"Yo que supe de la vieja herida" de Armando Rojas Guardia: hito en la poesía venezolana contemporánea
Amigos lectores de Steemit, con el presente post inicio una serie de artículos (ensayos) sobre la obra del escritor venezolano Armando Rojas Guardia (1949), uno de nuestros más importantes poetas contemporáneos. Es autor de una producción de primer orden en nuestra literatura, tanto en poesía como en ensayo. En el primer género se pueden destacar Yo que supe de la vieja herida (1985), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Hacia la noche viva (1989), La nada vigilante (1994), El esplendor y la espera (2000), Patria y otros poemas (2008). En ensayo El Dios de la intemperie (1985), El caleidoscopio de Hermes (1989), Diario merideño (1991), Crónica de la memoria (1999), entre otros. Si estuvieran interesados pueden tener más información biográfica en 1 o en 2 y visitar Prodavinci, donde encontrarán muchos otros textos recientes publicados por este autor.
Gracias por su lectura.
Liminar
En el año 1985 es publicado el libro de poemas Yo que supe de la vieja herida del escritor venezolano Armando Rojas Guardia. Más allá del fenómeno de recepción institucional provocado por esta obra (sería necesario un rastreo en periódicos y revistas del momento para precisar la respuesta de la opinión especializada), su aparición marca -y en esto somos indeclinablemente subjetivos- un lugar en la poesía venezolana contemporánea; introduce la reflexión, desde el habla del cuerpo, sobre la condición del decir poético y sus posibilidades; graba una huella en relación a la manera de asumir la realidad del poema y la que en este quiere expresarse. Podríamos conjeturar en Yo que supe de la vieja herida una expresión especial, compleja y contradictoria del decurso de la poesía venezolana.
Antes, en 1979, el poeta había dado a conocer el libro Del mismo amor ardiendo; a la sazón era considerado entre los “jóvenes poetas venezolanos”, tal como la opinión autorizada -generalmente disciplinaria- suele catalogar a las nuevas voces en razón de una tradición poética. En este libro Rojas Guardia insinuaba las líneas de una búsqueda en el lenguaje poético y una preocupación ética ante la relación poesía-vida, o realidad-literatura, que adquirirán en Yo que supe de la vieja herida una configuración más definida y abierta, hasta alcanzar en sus libros posteriores una presencia radical.
La voz de la herida
¿Desde qué voz nos habla Yo que supe de la vieja herida? ¿Qué subjetividad se hace en la palabra que lo constituye? ¿En qué se diferencia de las voces de la poesía venezolana hasta entonces conocidas? Son estas algunas de las preguntas que me hago frente a la obra de Rojas Guardia aquí tratada, interrogantes dirigidas a entenderla como aporte específico y a situarla en el contexto de la poesía escrita en nuestro país.
Lo que determina su voz es la mostración de una subjetividad deseante y agónica (en el sentido -subrayado por Unamuno, de pugna, lucha), de una “sensibilidad afectada y crítica”, según precisa Carlos Brito (1993, p. 59). Como pocas veces en la poesía venezolana, experimentamos el habla de un yo que se vive en la desgarradura y fruición del deseo. Más aún -y aquí se manifiesta su diferencia con la poesía venezolana publicada hasta ese momento-, la subjetividad hablante es la del cuerpo habitado y aguijoneado por el deseo homoerótico. Quizás nunca antes en nuestra poesía, el sujeto poético masculino degusta, como lo había hecho Cavafy en su obra, la presencia / ausencia de un cuerpo amante también masculino.
La palabra poética se colma de la avidez de una “carne exactísima y concreta” (p. 41): corporeidad vívida del poema, carnalidad sentida y asentida del otro poseído, carente o perdido. Lenguaje que no enmascara el goce y el dolor -caras que se funden en la misma moneda libidinal-, que se atreve a declararse en imágenes de una belleza fresca e impúdica, como podemos leer en el poema “La noche del deseo” (p. 50):
Esta tarde, al hundir mi rostro ávido
en aquella flora tibia
que brota en la juntura de tus muslos
mientras la luna oblicua
(noche cruda del lenguaje)
iluminaba mi presencia
en las últimas regiones de los cuerpos
-nuestros cuerpos-
donde copulan dioses y animales,
comprendí súbitamente
que sólo las palabras más sucias
harían justicia al mito que nos une
(...)
Al escuchar y sentir esta voz, su fuerza imaginante en la piel del poema y en nuestra piel, poquísimas resultan las referencias textuales de nuestra poesía con las cuales podemos establecer afinidades para el momento. Quizás la fuerza erótica presente en la casi ignorada poesía de María Calcaño, cierto aire de la obra de Juan Liscano, la pregnancia amorosa de Rafael Cadenas. Sin embargo, nos resultan familiares las resonancias de Whitman, Cavafy, Cernuda y Ginsberg, por citar los autores que nuestra enciclopedia lectora y emotiva permite asociar. Así, esta obra de Rojas Guardia se nos ofrece con una cierta discontinuidad con respecto a la tradición o línea dominante de la poesía venezolana, y advertimos la atracción hacia fuentes en las que la poesía se carga de corporalidad cruda y vehemente.
La herida del poema
La subjetividad que se habla como cuerpo del deseo, correspondido o no, se erige en referente propio. Realidad del sí mismo que se reconoce otro y en el otro. Referente imaginario y confrontado como realidad desde el yo que se afana y se interroga en su precariedad y su plenitud. Subjetividad que se (des)hace en la palabra.
Efectivamente, el cuerpo del otro es también el cuerpo de la palabra objetivada, es decir, el poema. La herida sabida supura en el poema como en la carne el deseo. Y la avidez y la carencia se tornan entonces duda de y en la palabra poética; incertidumbre amada como al amante anhelado; goce de instante que permanece deseo, o lo que es lo mismo, realidad inalcanzada, difuminada en la memoria y el olvido. Como el cuerpo y el placer apetecidos, el poema se escapa, y es, en el presente de la escritura, fulgurante precariedad, lugar que se constituye como herida abierta, materia desasida. Leemos en el poema “Microjazz” (p.13):
El poema es hoy
la lucidez vacía de este espacio
que deja el dolor al descubierto.
Nada tengo en las palabras
para glorificar el sufrimiento
(...)
Cuento apenas con unas letras vacilantes
para abrazarme a la intemperie
Autoconciencia de la poesía que podríamos identificar con la inteligencia que experimenta el cuerpo como materia amorosa incompleta y desabrigada. La lucidez poética lleva a la autorreflexión sobre la realidad que le da sentido, es decir, la palabra, realidad de los sentidos y el sentido, a la cual el sujeto poético se acerca sabiendo de su inherencia esquiva pero placentera. El poema es un cuerpo pretendido y preterido, ganado por la memoria de lo vivido y perdido. El poeta dice en “Madrugada” (p. 32):
Sé que busco
tu olor en las palabras: es tu cuerpo
respirando en las letras del deseo.
Pero en vano. Hoy sólo te nombra el desalojo
y en este cuarto náufrago ejercito
la autopsia del recuerdo.
El sujeto poético llega a cuestionar el carácter -heredado, esperado- de la poesía en tanto realidad acabada y autosuficiente; como el amor, la poesía no puede ser una acción que se cierra y consume en sí misma; más bien ha de ser un despojarse de las seguridades, un reconocerse en su pobreza de palabra que necesita del otro, y tal vez sólo sea esa naturaleza relacionante la que le conceda su sentido. La poesía necesitaría, pues, retraerse, abandonar sus pretensiones de palabra exclusiva, escuchar al otro:
Digo (poema orondo, satisfecho).
(...)
Sería necesario
desdecir(se).
Hoy es la única función de la poesía.
(p.15)
Si contrariamente a lo previsto
fuera la tribu
la que diera su sentido más puro
a mis palabras.
(p.11)
El sustento cotidiano
La poesía en Yo que supe de la vieja herida se compone y nutre de un sustrato inobviable: la cotidianidad trascendida. La experiencia poética es mirada, “limpieza ardiente”, como dice el poeta en “Oficio Secreto” (p. 64), y valdría anotar, de paso, que en este título se nos revela la metáfora más cercana e inquietante del quehacer poético. De-velar y re-velar el misterio, la realidad -diría Cadenas- supone encontrarse atentamente con el vivir. La realidad esencial no es un más-allá, una sustancia ajena y pura. Podríamos sostener, con Cadenas y Rojas Guardia, que toda realidad es esencial. De allí la búsqueda y el asentir de lo real que podemos hallar en poemas como “Anunciación” o “Sandino del Génesis”, por nombrar sólo dos especialmente representativos.
Lo cotidiano se constituye en materia fundante de la poesía de Yo que supe de la vieja herida. Imágenes simples, directas, perdidas en el tráfago del vivir diario, olvidadas por una perspectiva empinada, diluidas en el apremio, emergen como iluminaciones angélicas y terribles para habitar en la palabra, con su humildad y crudeza insoslayables:
este papel mugriento donde atisbo
una sintaxis monótona de días
en los que iré a los cines (por supuesto, solo)
a ver cómo se besan los amantes.
(p. 39)
Reino de la experiencia vivida y del asombro, lo ordinario, como bien acota Brito (1993, p. 74), es revelación, acontecimiento epifánico, frente al cual sólo es posible la desnudez del espíritu.
El poema fue hoy esa media botellita de Ron Plata
bebida en la cocina por ocho amigos empeñados
en que cada uno recibiera
la misma exacta dosis de alegría
(p 70)
Esta presencia estimulante de lo ordinario y lo vivido, materializada en la palabra poética de Rojas Guardia, podría engarzarse, contradictoriamente, con la discusión que alentó en el panorama de nuestra poesía la irrupción de los planteamientos del grupo Tráfico, liderizado por nuestro autor. En el manifiesto de Tráfico, aparecido en 1981, se reivindicaba la fuerza de la cotidianidad, el vigor de la experiencia humana, el diálogo concreto, frente a una poesía objetual, textualista y experimental. En “Sí, manifiesto” (Santaella, 1992, p. 109) se requería “un poeta que regrese al mundo de la historia, al universo diurno de la vida concretísima de los hombres” y una poesía que contuviera “el sabor sanguíneo de todas las palabras de la tribu”. Observamos en la poética realizada en esta obra la palpitación y vigencia de los trazos fundamentales de aquella reivindicación de lo cotidiano manifestada. La declaración de Tráfico per-vive complejamente en la poesía de Rojas Guardia, insuflada por el aliento de cierta producción poética venezolana y latinoamericana: Víctor Valera Mora, José Emilio Pacheco, Ernesto Cardenal, muy particularmente la de este último, en la que lo ordinario se trasmuta en experiencia trascendente. Así, la vivencia de la escritura en la obra de Rojas Guardia es cotidianidad trocada en espiritualidad sentida:
Entonces vengo hasta la máquina, cansado
de tanta baba y caspa de los días,
y sudo este poema donde al menos
convoco, sí, al dios sereno de tu cuerpo.
(p. 53)
Discurso de la cotidianidad reveladora de la divinidad ignorada, la poesía en Yo que supe de la vieja herida nos confronta en el encuentro esplendente de la religiosidad y la profanidad. Valen las palabras de María Fernanda Palacios, cuando en el Prólogo a El calidoscopio de Hermes (1989, p. 16) de este autor, postula que se trata de “la unidad interior del alma y el cuerpo, ese centro viviente donde intuimos o sentimos que dios escucha y otorga...” .
REFERENCIAS
Brito, C. (1993). Al borde de Dios. Maracay: Secretaría de Cultura del Estado Aragua.
Rojas Guardia, A.(1985). Yo que supe de la vieja herida. Caracas: Monte Ávila.
Rojas Guardia, A. (1989). El calidoscopio de Hermes. Caracas: Alfadil/Trópicos.
Santaella, Juan C. (1992). Manifiestos literarios venezolanos. Caracas: Monte Ávila.
Que agradable lectura, llegó a mis manos hace algún tiempo un libro de este autor para ese momento para mi desconocido "Fuera de tiesto", lo he re leído varias veces, excelente su poesía. Me encantó además que uses la imagen de nuestro patrono San Sebastian esa foto es de nuestro monumento a la virgen de Chiquinquirá donde también está él. Mi aplauso y voto para tu obra amigo, saludos.
Agradezco tu lectura, @aplausos. ¿"Fuera de tiesto"?: no conozco ese libro de ARG. Es uno de nuestros más importantes poetas venezolanos contemporáneos. Saludos.
Fuente
Es muy bueno...saludos amigo, el mio tiene la portada forrada y no se ve la imagen , por ello la foto no es mía.
¡Ah, ya! Es una antología de su poesía. Ese libro no lo tengo. Poseo sus libros individuales y la Obra poética completa publicada por la editorial El Otro, el mismo. Gracias, @aplausos.
Excelente trabajo. Los poemas seleccionados son una joya, bien hilados, como esa botellita de ron con pequeñas dosis de alegría.
Gracias, mi querida @solperez. Admiro tu puntualidad y constancia para leer los post. Armando es, de algún modo, esa imagen tan cálida recogida por ti. Un abrazo.
¡Muy buen trabajo! Excelentísimas palabras para quien es para mí todavía una voz infravalorada en la poesía venezolana, más allá de los reconocimientos y de ser individuo de número de la Academia de la Lengua.
Hola, @ngetal. Agradezco tu visita y comentario. Estoy de acuerdo contigo; Armando debería ser más difundido y leído (ahora, con la situación del país, más difícil). Por mi parte, continuaré promoviendo el conocimiento de su obra a través de mis modestos artículos. Saludos.
Gracias por hacer que otros lo conozcan. Yo no lo conocía hasta el 2016, cuando de hecho estuve con él en un taller durante tres meses.
Que bueno que nos traes en tus escritos a Armando @josemalavem! Una voz que mientras se desnuda nos desnuda!
Agradezco tu lectura, @chretien. Efectivamente, Armando nos enrostra nuestra humanidad, a veces precaria y angustiada, otras veces deseante y gozosa. Saludos.
¡Excelente trabajo, @josemalavem! Como siempre leerte es enriquecernos con tanta sabiduría. Estos poemas de Rojas Guardia son de una belleza exquisita. Los versos seleccionados de "Microjazz" me gustan mucho. Gracias por acercarnos a la obra de este gran escritor venezolano.
Gracias por tu generosa apreciación, querida @aurodivys. Armando Rojas Guardia merece que le dediquemos tiempo de nuestro espíritu a su densa obra poética. Por eso, he planificado la publicación de un conjunto de trabajos que inicio con este post. Un abrazo.
Estimado amigo, ésta es una publicación para volver a leer.
Me llamó la atención esa asociación cuerpo palabra, y con tus explicciones de maravilla.
Gracias por estas lecciones de buena literatura.
(pasaré a votar)
Agradecido siempre por tu visita y comentario, amigo @josegilberto. La asociación cuerpo- palabra la han trabajado varios poetas. Recuerdo uno por excelencia: Octavio Paz. Espero que sirvan de algo mis reflexiones sobre la obra de este relevante poeta nuestro. Saludos.
Seguro que sirven, pues los que no somos del área nos vamos informando sobre esos grandes de la literatura y apreciando detalles de sus obras
Amigo @josemalavem, como siempre tu lectura me ayuda a comprender el personaje, en este caso tan complejo y sincero. En Prodavinci escribe, he leído sus reflexiones personales y sobre el país. Intensos.
Saludos y mil gracias.
Gracias mi querida @antolinamartell. Qué bueno que sirve para algo esas interpretaciones mías. Sí, las reflexiones de ARG en Prodavinci son sumamente interesantes; puse por aquí el enlace para los interesados. Un abrazo.
Un gran trabajo, estimado. En mi caso no he leído a este autor y tu artículo me ha resultado una buena aproximación.
Agradezco tu valoración, @reyvaj. Te lo recomiendo. Para la crítica y los lectores más versados es uno de nuestros primeros poetas actuales. Hace unas semanas estuvo participando en un festival de poesía en Génova. Saludos.
Un trabajo impecable, muy interesante. Me gustaron los fragmentos que seleccionas. Me quito el sombrero.
Buenas, @josemalavem.
Estamos seleccionando a gente con talento en nuestro club.
Actualmente somos más de 80 miembros y ayudamos a más de 11 proyectos distintos, disponiendo de una cantidad total de más de 53.000SP, con nuestro propio trail
Si quieres saber más sobre cómo funcionamos y poder acceder al club, pásate por nuestro servidor de Discord.
Saludos.
Gracias por tu lectura y valoración, mi estimado @salvao. También mi gratitud a TalentClub por su apoyo. Saludos.
Hermoso post y hermoso homenaje a quien es uno de los mejores poetas venezolanos, @josemalavem! Ya me había parecido extraño no encontrarme con un estudio tuyo de Armando Rojas Guardia. Sé de tu pasión por su poesía y por su vida. Comienzas esta serie de trabajos con uno de los temas más candentes de la poética de Rojas Guardia y hasta de la poesía venezolana: el amor homoerótico. La descripción de los cuerpos y las relaciones amorosas-sexuales que hace el hablante lírico en este poemario, más allá de identificar al amor entre ambos sexos, es una celebración al amor en general, con sus glorias y sus miserias, sus ausencias y recuerdos, el deseo del cuerpo del otro ausente o presente.. Quizás allí lo hermoso de estos poemas!! Gracias por compartir este excelente estudio. Abrazos
Gracias por tu atenta lectura y tus emotivos y apropiados comentarios, mi querida @nancybriti. Comencé por ahí porque es, como digo, un libro hito en la poesía venezolana, pero también porque pienso ir publicando trabajos sobre algunos de sus libros en orden cronológico ascendente. Un abrazo.