Después de ver esa apasionante y galardonada película dirigida por Guillermo del Toro, me preguntaba que tan probable es que una persona entregue sus sentimientos a un ser absolutamente contrario a ella, en muchos sentidos, y es así como comienzo mi reflexión:

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¡Sí puedes enamorarte de la forma del agua!. Porque estar frente a un ser indefenso que de manera injusta es etiquetado y apabullado, te hace desear socorrerlo y liberarlo de cualquier atadura para que sea libre en sus pensamientos, movimientos y sentimientos.

¡Sí puedes enamorarte de la forma del agua!. Porque lo que a veces nos parece diferente e incomprensible, al adentrarnos en ello, suele resultar un todo maravilloso que complementa cualquiera de nuestras carencias.

¡Sí puedes enamorarte de la forma del agua!. Porque si ese ser te incita a experimentar nuevas experiencias, aflorando tus más nobles sentimientos y soltando tus miedos, indudablemente se creará un vínculo irrompible.

El amor es mágico, te eleva a niveles impensables, rompiendo barreras, estigmas, clases sociales y todo aquello que cree muros entre los seres humanos. El amor no se trata sólo de relaciones de parejas. Involucra el sentimiento que puedas experimentar por cualquier persona de tu entorno, por mascotas, por deidades. Pero lo más importante es sentir el amor hacia nosotros mismos, ese que te impulsa a ser cada día mejor, que te llena de positivismo y te hace feliz a pesar de cualquier adversidad. Si nos amamos y aceptamos tal cual somos, seremos capaces de amar también a nuestros semejantes (a cualquier forma del agua) poniendo fin a tantos conflictos interpersonales y desgastes sociales que actualmente evidenciamos.

¡Gracias por leer mi post!