EL ARDID. CAP XII (Novela Corta)

in #spanish6 years ago (edited)


Apocalipsis mística sol nubes y tormenta


CAPÍTULO XII


Año nuevo invernal


Al día siguiente en la iglesia durante uno de los recesos de la faena, Baltazar le contó todo lo sucedido con Tanya y el maligno a Azrael.

—Intentará matarla, lo sé. —Baltazar se sentía lleno de ansiedad e impotencia.

—Sí, así es —confirmó el ángel de la muerte—, pero ya he previsto eso y a partir de esta noche habrá guardia redoblada.

—Eso alertará al maligno de que algo ocurre a sus espaldas —Azrael percibía la preocupación del demonio, estaba convencido de que no era un ardid por su parte.

—Sí —murmuró el ángel—, por ello deberás hacer la entrega, claudicar y subir de inmediato —Baltazar abrió los ojos, perplejo, ante las palabras de Azrael que iba agregando un producto sobre uno de los retablos.

—Imposible —negó con la cabeza—. No permitirá que claudique.

Azrael detuvo el proceso un instante para ver al demonio. Parecía abatido, al menos de cara hacia afuera.

—Es probable que se niegue, pero no te preocupes, estaré ahí tan pronto que no podrá comprender lo que sucede —Le aseguró Azrael.

—Una vez que claudique, ella despertará —explicó Baltazar mientras observaba el minucioso trabajo de Azrael—. Ya no tendré poder para mantenerla en ese estado.

—Lo sé, pero no debes preocuparte por eso tampoco —Baltazar observaba las manos de Azrael preguntándose como era posible tanto prodigio en unas manos tan vastas—. Estará acompañada por su amiga y de seguro el padre Nicolás que no la deja ni a sol ni a sombra.

—Está bien —dijo Baltazar tomando su chaqueta para salir de la iglesia rumbo a la medicatura—. Pasaré a verla un instante antes de ir a terminar con esto. Si he de dejar de existir que sea de una vez.

—No seas impaciente. Espera hasta mañana en la noche.

—El tiempo no tiene importancia para él —Baltazar daba vueltas con la chaqueta en la mano alrededor del ángel—. Incluso aún cuando falten siete días para la fecha que tanto espera, intentará abrir las puertas.

El agobio de Baltazar era genuino. La sensación que le producía tan solo pensar que perdería a Mariagracia después de todo lo carcomía por dentro.

Miles de dudas y pensamientos rondaban la mente de Baltazar. Había cosas que no entendía. El comportamiento del maligno era errático. Si quería al fruto entre ellos dos, ¿Cómo mandaba a eliminar a La madre?.¿por qué si el evento era el día seis estaba tan apresurado por que le diera la llave? Algo se perdía y no sabía todavía que era. Eso lo estaba atormentando.

—Te ha engañado a ti, pero también a Tanya —El brillo en los ojos del ángel puso a Baltazar en alerta—. El evento será en realidad mañana con la entrada del nuevo año y el inicio del nuevo siglo. El seis fue solo un ardid para encubrir la verdadera fecha.

Baltazar asintió en silencio. Conocía al maligno y habiía sido un estúpido al no darse cuenta de que en algo tan importante Lucifer no sería tan espléndido en proporcionar detalles.

—Respecto a querer al fruto de ambos, es otra mentira —reveló el ángel—. Él no desea esperar tanto tiempo, Baltazar.

—¿Acaso no podría habitar el cuerpo desde la gestación? —Azrael negó con la cabeza. Baltazar presentía que lo que faltaba por escuchar no iba a ser nada alentador.

—Su verdadera intención es apoderarse de tu cuerpo, no del de tu hijo —Baltazar se mantuvo firme, aunque Azrael sabía que le había asestado un duro golpe al demonio— ¿Quién mejor que tú para esa tarea?

Baltazar seguía sin hilar de forma coherente la información y Azrael lo sabía.

—No veo el sentido de matarla si lo que quiere es mi cuerpo.

—Con matar a Mariagracia y a vuestro hijo lo que busca es acabar con el resto de tu alma humana y tus emociones positivas —explicaba el ángel, mientras le ponía una mano en el hombro a Baltazar—. No puede cohabitar con tu alma humana, por ello necesita que renuncies a ella para así poder habitar en ti.

Azrael sentía al demonio debatirse en aquel torbellino de emociones. Percibiendo el poder de su bestia y la fortaleza de su humanidad, entendía porqué Lucifer lo había seducido; cualquiera de los dos bandos se vería beneficiado con un adepto semejante. Baltazar se giró con brusquedad para ver a Azrael a los ojos. El ángel retiró la mano y dejó el retablo del Cristo en la mesa junto a los demás.

El ángel de la muerte observaba la siquis del demonio. La verdad había golpeado a Baltazar con rudeza. Al final todo encajaba en su lugar; incluso que el mismo Azrael acudiera a su llamado. No sólo se trataba de recuperar almas. Se trataba de detener al maligno en sus intenciones.

—Si las cosas no salen como deberían, jura que no dejarás ni una partícula de mi cuerpo.

—No te adelantes, las cosas no tienen porqué salir mal, Baltazar.

—Júralo —insistió Baltazar.

—Lo juro —Baltazar asintió, satisfecho y salió de la iglesia sin pronunciar palabra alguna.

Un día, le quedaba un día para que todo terminara por fin. Teniendo ahora todo claro en su mente, Baltazar sabía que corría un alto riesgo pero estaba dispuesto a asumirlo.

—Cualquier cosa era mejor que estar sin ella —pensó mientras entraba en el bar.

Había dejado a Azrael, Tomás y los obreros terminando los últimos detalles. Con la sensación de tener la soga al cuello y de estar caminando en la cuerda floja con todo aquel asunto, se hallaba tan absorto que había olvidado las fechas y todo lo que eso implicaba. No era practicante del catolicismo, por lo cuál mucho de lo que hacían los humanos no tenía ningún significado. Había pasado Noche Buena y Navidad sin que para él fuera un día distinto a excepción de darlo libre a los obreros; incluso los preparativos, toda la decoración, los regalos, el ambiente en general; todo aquello no era nada para él. Tanto preparativo no era más que una pantomima comercial.

Aquel día la gente estaba alborotada por todos lados. Recién lo notaba. Para todos los humanos era un gran acontecimiento pasar de un siglo a otro. Claro que no por las razones reales del hecho. Ellos eran completamente ignorantes de lo que se les venía encima si él, Azrael y sus ángeles fallaban.

—Todo saldrá bien —doña Julia había salido de la cocina para abordarlo casi en la entrada.

—Eso espero —le contestó,ahora sin evadirla.

—Sé que ha de ser difícil para ti, siendo lo que eres —Julia inspiró profundo para insuflarse ánimo—, tener fe o esperanza; pero debes tenerlas, las dos —Baltazar excrutó su siquis, era una costumbre muy arraigada en él— . Hay mucha fuerza positiva a tu favor; mis santos dicen que el mal no vencerá —Julia murmuraba, estremecida con voz muy leve, para evitar que su marido escuchase la conversación.

Baltazar esbozó una sonrisa deseando que la mujer tuviera razón.

—Deseo con fervor que sus santos no se equivoquen esta vez, doña Julia —Baltazar abandonó la siquis de la mujer y esta de inmediato cambió de expresión, relajándose.

—Ten fe, muchacho —susurró Julia dándo un ligero apretón a Baltazar en el antebrazo—. La fé y la esperanza son lo último que se pierde aunque esto te parezca un tópico más.

Baltazar asintió en silencio y poco a poco se fue adentrando en el bar hasta alcanzar el pasillo que daba hacia el alojamiento. Siguió por el pasillo hasta su cuarto, intentando detectar alguna presencia. Miró alrededor; no vio nada. Inquieto detuvo sus pasos un instante y contuvo la respiración; no se escuchaba nada, ni los grillos, ni las ranas; apenas el barullo del interior del bar. Se mantuvo alerta, algo no iba bien, pero no lograba descifrar lo que era. Emprendió la caminata hacia su habitación antes de toparse con alguien más, no tenía ganas de seguir representando el papel de humano común esa noche.


Luna Llena tenebrosa


La luna iba filtrando su tenue luz dibujando sombras difusas que parecían ir cobrando vida, adoptando formas. De pronto, una densa nube arropó a la reina del cielo nocturno dejando todo en penunbras.

—¿Podría ser posible volver a disfrutar de la existencia siendo un humano? —pensó mientras abría la puerta de su habitación; siendo honesto,
estaba cansado de tantos siglos de destrucción.

Las luces se apagaron de golpe. Una exclamación aogada provenía de varias voces en el bar. Baltazar excrutó la oscuridad.

El tiempo se detuvo y las voces se apagaron; todas menos una.

—Nos volvemos a encontrar, Baltazar.

—qué te trae por aquí, Dimitri.

—Estar entre los humanos afecta tu cerebro.

—Puede, pero no creo que hayas venido a decirme eso —Dimitri sonrió mostrando sus filosos dientes.

—Desde luego que no —Baltazar cambió de posición con tanta rapidez que el visitante se vio intentando agarrar el vacío.

—Parece que tantas décadas en el inframundo han jodido tus reflejos, tio.

Dimitri apretó los dientes saltando hacia adelante, pero Baltazar ya había cambiado de posición otra vez.

—Cuando acabe contigo no podrás jactarte tanto, Baltazar.

Dimitri volvió a saltar rasgando el pecho de Baltazar con las garras.

—¿Se supone que debo sentir miedo, dimitri?

Dimitri inició un ataque directo a su siquis que Baltazar ya esperaba. Bloqueando sus emociones humanas, Baltazar giró sobre su propio eje y esquivó un par de golpes físicos; entre tanto Dimitri intentaba abrir una grieta en sus defensas.

—No estoy para juegos de niños, Dimitri.

Baltazar apretó los dientes con el siguiente golpe en su siquis. Aprovechando una pequeña grieta, el demonio se infiltró. Imágenes de Mariagracia siendo destazada por una criatura monstruosa cegaron a Baltazar por un instante.

Las garras de Dimitri alcanzaron su garganta y de no ser por su velocidad, le habrían arrancado la cabeza.


Demonio monstruoso


—Cabrón hijo de la gran puta —Dimitri intentó zafarse, pero Baltazar le había alcanzado desde atrás y le invadía la mente destrozando todo a su paso, mientras enviaba la información que iba recabando.

—Puedo serte útil —masculló Dimitri, estrangulado por la mano de Baltazar.

—ya lo estás siendo, hijo de puta —Baltazar alcanzó el núcleo de la mente de la criatura y obtuvo lo que necesitaba. Luego dejó libre a su bestia y sin remordimiento alguno le arrancó extremidad a extremidad, desmembrándolo con lentitud para infringirle todo el dolor de que fue capaz, hasta que terminó su agonía arrancándole la cabeza. Recobrando el control minutos después, incineró los restos y reactivó el tiempo.

Las voces retomaron su ritmo, la luz eléctrica dio vida al bar. Baltazar entró en su habitación y cerró la puerta con suavidad.

Azrael le miraba en silencio.

—Gracias por el aviso.

Baltazar se quitó la camiseta rasgada y miró su reflejo en el espejo. Los daños no eran de gravedad, pero sí más de lo que había calculado.

—Tanya no ha podido hacer todo esto sola, lo sabes, ¿no?

Azrael asintió con la cabeza.

—ella está a salvo, pero…

Baltazar no nnecesitó más detalles.

—¿Tendrá secuelas a futuro?

Azrael negó con la cabeza.

—bien —Baltazar atendió sus heridas—. No voy a estallar de ira y de dolor, Azrael. No tienes que quedarte como custodio.

—No estoy aquí como custodio —Baltazar asintió caminando hasta el borde de la cama y dejándose caer.

Azrael admiró la fortaleza del hombre una vez más en medio del silencio. Controlar semejante bestia no era tarea sencilla y él podía percibir su dolor.

—Descansa —Baltazar se giró y asintió.

Azrael se desvaneció y solo entonces Baltazar dio rienda suelta al llanto.

Continuará....


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Las imágenes que acompañan este texto han sido tomadas de PIXABAY.COM