La gran mayoría le teme a la muerte, no importa cuales son sus creencias religiosas, no importa la cantidad de dinero que se tenga, tampoco importa la profesión que se tenga; culturalmente nos han condicionado para temerle a la muerte.

Frente a este condicionamiento, lo que se debe hacer es tomar consciencia de la finitud del ser humano, es una ley natural que todo lo que nace muere; y luego, en vez de preocuparnos por la muerte hay que preocuparse por vivir.

A sabiendas de que vamos a morir, lo que nos queda es aprovechar al máximo el tiempo de vida, amando, agradeciendo, sirviendo y buscando en todo momento la armonía. Si asumimos esta actitud y actuamos en consecuencia, entonces con plena seguridad experimentaremos el estado emocional de la felicidad.