisor del cuarto o el control remoto, con el paso del tiempo ya no hacía falta nada de eso, simplemente no encendía la televisión por el tiempo que durara el castigo. Porque si me quitaban el televisor por unas horas, y yo desobedecía el castigo, me privaban de ese entretenimiento por mucho más tiempo. Simplemente decidía aceptar el primer castigo, yo entendía porque lo hacían.
Creo que nunca en mi vida me pegaron, y si lo llegaron a hacer, no habrán sido más de 3 veces.
En mi colegio, los profesores siempre me conocieron como el de mejor comportamiento. Y es que solo bastó con unos padres cariñosos, con consejos muy sabios y acertados que generaban más respeto y admiración hacia ellos, y castigos precisos, justos y efectivos.
Lastimosamente en Latino America, se ha creado y mantenido esta cultura de la violencia en la crianza infantil. La chola/chancla/chancleta (o como le digan en tu país) se inmortaliza como el símbolo de un gran número de generaciones. Generaciones que han heredado el legado de uno de los continentes más violentos del mundo. Como decía el gran Rubén Blades: No olvides que de acuerdo a la semilla, así serán lo frutos que recojerás. Está en nosotros cortar estas malas hierbas y permitir a nuestros hijos, heredar una Latinoamérica rica en cultura y de paz.
Y un pequeño mensaje para concluir y despedirme: Nunca olviden que antes de ser padres, todos fuimos hijos.
Me encantó tu publicación, la relación afectuosa padre-hijo es muy importante, pero muchos padres jovenes no lo entienden y tal vez sea por falta de madurez, dejan a los niños mucho tiempo bajo la supervisión de otro adulto sin normas claras ni horarios establecidos, estos niños a veces no tienen buenos hábitos porque son tantos sus supervisores que no saben a quien seguir o copiar. Los padres son los únicos responsables de la crianza de sus hijos, pero estoy de acuerdo contigo sin violencia, con castigos precisos y mucho amor. Felicitaciones a tu padre por hacerte entender lo bueno que era limpiar esa pared.
Que bueno ver que te haya encantado. Ciertamente que un numero grupo de supervisores puede confundir al niño, pero si entre todos imparten una buena base en la moral del infante, este verá en esta variedad de modelos, un buen catálogo de elementos a mimetizar. Evitando posibles errores de otras personas, y escogiendo lo que él sienta que es lo mejor para hacer.