Pareja ¿dispareja?

in #spanish7 years ago (edited)

Amor a edades diferentes

El deseo, la pasión, el amor. ¿están marcados por la geografía, la sociedad, la cultura, el temperamento o la edad? ¿qué subyace en nuestro encuentro con el otro? Preguntas éstas con un sinnúmero de respuestas. Con ideales contrarios que van desde la continencia hasta el desenfreno -pensados dentro de una tradición religiosa o fuera de ella- , lo cierto es que la historia registra períodos en los que se aprueba o desaprueba una relación de pareja de acuerdo a las creencias que imperan en el momento.
~ Quizás uno de los puntos de mayor recelo es el que hace foco en la "elección" del otro con una considerable diferencia de edad. Condicionada por los padres durante siglos, cuyo fin era asegurar la procreación, o cuestionada por la sociedad, esa "unión dispareja" hoy no obedece -al menos en la cultura occidental- a razones ajenas a los miembros del vínculo amoroso. Aún así surge la pregunta: ¿se puede construir una relación entre dos personas de generaciones distintas?

"Enseñar" al otro a partir de las experiencias vividas puede ser un intercambio emocional muy atractivo.

Las parejas formadas por personas que mantienen una considerable diferencia de edad no son exclusivas de ningún período histórico particular: han existido siempre. Pero, según el contexto social y la época, esas “parejas disparejas” han sido objeto de prejuicios y condenas o, por el contrario, pasaron a ser aceptadas por la sociedad.
El filósofo griego Aristóteles (384-322 aC) postuló que lo ideal era que las mujeres se casaran a los 18 años con hombres que les llevaran alrededor de 20, y juzgaba que una diferencia de edad menor entre los cónyuges no contribuía a la armonía del hogar. Fundamentado en garantizar la plenitud reproductiva de la mujer y cierto grado de madurez en el hombre, este ideal del varón mayor unido a una mujer más joven es un modelo que perduró a través de los siglos en distintas culturas.
La historiadora y sociólogo María Gómez Garrido explica que “la diferencia de edad entre los miembros de la pareja fue frecuente en toda la Europa preindustrial (la regla era que el varón fuese mayor que la mujer); pero esas decisiones no respondían a lo que ahora entendemos por la elección de un compañero(a). Durante los siglos XVI, XVII y XVIII la elección de la pareja estaba fuertemente condicionada por los padres: eran acuerdos familiares basados en la propiedad y la importancia de la sucesión”.
Además, hasta el siglo XVIII no había un concepto específico de “juventud”. Ciertos ritos marcaban la entrada en la edad adulta de los hombres, a través de la paulatina adquisición de responsabilidades en la vida pública. “Las mujeres, en cambio, eran arrojadas desde la pubertad a su edad adulta, cuando solían ser casadas para cumplir sus roles de madres y cuidadoras del hogar”, subraya Garrido.

Amores permitidos En la sociedad actual, las personas ya no eligen a sus parejas exclusivamente a partir de la necesidad de formar una familia. En este nuevo contexto se “legalizan” algunos vínculos amorosos que, décadas atrás, hubiesen sido clandestinos o socialmente inadmisibles por la diferencia de edad entre los amantes.

¿Qué tipo de experiencia vital busca una persona que se enamora de otra mucho mayor o mucho menor que ella? Un vínculo amoroso de estas características, ¿es siempre patológico, disfuncional, como creen algunos? ¿O, por el contrario, la diferencia de edad no es un factor que defina la dinámica y el compromiso emocional de ese amor?
Las respuestas son múltiples. Para empezar, se debe considerar que algunas diferencias de edad son irrelevantes, mientras que otras pueden ser muy significativas: no es igual una pareja de dos personas adultas que se llevan 20 años a una pareja formada por un adolescente y alguien 15 años mayor. Si el vínculo se construye entre dos adultos que disfrutan de la relación, el motor de ese lazo no es, necesariamente, un trauma psicológico ni parte de una carencia afectiva.

Ahora bien, ¿hombres y mujeres buscan lo mismo en este tipo de experiencias afectivas? Aldara Martos, psicólogo especialista en Sexología y Terapia de Pareja, explica que hombres y mujeres pueden llegar a buscar lo mismo en una pareja con diferencia de edad: “el deseo de protección y satisfacción de ciertas necesidades erótico-sexuales o la compensación de la falta de cariño del padre o la madre que consuela, atiende y cuida”.

No obstante, no todos los casos son iguales. También existe una suerte de culto social a la eterna juventud que impulsa, sobre todo a los varones, a unirse a una persona más joven para mejorar su imagen social, su estatus, y en el cual la mujer pasa a ser un objeto de consumo más. Muchos sienten que también ellos van a rejuvenecer a través de esa elección. “Hay hombres que no asumen el paso del tiempo –no aceptan que su cuerpo empieza a envejecer– y buscan una pareja joven que les dé la autoestima necesaria para sentirse sexualmente atractivos”, sintetiza Martos.

En cuanto a la mujer que busca una relación con un hombre más joven, los especialistas señalan que ésta puede llegar a sentirse fascinada por la novedad y la curiosidad de vivir experiencias que serían más difíciles con un hombre de su edad. “Muchas mujeres terminan escarmentadas de parejas de su misma edad, con las que se han sentido aburridas y desmotivadas. Además de vivir el sexo que no han tenido en años, la relación les resulta una aventura fascinante, mientras que el joven está encantado de disfrutar de una mujer con experiencia”, destaca Martos.

Por su parte, la psicólogo Milagro del Valle Mendoza señala que “el hombre joven sabe que la mujer demás edad es consciente de lo que desea lograr y hasta dónde quiere llegar. Es más tranquila y serena. Acepta que no existe el príncipe azul y no idealiza al otro. Mientras que la mujer más joven encuentra en el hombre mayor la contención, la protección y la seguridad que aporta la experiencia”.

En la elección de la pareja siempre existe una proyección
de las características más significativas de las figuras parentales,
aunque no haya diferencia de edad.

Encuentro emocional

Detrás de la elección de una pareja más joven pueden existir motivaciones positivas y los vínculos construidos podrían llegar a ser muy sanos:

• La riqueza de compartir y combinar de manera armónica tanto la experiencia de uno como los aprendizajes vitales del otro puede resultar en un vínculo placentero y satisfactorio para ambas partes. No todas las personas la pasan bien con pares de su misma edad, y el grado de complementariedad en estos casos puede ser óptimo.

• El mayor de la relación puede recibir una inyección de autoestima por el hecho de poder seducir a alguien más joven. No obstante, “la atracción física no siempre es la amalgama que los une; puede ser la personalidad, la sabiduría o el poder los que ejercen su magnetismo”, explica Mendoza.

• “Enseñar” al otro a partir de las experiencias vividas puede ser un intercambio emocional muy atractivo: algunas personas disfrutan de esa posición asimétrica de la relación.

• Muchas veces, los intereses en común barren las diferencias generacionales y son el gran punto de encuentro de la pareja.

• El vínculo erótico suele ser muy complementario y enriquecedor: mientras los jóvenes aportan su impulsividad y energía, los mayores contribuyen con la experiencia y la madurez sexual.

• Hay hombres jóvenes que no se asustan de la independencia y autonomía de las mujeres mayores, lo cual los hace muy atractivos para ellas.

Brechas afectivas

Existen otros casos en los que la elección de una pareja muy joven o mucho mayor está motivada por inseguridades y carencias afectivas que, tarde o temprano, incidirán en la calidad de la relación:

• Hay hombres y mujeres que intentan reemplazar la figura materna o paterna y buscan en la pareja mayor la contención, los límites y los cuidados que sienten que no recibieron de niños. Mendoza aclara que “en la elección de la pareja siempre existe una proyección de las características más significativas de las figuras parentales, aunque no haya diferencia de edad”; pero cuando se desdibuja por completo el rol de la pareja y, simplemente, se empieza a cubrir ese rol paternal o maternal de manera rígida, es muy difícil que el vínculo pueda ser sano y satisfactorio.

• Al elegir una pareja más joven, muchos quieren esquivar la crisis de la edad, negar el paso del tiempo, escaparse de su propia historia. Ninguno de esos motivos conforman una buena base para construir un vínculo amoroso, pues en estos casos a la persona le cuesta relacionarse con su pareja y se vincula con lo que ésta representa: la juventud perdida.

• Ser el sostén económico de la pareja para lograr una posición de poder produce a muchos hombres una sensación tranquilizadora: que la mujer sea económicamente dependiente es un hecho que les brinda una falsa seguridad afectiva.

Del romance a la convivencia

¿Se pueden sostener en el tiempo los vínculos disparejos? Muchas veces se produce un efecto paradójico: los mismos estímulos que provocaron la atracción inicial de una relación de estas características –la frescura y la impulsividad del más joven o la moderación y la seriedad del más viejo– son los que luego conducen a la ruptura.

Uno de los temas que más conflicto genera es la expectativa a futuro. Por ejemplo, no es fácil llegar a un acuerdo si uno de los dos quiere tener un hijo y el otro no. En algunos casos, tampoco es sencillo “blanquear” el vínculo ante el resto de la familia o el entorno social, especialmente cuando es la mujer la que ha elegido a un hombre más joven. La clave es que ambos miembros de la pareja puedan sincerar si desean una aventura pasajera o una relación a largo plazo, dado que, con el tiempo, el choque de visiones y vivencias puede producir un alejamiento definitivo.

Con o sin diferencia de edad, la aventura de cimentar un vínculo afectivo de pareja es siempre un desafío complejo, una obra que está en construcción permanente.

Fuente: +Salud, superyo (año x - número 55)

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Hola, soy la Psicóloga Milagro del Valle Mendoza G. a quien le hicieron la entrevista en la revista +Salud de Localtel. Para que esto no sea plagio te faltó colocar el nombre de la periodista autora de este articulo. Saludos