En Venezuela 98% del dinero es electrónico (y eso no es una buena noticia)
"Paciencia o efectivo". Así dice un pequeño cartel pegado en la pared de un local de venta de desayunos en el mercado de San Martín, cerca del centro de Caracas. Las largas colas para pagar con tarjetas de débito o crédito, exigen que comprador espere un largo rato antes de poder hacer la primera comida del día en ese lugar. Lo mismo ocurre en otros lugares donde se compran otros productos.
Al culminar la primera semana de septiembre (de acuerdo con las cifras más recientes del Banco Central) en Venezuela 98% del dinero en circulación es electrónico y solo el restante 2% son billetes y monedas, parte de ellos puestos en circulación desde el 20 de agosto pasado (aún no se sabe cuánto). Los expertos aseguran que lo normal para el funcionamiento de esta economía es que entre 10% y 12% sea dinero contante y sonante.
La crisis de efectivo ha provocado varios dolores de cabeza a los venezolanos. Uno de ellos es la dificultad para conseguirlo. A diferencia de otros países, los bancos limitan la cantidad diaria de efectivo que cada cliente puede retirar de sus cuentas (tanto en la agencia como en los cajeros automáticos).
Los montos de la restricción varían de acuerdo con el banco y su ubicación geográfica. En Caracas, por ejemplo, uno de los cinco bancos privados más grandes del país permite retirar un máximo de BsS 50 ($0,56 a la tasa paralela) por taquilla, suficientes para comprar un kilo de limones o 100 viajes en el Metro, cuyo boleto está subsidiado por el gobierno.
El otro malestar que genera entre la ciudadanía es el establecimiento de precios diferenciados por método de pago, en especial en los mercados populares, donde la mayoría de los trabajadores hace sus compras básicas. En un local con punto de venta medio cartón de huevos puede costar BsS 50 si se paga con tarjeta de débito, pero en puestos informales baja a BsS 40 si se cancela en efectivo. Y este es un ejemplo donde la brecha no es tan amplia, en algunos casos el margen es de hasta del doble.
Los intentos del gobierno de Nicolás Maduro de poner fin a esta crisis no han logrado nada en dos años. Los funcionarios señalan como responsables a "mafias" que llevan el papel moneda al extranjero con el fin de causar daño a la economía venezolana. Detrás de ese argumento propagandístico está una verdad innegable: hiperinflación ocasionada por la desmedida emisión de dinero inorgánico por parte de las autoridad monetaria.
Los billetes venezolanos tienen tan poco valor real que son vendidos en la frontera hasta por el triple de su valor facial. Una manera que tienen las redes binacionales de contrabando y otros negocios ilícitos de conseguir efectivo con el cual cancelar productos que extraen del país (especialmente gasolina) y pagar los sobornos necesarios para completar las movilizaciones.
El gobierno ha insistido en impulsar las transacciones electrónicas en el país, pero la falta de inversión y equipos en las redes de telecomunicaciones son un gran obstáculo. La congestionada red hace que a veces los puntos de venta (POS) funcionen con lentitud o sencillamente no funcionen. El reemplazo y reparación de estos dispositivos requiere muchas veces de dólares que ni empresas ni gobierno pueden proveer.
La realidad del dinero electrónico y de una sociedad con poco uso de efectivo que vive Venezuela está lejos de las propuestas que economistas como Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard hacen desde hace años.
"Un plan para limitar el uso de efectivo debería guiarse por tres principios. En primer lugar, es importante permitir que los ciudadanos comunes sigan usando efectivo por comodidad y para hacer compras anónimas de valor razonable, pero impidiendo al mismo tiempo el modelo de negocios de los que realizan grandes transacciones anónimas y repetidas a gran escala. En segundo lugar, la eliminación del efectivo debería ser muy gradual (digamos, una o dos décadas), para permitir la adaptación y la introducción de correcciones sobre la marcha ante problemas inesperados. Y en tercer lugar, las reformas deben tener en cuenta las necesidades de las familias de bajos ingresos, especialmente las no bancarizadas", dice Rogoff en un artículo de 2016 publicado en el sitio web Project Syndicate.
Precisamente la cantidad de efectivo actual en Venezuela no permite hacer con comodidad los pagos habituales como el transporte público que conecta la capital con otros estados. Por ejemplo, para viajar a la localidad ubicada en el oriente del país a 6 horas de distancia, el pasaje es de BsS 40 y debe pagarse en efectivo. Para poder garantizarse la ida y vuelta, el pasajero debe ir al menos dos veces a una agencia bancaria o en el peor de los casos, hasta ocho veces a un cajero para obtener el dinero que necesita.
Rogoff propone una disminución progresiva del efectivo y plantea dos décadas, pero en Venezuela la destrucción del efectivo ocurrió en menos de dos años. A principios de 2016 la cantidad de efectivo en Venezuela era 11% del total en circulación, un valor normal, según los expertos. En su peor momento, a mediados de agosto de este año, ese porcentaje llegó a 0,8%.
Ni hablar del último punto mencionado por el economista de Harvard. Precisamente son las personas de menos recursos las que más padecen las colas, las esperas y los sobreprecios a causa de la falta de efectivo.
El gobierno prometió que pondría fin a la crisis de efectivo con la reconversión monetaria que le quitó cinco ceros al bolívar e introdujo una nueva familia de piezas compuesta por dos monedas y ocho billetes. Sin embargo, en tres semanas de implementación la proporción de efectivo solo subió de 0,8% a 1,82%, las limitaciones en los bancos continúan, así como la emisión de dinero sin respaldo. Así que a los venezolanos no les queda más que aceptar lo que dice el cartel: "paciencia o efectivo".
Foto: Jean Manzano (publicada originalmente en Instagram)
Muy buen post!