Poesía en horas de la mañana
que se va desdibujando poco a poco,
abriéndose debajo de mí:
un desolado vacío,
donde la leve fibra de la vida palpita violentamente;
hago dibujar en las corrientes de aire tu dulce amargura,
el arroyo de árboles me arrastra,
ampulosos y azules.
Ir y venir, de aquí para allá, de allá para acá,
en un desenfreno vorágine que a ambos nos conviene,
que nos mata, que nos perturba,
un uppercut que termina el doceavo round:
ha ganado por los pelos,
¿pero, quien ganará, amor, en ésta lucha de los dos?
Un bosque altísimo nos rodea, somos el centro de la niebla.
La taza de leche que proviene de la luna,
el diario del 13 de Junio de 1985,
la luna se parece a la redondez de tus pechos,
turgentes ante la incertidumbre de la caricia,
un sordo nos escucha desde las cercanías,
puedo sentirlo,
por corazón tienes sapos y serpientes y murcielagos,
has olvidado acentuar las palabras,
te has olvidado de poner las comas,
los punto y comas,
los puntos y seguidos,
los puntos finales,
dejas puntos suspensivos a donde vayas...
qué manía tuya la de hacerte querer...