Hola, querido Steemit

Se habla de una persona «acomplejada» o que sufre «complejos psíquicos» cuando presenta una marcada disconformidad con alguno o varios aspectos físicos o psíquicos de su persona, los que experimenta o percibe subjetivamente con sentimientos de minusvalía.
Rev.

En éstos ultimos días, he estado reflexionado sobre los complejos y lo que pueden llegar a modificarnos; emocional y físicamente. Esos pequeños demonios que se alimentan de voces, propias o ajenas, y acaban por limitarnos y condicionar nuestro comportamiento.
Con el pasar de los años, me he dado cuenta de que existen patrones recurrentes en las personas; situaciones de vida que se repiten en nosotros. Y, hoy, sentí gran necesidad de compartir mis pensamientos, respecto a este tema, contigo.

Los complejos han sido terribles compañeros a lo largo de mi corta de vida. Cuando superaba alguno, surgía otro. Una constante batalla interna. El que lo ha vivido sabe de qué hablo.

Tengo anécdotas: algún tiempo atrás, sin más ni menos, mis pies dejaron de gustarme; la voz del complejo me decía que eran anchos y poco delicados. Esto me confinó a usar calzados cerrados. Visto en perspectiva, pienso: ¿Cómo algo tan superficial, logró incomodarme tanto, al punto de no querer que vean mis pies? Suena tonto, ahorita, pero en el momento en que estás en fase de padecimiento, te sientes bastante mal. Cada persona es un universo y en el mío habían gigantes aterradores que buscaban que estuviera disconforme con mi propio ser, sin que yo lo notara o sin que yo tuviera las fuerzas para luchar.

A los 12 años tuve un accidente de auto con mi madre, ella manejaba. Tuve múltiples fracturas en el rostro; mi nariz colapsó totalmente. Me interviniveron quirurgicamente en tres oportunidades, reconstruyeron mi nariz con una prótesis y partes de cartílagos.

Recuerdo que un niño, en el colegio, me llamó “nariz de payaso” y recuerdo también que me sentí fatal.
Afortunadamente, eso dejó de hacer ruido en mi cabeza y, como otros complejos, simplemente se desvaneció.

Ha, ha, ha! Ahora me rio de mi misma; me río a carcajadas. Más que de mí, diría que conmigo misma. Se trata, creo, de mi crecimiento personal y aceptación; procurar mantener una actitud que me distancie de ciertas vanalidades que acaban por distraerme de lo que, en esencia, es importante: la naturalidad de mi belleza es estar viva y saludable.

Ahora bien, estos complejos son sobre el aspecto físico. Existen otro tipo de complejos que también afectan nuestro comportamiento, nuestro carácter. Complejos cuya fuerza de origen radica en el pasado y que nos ponen en la tarea de buscar en la raíz y trabajar en ellos, sobre todo si tiene un impacto negativo en nuestras vidas o en la de los que nos rodean.

Un factor que influye de manera directa en nuestro esqueleto emocional y que, quizás, nos defina, es nuestra niñez y el entorno en el que crecimos. El entorno en que vivimos influye de manera significativa en el desarrollo de nuestra mente. La simple ausencia de un padre o una madre pudiera desencadenar ciertos comportamiento y conductas que te definirán como persona. Claro, el nivel del impacto que tenga esto sobre ti, dependerá de otros aspectos en la crianza y de cómo asimilamoslos embates de la vida.

MI trabajo personal de vida es cultivar mi inteligencia emocional, aprender a reconocer y manejar las emociones que siento. Dejar de causarme daño. Buscar la felicidad en el sitio en el que realmente se encuentra.

A mis casi 31 años, aún no tengo la dicha de ser madre, pero todo esto me hace reflexionar mucho sobre la crianza. Será todo un reto. Podemos marcar a una persona de por vida y no darnos cuenta.