Amazonas un dia en el campamento

El día empezó con sol y nubes. Día tranquilo...

Si no llueve y no hay que cruzar el rio, las botas permanecen olvidadas...

Hacia falta lavar la ropa. Ya empezaba a oler a sobaco.

Mientras tanto mi hijo, Joel, intento tirar con el autentico arco de los nativos. Ese fue el resultado... No es nada fácil.

A media mañana llego al campamento base un grupo de estudiantes norteamericanos.

Mantuvimos una charla con uno de sus profesores, Adrian Tejedor, Biólogo y Profesor de Biología en Beverly, Massachuetts. Una muestra...

Cuando los estudiantes y profesores se marcharon, comimos tranquilamente

Despues, tocaba lavar platos y cubiertos...

Unos trabajan, otros inmortalizan el trabajo...

Nos propusimos tomarnos la tarde de relax, para ordenar cosas, leer, escribir...

Hasta el perro lo tenia claro...

Mi padre, Josep Maria, se dedico a continuar escribiendo el día a día del viaje. Para el, es importante retener datos, referencias, anécdotas...

La tarde se fue apagando. A las seis de la tarde ya empezaba a oscurecer. Los cánticos de los innumerables pájaros, grillos y otros animales es una sinfonía constante que va apareciendo a medida que la oscuridad lo cubre todo. Es un sonido que te envuelve y te emociona... no los ves pero te dictan su presencia...
El cielo estrellado era un espectáculo, toda la bóveda celeste, miraras hacia donde miraras. Localizamos una parte del firmamento donde se distinguía una linea de estrellas que nos pareció, con mucha imaginación, una cola de caballo. Distinguimos la primera, la mas alta y la bautizamos con el nombre de Basileia. Era una forma de mantener aquel cielo en el recuerdo. Para volver a ver la estrella habrá que repetir el viaje...

Después de un buen rato de emborracharnos de estrellas, tocaba irse a dormir.
Mañana pasaríamos por Kosñipata, camino de un lugar de la selva donde nos esperaban mas de una sorpresa.

"El Viajero"