El gato
Viniendo del gato Rosemoro, la expresión era para la señora Rosa a todas luces desconcertante. Meciéndose en su sillón de mimbre viejo y destartalado, su cabeza se movía hacia los costados en un gesto de incredulidad, justo en el mismo instante en que el sillón iba y venía, así que alguien que estuviera de frente a su posición interpretaría el movimiento doble como algo inverosímil, decía si y no al mismo tiempo si es que ello era posible.
De todos sus gatos Rosemoro era el más independiente, el que menos atención daba a su dueña y el que se ausentaba por días sin dar la menor señal.
En los primeros tiempos Rosa se preocupaba cuando el gato se ausentaba y pasaba horas buscándolo por todos los rincones de la casa siempre con el mismo resultado pero con el paso de los años se acostumbró a sus desapariciones misteriosas y lo tomó como un juego, prácticamente el único que el viejo felino parecía preferir.
Ese día, cuando Rosa se rio estruendosamente, el gato hizo una mueca rara como nunca se le había visto, era bastante inexpresivo y distante por eso fue una reacción que jamás esperó. Rosa no se percató que su propia risa era infrecuente, desde que se quedó sola ya no reía, solo tenía alguna palabra cariñosa para sus felinos y nadie más; no salía, no recibía visitas, tenía una vida triste y aburrida, eso Rosemoro lo percibía desde que era un cachorro de meses.
Por designios del destino ese instante les cambió la vida a ambos, la mujer y el gato tuvieron una reacción simbiótica y se convirtieron en grandes amigos, en un pacto tácito Rosa comenzó a reír con mayor frecuencia y el gato pasó a ser más cariñoso y dependiente.
Tan buena fue la actitud y el cambio ocurrido en la casa que Rosa se animó a llamar a su hija con quien hacía años no se hablaba, pidió perdón aunque no había hecho nada que lo mereciera. La hija vino a visitarla, primero sola, luego le trajo a sus nietos, las visitas se hicieron frecuentes y el enojo se olvidó por completo, hasta los motivos quedaron difusos.
Rosemoro vio que todo iba bien, se sintió querido y mimado, la familia se agrandó y ahora tenía niños con quien jugar además de Rosa, decidió que no se ocultaría más.
Su idea de irse en busca de otro destino quedó sepultada para siempre.
Aleccionadora tu historia estimado Héctor, ciertamente hay mascotas que como parte de la familia logran cambios positivos en las personas, en el caso de Rosemoro fue realmente bueno lo que logro con la Sra Rosa al lograrla sacar de ese estado de animo que realmente no le traia nada bueno a ella ni a su familia. Me encantan tus relatos amigo. Felicitaciones
Muchas gracias! A veces las mascotas hacen cosas sorprendentes.
Perfection is not attainable, but if we chase perfection we can catch excellence.