La Simetría Dimensional; su investigación lógicamente deducida.
La Simetría Dimensional;
su investigación lógicamente deducida.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
[03 may 20]
Determinados los ejes de simetría fundamentales, el siguiente paso lógico; no una ocurrencia cualquiera, sino un siguiente paso deducido de la consideración de ese sistema de simetría dimensional, y por lo tanto, teniendo que ser algo de igual o menor grado de generalidad sin ser aún un caso particular aislado, es lo que representó el siguiente problema a resolver.
Al parecer, la atención de Katterfeld se centraba en la contracción y dilatación del eje polar, de lo cual la ciencia geoésica soviética tiene mediciones. Pero nosotros, además de no contar con ello, desde siempre habíamos centrado la atención en la rotación diferencial de los hemisferios norte y sur, lo cual parece reflejarse con toda nitidez en el movimiento tectónico y distribución del continente norteamericano, donde, de manera peculiar, la Sierra Madre Oriental hace incluso una marcada “S” hacia el norte de México. Entonces pensamos en adentrarnos en el estudio del comportamiento del plano (c) de asimetría del sistema dimensional. Pero estaba ahí un factor de movimiento en la rotación diferencial de los hemsiferios, de mayor orden de generalidad, por lo que la atención se dirigió entonces a algo que ya habíamos empezado a tratar desde principios de los años noventa vinculado a ello: la torsión de los ejes magnético y geográfico; y, sin embargo, veíamos que una cosa (la rotación diferencial) no se deducía de la otra (la simetria dimensional general) directamente; en consecuencia, tratamos de establecer las características de una simetría dimensional local, que parecía lógico, pero era aún demasiado particular. Intentamos finalmente algo con las leyes de simetría, sin poder ir más allá de ordenar su secuencia y descubrir que ello describía la evolución de la Tierra en un conjunto de factores determinantes que prácticamente hacen infinito su movimiento y transformación constante...; y ahí estaba el siguiente paso lógico que dábamos sin ser consicentes de ello; habíamos descubierto que ahí estaban esas leyes de simetría dimensional, las estudiamos, las ordenamos, y apareció lo siguiente en esa lógica requerida, y, a partir de ahí, el siguiente paso quedó dado en la observación necesaria de aquello que originaba el movimiento del espacio terrestre, visto en esa secuencia de las leyes de simetría dimensional, lo cual no fue difícil deducir: los movimientos de la Luna de traslación y de precesión del eje de los nodos de su órbita de traslación.
Y no sólo la Luna, a su vez el Sol muestra una marcada influencia en la forma y el comportamiento del estado de espacio formado por campo magnético terrestre, que hace aún el espacio terrestre, y que estudiaremos más adelante. A la Luna no podíamos verla sino en constante movimiento, pero en ese proceso lógico deductivo, a la secuencia evolutiva de la Tierra tenía que serle correspondiente el estado evolutivo de la Luna. Este es el siguiente paso lógico que ya no dimos por nosotros mismos, y que difícilmente hubiéramos podido dar; pero que a nuestro esclarecimiento al respecto vino la obra de G.N. Katterfeld, “La Faz de la Tierra y su Origen”, 1962; uno de cuyos esenciales aportes es precisamente el dar una brillante explicación al origen del vínculo Tierra-Luna. Y a partir de ello, ya nosotros pudimos darle explicación al origen mismo del sistema de simetría dimensional y sus condiciones de objetividad; precisamente, por donde discurrió el siguiente paso en el estudio del espacio geográfico.
A partir de aquí, las teorías de la “asimetría causal de rotación” de Katterfeld y de “simetría dimensional” nuestra, se funden; es decir, hacemos nuestra la teoría de Katterfeld, si bien no mecánicamente, sino en un proceso de síntesis de las tesis que poco a poco iremos planteando. Antes, para ello, será necesario explicar el sistema Tierra-Luna en su mecánica, y al pasar a su origen causal retomaremos ya la audaz idea expuesta por Katterfeld.
Así, en la búsqueda del siguiente paso lógicamente deducido, se hizo evidente la consideración de la Luna, a la que, no obstante, siempre, empíricamente, habíamos tenido en consideración en la determinación del espacio terrestre; pero de la que ahora iba a empezar su consideración teórica formal.
La Luna nos presenta siempre la misma cara de su superficie, lo cual implica que ésta da un giro de rotación sobre su propio eje en el sentido de oeste a este de sí misma, simultáneamente a su movimiento de traslación alrededor de la Tierra, mismo que va fluctuando respecto del plano de la eclíptica con la traslación de la Tierra con una inclinación respecto al plano de la eclíptica entre 5º y 29º, traslación que efectúa en la misma dirección e igualmente de oeste a este; por demás, que se corresponden con los movimientos mismos de rotación y traslación de la Tierra. Esto quiere decir que el movimiento de traslación de la Luna, se realiza en un periodo, en promedio, de 28 días (29.5 días en revolución sinódica o del ciclo completo de una Luna Nueva; y 27.3 días de revolción siderea o de 360º respecto a una estrella); pero en el curso de un día, la Luna parece irse retrasando (se retrograda) quedando cada vez más hacia el horizonte por el cual emerge, u Oriente, completando así una lunación o ciclo completo de una Luna Nueva. Asimismo, otro dato importante para comprender la observación de los movimientos y posición de la Luna, lo cual será esencial para entender después ese vínculo Tierra-Luna, es poder determinar la ubicación de sus puntos cardinales. De modo que debe entenderse que el Norte lunar apunta en todo momento en la dirección del mismo Norte terrestre, y casi como dato curioso (pocos saben esto), el punto cardinal Este de la Luna es el que está en el centro del hemisferio iluminado, como, por oposición, el Oeste queda en el centro del hemisferio oscuro; por lo que la Luna, como se verá, tiene su propia simetría dimensional, claramente conectada a la de la Tierra.
El otro movimiento de la Luna, el de la rotación del eje de los nodos de su órbita de traslación, conocido también como “periodo de saros” (que etimológicamente quiere decir “de repetición”), tiene una duración de 18 años. La combinación de la traslación de la Luna en casi cada mes, con el periodo de saros (que comprende 233 lunaciones), es, de hecho, el motor de la dinámica intrerna de la Tierra, que prácticamente hace el estado plástico de ésta por el cual se da el comportamiento de sus leyes de simetría, y razón por la cual era necesaria la comprensión de estos datos acerca de la Luna.
Puede entenderse, entonces, que los efectos gravitacionales en el sistema Tierra-Luna son de esencial importancia para entender la teoría de la simetría-asimetría dimensional del espacio terrestre; pero he aquí que, si retomamos la idea einsteniana de la gravitación como la deformación del espacio por la masa, entonces podemos decir que los efectos de la deformación del espacio entre las masas Tierra-Luna, determinan la simetría-asimetría dimensional tanto del espacio terrestre, como del espacio lunar; simetría dimensional que generalizada, es lo que se denomina como “espacio geográfico”.