Historias musicales: los preludios de Chopin
A veces las palabras no bastan para expresar hasta dónde llega la emoción del ser humano, por eso tenemos que recurrir a otras formas de expresión que nos ayuden a rellenar ese vacío semántico. Escultura, pintura, arquitectura, o danza son algunos ejemplos que pueden complementar la insuficiencia de la palabra. Sin embargo, la música es para mí la más alta de todas estas artes, quizás porque es la más abstracta. A diferencia de la pintura, la arquitectura, y la danza, la música no se extiende en el espacio, sino en el tiempo. Esto implica que la música es dinámica, que hay movimiento en ella. Podemos apreciar la belleza de un Van Gogh con un golpe de vista, es una obra estática: en el minuto 1 de contemplación y en el 5, el cuadro sigue igual, inmutable —aunque es posible que nuestras impresiones sobre él cambien. Sin embargo, no podemos escuchar las sonatas de Beethoven con un «golpe de oído»; tenemos que recurrir a una escucha atenta para poder disfrutar plenamente de ellas y comprenderlas. La música es mutable y cuenta una historia sin palabras, cosa que supo apreciar el compositor alemán Felix Mendelssöhn en su conjunto de piezas titulado Lieder ohne Worte (canciones sin palabras).
Pero no es de Mendelssöhn de quien me gustaría hablar (al menos hoy). Mi compositor preferido es Chopin.
Muchos se refieren a él como el «poeta del piano», y no les falta razón. En su obra pianística no figura ninguna estrofa, ningún verso, ninguna palabra. Pero su genio hace posible que no sean necesarias para que sea poética. Su estilo se caracteriza por sublimar la emoción del ser humano en forma de acordes y florituras. Cualquier hombre puede verse reflejado en una melodía de Chopin. Todos pueden sentir la melancolía idealizada de muchas formas diferentes. Está la melancolía alegre, la triste, la misteriosa, la furiosa... Y todas ellas son universales. Todos hemos sentido, aunque no lo sepamos, lo que Chopin quería expresar.
Por ejemplo, en la siguiente obra parece que estamos bailando un vals nostálgico sin pareja:
Sin embargo, me gustaría introducir sus preludios. Son 24 obras breves que tratan de expresar una emoción o idea. El término preludio hace referencia a una pieza introductoria dentro de una obra más grande, pero los preludios de Chopin son obras autónomas. A partir de mañana publicaré una historia inspirada en cada uno de sus preludios, empezando por el primero, en Do mayor. Podéis contarme también qué os sugieren a vosotros para comparar experiencias y emociones. :)
- Hyperion