ENEMIGOS DE LA ARMONÍA DE LAS RELACIONES DE PAREJA. ENEMIGO 5/12

in #spanish7 years ago (edited)

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Si no hay proyectos comunes, la vida de cada integrante de la pareja fluye por caminos diferentes; y cada vez esos caminos se distancian más.

Parto de la tesis que el objetivo fundamental y primordial de la relación de pareja (Hombre-Mujer) es cultivar la ARMONÍA, a través de los pensamientos, palabras y acciones cotidianas. Esa debería ser la esencia y razón de ser de una relación de pareja; y por supuesto, de una familia.

La armonía hace referencia al equilibrio, proporción y correspondencia que debe existir entre el hombre y la mujer, dos seres totalmente diferentes en su manera de ser, pensar y actuar; pero que tienen la dicha de ser el complemento perfecto, la unión perfecta en los ámbitos: físico, emocional y espiritual.

Pero dicho objetivo tiene muchos enemigos que obstaculizan y, en muchos casos, eliminan la armonía, para darle paso a experiencias negativas y toxicas, que desvirtúan el origen de toda relación, salvo algunas excepciones, que es el AMOR.

Hoy hablaré del enemigo número cinco de la armonía.


Cuando se habla de proyectos comunes de la pareja, se hace referencia a actividades, sueños o metas donde ambos participan, interactúan, comparten… Actividades, sueños o metas donde confluyen gustos, intereses, valores, proyectos de vida.

Una de las grandes fallas en las relaciones de pareja, es la ausencia de proyectos comunes. Porque inclusive, la gran mayoría de parejas jamás se trazan con claridad, precisión y compromiso un proyecto de pareja y de familia.


Un proyecto común supone un acuerdo consciente, libre y voluntario; respaldado por el compromiso inquebrantable de ambos, de trabajar cada día con pasión, perseverancia y paciencia, para que dicho proyecto se convierta en una realidad, que satisfaga la realidad a nivel personal y a nivel de pareja y familia.

Cuando una pareja decide ponerse a vivir bajo un mismo techo, debería tener un proyecto común consensuado sobre lo que se quiere construir juntos, sobre los valores que se pretenden cultivar para fortalecer la relación, sobre la forma de cómo educar a los hijos… Es decir, se debe establecer un horizonte que sirva de brújula, que oriente la toma de decisiones y acciones en la cotidianidad y que le dé sentido a la experiencia de vivir junto a la persona amada.

Es importante acotar que todo proyecto implica revisión y evaluación constantes, porque proyecto que no se le hace seguimiento, revisión y evaluación periódicamente, está destinado al fracaso, anarquía y caos.

Periódicamente, hay que sentarse a dialogar sobre las debilidades y fortalezas, del proyecto macro y de los micro proyectos comunes de la pareja. Para ello hay darle cabida a la humildad, para poder reconocer los errores y aceptar los aciertos sin fanfarronería ni soberbia. Y se debe tener un alto compromiso, para corregir los errores y asumir la mejora continua e indetenible, en todo lo que suma a la armonía y felicidad de la vida en pareja.

El grave problema que padece la gran mayoría de parejas que viven bajo un mismo techo, es que no tienen proyectos comunes explícitos y bien definidos. La gran mayoría decide ponerse a vivir juntos por la atracción física, por el fugaz enamoramiento del inicio de la relación, por un embarazo no planificado, por la presión cultural de tener una pareja, por el qué dirán las amistades y familiares…

La gran mayoría decide lanzarse al ruedo sin tener claro ¿Qué es lo que quiere construir en común? ¿Qué significa una familia? ¿Qué tipo de familia se quiere construir? ¿Qué se está dispuesto a renunciar para asumir el compromiso de cultivar una relación de pareja sana, armoniosa y extraordinaria?

Cuando no hay claridad en el enfoque común, entonces se anda a la deriva. El ajetreo diario, la rutina y aburrimiento es lo que marca el ritmo de la relación. Y por lo general, la cosecha que se recoge es toxicidad, negatividad y separación. Cuando no hay proyectos comunes en la pareja, cada día que pasa, avanza la separación de sueños, actividades, metas, intereses, valores… inmolándose la pasión, el amor, la felicidad y la armonía de lo que debería ser la vida en pareja.

Si hay un proyecto importante en la vida de una pareja y de una familia, es el proyecto de los valores que se quieren cultivar y hacer florecer, mientras dure la convivencia juntos. Este proyecto nutre y fortalece todos las manifestaciones de la vida de pareja y de familia. Es prioritario consensuar, definir y declarar los valores que servirán de pilares de la relación de pareja y de familia. Para que todos tengan claro el horizonte y puedan orientarse en medio de las adversidades.

Muchos al final del fracaso de la relación se preguntan extrañados ¿Qué pasó?, ¿No sé si fue buena o mala suerte? ¿Acaso, sería el destino?... La realidad, la verdad verdadera es que casi todo en la vida es producto de un proceso, se cumple la ley de la siembra. Es decir, se recoge lo que se cultiva. La gran mayoría obvia esta ley espiritual; y pretende recoger frutos de semillas, que jamás sembró ni cultivó. He ahí una de las mayores contradicciones de los seres humanos.

¿Qué se debería hacer?

  1. Evaluar el proyecto o proyectos comunes que posee la pareja y la familia. Si no hay proyectos comunes claros, hay que trabajar en ello.
    Uno de esos proyectos que hay que ponerle la lupa, es el proyecto de los valores que se están cultivando en la relación y en la familia. Preguntarse: ¿Cuáles valores más idóneos para construir una relación sana, próspera, armónica y extraordinaria de pareja y familia? Y en base a la respuesta discutida y consensuada, enfocarse y actuar.

  2. Internalizar que todo proyecto es flexible, es decir, que es susceptible de modificaciones, virajes, nuevos enfoques… Pero, siempre y cuando sea producto del consenso y la negociación.

  3. Tomar conciencia de que todo proyecto hay que hacerle periódicamente seguimiento y evaluación, para aplicarle los correctivos necesarios y que no caiga en el abandono y el fracaso.

  4. Asumir que la clave del éxito de un proyecto, está en el compromiso y la acción de los involucrados.

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