PARTE DE UN LIBRO QUE ESTOY ESCRIBIENDO - #spanish #comentarios #feedback
Hola mis queridos lectores, les voy a dejar parte de un libro que empecé a escribir hace poco, el cual me gustaría saber su opinión para así poder avanzar en ello. Muchas gracias.
Capítulo I – La fe perdida
El calendario marca diciembre del año 2036. El mundo ya no es igual a como se conocía; la humanidad ha perdido totalmente la fe y hace ya bastante tiempo que no cree en milagros. Los conflictos bélicos habían acabado con casi un tercio de la población mundial. Las naciones se habían convertido en gigantes prisiones para sus habitantes, haciendo casi imposible atravesar sus fronteras y cuyos recursos eran cada vez más escasos, provocando esto, que miles de personas hayan tenido que recurrir al crimen y a la prostitución para poder mantenerse con vida, y parecía que ya, las grandes ciudades no le daban lugar a la justicia y al honor. Las pandemias y enfermedades inundaban a la población humana con muerte y desesperación, haciendo que los ciudadanos se alejasen cada vez más del contacto humano, convirtiéndolos en enemigos de su propia raza. Este tipo de males se habían esparcido de manera descontrolada, como si un virus mortal hubiese infectado a cada ser, sembrando en todos, el odio hacia sus semejantes y hacia todo lo que los rodeaba, llenando a su vez, las calles de basura e inmundicia, causando que la contaminación alcanzara niveles alarmantes. Esto, mientras los saqueos y los robos plagaban aquellos espacios que antes servían para la diversión y el esparcimiento de los ciudadanos.
Los atormentados pobladores de las cada vez más violentas y sucias ciudades que, al tratar de resguardar sus pocas pertenencias, debían hacer frente y combatir este mal, pero lamentablemente, muchos de sus esfuerzos se hacían infructíferos, ya que solo conseguían ser derrotados y en ocasiones, asesinados vil e impunemente, causando que muchos de los que aún conservaban algo de la creencia y la fe que, alguna vez era el factor que movía a la sociedad, optaran por permanecer refugiados junto a sus familias para así poder sobrevivir, pero sin perder nunca la esperanza en que el mundo volviera a ser como era antes, donde la fe en Dios y el amor por el prójimo era lo que predominaba.
Los escasos cuerpos policiales que aún operaban, se encontraban plagados de oficiales corruptos e inmersos en vicios, haciendo casi imposible contar con ellos para defenderse y buscar protección ante las numerosas bandas criminales que operaban libremente en la ciudad, trayendo como consecuencia que muy pocos aún conservaran la esperanza en que algún día todo cambie, convirtiéndose en lugares donde la paz y el amor por el prójimo, existan en los corazones de los que los habitan.
Durante el día, solo un pequeño porcentaje de la población acuden a los pocos empleos que aún son ocupados por humanos, debido a que la mayoría de los puestos habían sido sustituidos por máquinas y computadoras, cuyas tareas eran realizadas con mayor eficacia y rapidez, causando a su vez conflictos y protestas plagadas de violencia, reclamando firmemente a los gobiernos que les devuelvan los empleos que una vez ostentaban, para de esta manera, poder seguir con vida aunque sea un día más. Pero al caer la noche en la ciudad, las sombras y la soledad se apoderaban de todo, llenando cada espacio de terror, odio y muerte, haciendo imposible transitar por ellos sin toparse con ladrones, violadores y asesinos, queriendo reclamar como suyo lo que nunca les perteneció, esto sin importarle en lo más mínimo los pecados y furia de Dios en consecuencia.
Las pocas estaciones de televisión que aún funcionaban, se dedicaban exclusivamente a promover los vicios del consumo de alcohol y el cigarrillo y su programación estaba casi totalmente ocupada por la pornografía. Esta falta de fe, de valores y la cada vez mayor decadencia humana, había provocado que demonios provenientes de los más oscuros rincones del mismísimo infierno, se esparcieran por la faz de la tierra, llevando consigo odio, desolación y muerte; haciendo que cada hombre, mujer y niño sucumbiera ante las tentaciones, llevándoles a su vez, a cometer los crímenes más viles e injustificables de la historia. Entre tanto, los últimos bastiones de la iglesia católica que aún permanecían, y en vista de tales males esparcidos por el planeta, deciden congregarse y formar un grupo con el fin de rescatar los valores perdidos, dicho bastión es nombrado “La Legión de Defensores de la Fe”. Estos pequeños grupos de clérigos, luchaban en contra de los males que oscurecían los corazones de los ciudadanos, pero aunque sus esfuerzos y batallas eran épicas, los demonios habían ganado tal poder, que la legión estaba cada vez más diezmada. Es por esto, que deciden recurrir al último recurso que les queda para poder combatir a estos demonios, a quienes solo les interesaba hundir a la humanidad en el pecado, apoderándose de las almas corrompidas y sacar de una vez por todas a Dios y a la creación divina de la historia humana.
Y así, con la fe en Dios por delante, y para convertir nuevamente al ser humano en lo que hasta hace poco era, llevan a cabo un antiguo ritual de consagración e invocación a Dios desde las alturas, utilizando un código secreto oculto en las sagradas escrituras, específicamente en el libro del Génesis. Liderados por el padre Nicholas, el grupo de religiosos reunidos en la ciudad del Vaticano y bajo la protección del ya casi destruido templo situado en la plaza San Pedro, entran en una vieja habitación, la cual solo poseía una entrada y cuyas paredes estaban construidas con piedras de granito, la cual estaba circundada por cinco vitrales, cuyos diseños homenajeaban a las batallas de los ángeles del cielo en contra de los demonios del infierno. Al entrar todos ellos y luego de asegurase que la puerta se haya cerrado firmemente, se disponen a vestir largas túnicas de color marrón oscuro, descalzos y llevando un rosario en sus manos, encienden cinco velas blancas, las cuales representan los valores más importantes de la humanidad: la fe, la esperanza, la compasión, la virtud y el amor.
Reunidos los cinco sacerdotes, parados formando un círculo concéntrico alrededor de las cinco velas, se disponen a iniciar con el ritual. Para ello, el padre Nicholas abre el libro de rituales, el cual se encontraba resguardado dentro de un baúl cerrado con un pesado y fuerte candado de metal, cuya llave siempre la traía consigo. Dicho libro, le había sido conferido por su mentor y maestro, el padre Frederick, quien, años atrás le transmitió esta sabiduría, cuando Nicholas apenas empezaba a estudiar en el seminario de educación religiosa. Allí, El padre Frederick lo había escogido debido a la fuerza interior que lo caracterizaba y la fe que poseía, las cuales son características fundamentales de aquellos quienes pertenecen a esta legión y que una vez terminado sus estudios, y bajo la tutela constante del padre Frederick, Nicholas juró proteger y defender el secreto que ese ritual guardaba.
Al empezar el ritual, entrando los otro cuatro clérigos en una especie de transe, todo dentro de la habitación empieza a desplomarse, velas caen de las repisas, sillas y mesas se desploman como si se tratase de un movimiento telúrico; pero el padre Nicholas, sin inmutarse, continúa enunciando las palabras en Latín escritas en el libro, con voz firme y sin titubear, siempre mirando hacia arriba como si estuviera en comunicación directa con un ser divino. Una vez que Nicholas concluye con la enunciación de las palabras sagradas, las cinco velas de pronto se apagan, quedando nuevamente la habitación en calma, pero totalmente a oscuras. Luego de transcurrido unos pocos segundos, una luz blanca y brillante ilumina a través de uno de los vitrales del templo, precisamente el que representa al Arcángel Miguel y su lucha en contra de uno de los demonios oscuros. Esta luz, enceguece al padre Nicholas, quien de inmediato se arrodilla y haciendo la señal de la cruz dice:
--Oh, Señor, perdóneme porque he pecado.
El padre Nicholas, con la voz entrecortada, ruega que el señor alivie las penas de la humanidad diciéndole:
--Señor, no he cumplido con mi propósito, perdóneme, pero he fallado y todo se ha salido de control.
Al pronunciar estas palabras, la luz se hace cada vez más brillante dejándolo casi ciego, para finalmente desaparecer abruptamente y dejando a los otros cuatro sacerdotes consternados por todo lo ocurrido. La legión toma luego la decisión de separarse en varias ciudades alrededor del mundo, en donde los demonios se han esparcido con mayor fuerza y así combatirlos directamente, deciden además, que cada uno reclute un ejército de ciudadanos que estén dispuestos a arriesgar sus vidas a cambio de salvar a la humanidad. Pero antes de salir del templo, el padre Nicholas observa con detenimiento su viejo y desgastado libro de rituales y se percata que en su portada aparece escrito en idioma Latín, la frase “Yo soy”, quien luego de ver esto, hace la señal de la cruz sobre él, guarda su Rosario en el bolsillo derecho de su túnica y emite la siguiente proclama:
--Si el Señor está con nosotros, no hay nadie que pueda derrotarnos.
Y con estas palabras, el padre Nicholas, llena de fuerza y esperanza a los otros cuatro sacerdotes, para enfrentar las batallas que Dios les ponía en su camino y así emprender esta batalla, que tal vez pueda ser la última de su existencia sobre esta tierra.
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