La Simetría Dimensional. El descubrimiento de Katterfeld, 1962.
La Simetría Dimensional.
El descubrimiento de Katterfeld, 1962.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
[05 may 20]
El primer aporte esencial de Katterfeld es su fundamental idea del origen de la Luna y con ello el proceso de formación del sistema gravitacional Tierra-Luna.
Katterfeld parte del origen de la Tierra hace unos 4,500 millones de años, que, siguiendo a O.Y Smith, se inicia como una masa rocosa de acreción que pronto va a entrar en incandescencia como consecuencia de la transferencia de la energía cinética de millones de impactos meteóricos de ese entonces, en energía térmica, lo que hizo de la masa terrestre en rotación, una masa incandescente enormemente plástica con una estructura de comportamiento amorfo.
Pero en la órbita terrestre, la Tierra en el inicio de su formación hace 4,500 millones de años, no fue la única masa atrayendo los materiales cósmicos a su paso al aumento constante de su campo gravitacional como consecuencia del aumento de su masa por acreción meteórica, sino que, un poco más tardíamente, cerca de mil millones de años después o hace unos 3,500 millones de años, comenzó a formarse otra masa que rivalizó en el dominio de la órbita planetaria; esa segunda masa fue la Luna, que comenzó a interactuar con la masa terrestre formando, a decir de Katterfeld, una “duplicidad planetaria”.
Como consecuencia de sus masas en proceso de formación, la distancia entre sí era mucho menor a la actual, en el llamado “Límite de Roche” (2.4 radios de la Tierra), en poco más de tres radios terrestres, a partir de donde, conforme el crecimiento de sus masas, fue aumentando su alejamiento de acuerdo con la ley de la gravitación de Newton. Pero en este proceso hubo algo más de fundamental importancia, y es aquí donde radica lo esencial de la brillante idea de Katterfeld: la Luna, en ese estado plástico originario, además, atrapada en el campo de gravedad de la Tierra, se ubicó en una posición estacionaria respecto de ésta en su órbita de traslación, sincrónico con su movimiento de rotación; y en ese entrelazamiento gravitatorio de ambas masas en estado plástico, se dió una lucha en la cual, por marea gravitatoria, la masa más ligera de ambos cuerpos tendió a aproximarse, en lo que la masa más pesada de los mismos tendió a alejarse entre sí, a la vez que en el curso de los miles de millones de años ambos cuerpos se fueron enfriando.
Ese proceso es el que dio lugar a la formación, en la Tierra, de la cuenca del Océano Pacífico, teniendo en el extremo diametralmente opuesto la masa continental de África; y en la Luna, la formación de las “tierras bajas” de los “mares” de las “Tormentas” (Procellarum), de las “Lluvias”, de la “Serenidad”, de la “Tranquilidad”, de los “Humores”, de los “Vapores”, de las “Nubes”, del “Nectar” y de la “Fecundidad”; es decir, de esa parte sombreada de la cara del punto cardinal Este o visible de la Luna; en tanto que, en la parte opuesta, no conocida sino a partir de principios los años sesenta del siglo XX en que se iniciaron los envíos de satélites artificiales a ella, se vio entonces la existencia de las “tierras altas” de los “Montes Soviéticos”, pero más aún, hecho descubierto apenas en junio de 2019 en la Cuenca de Aitken (fotografiada desde 1962, cuyo centro tiene las coordenadas geográficas de 40º𝜑S-93º𝛌W), es la existencia en el subsuelo de una enorme masa metálica en la cara oculta de la Luna[*]; lo cual corroboraría brillantemente la teoría de Katterfeld, de no ser por que dicha masa está muy desplazada hacia el sur (si bien en el punto diametralmente opuesto al centro del Mar de las Lluvias, que podría dar la sosprcha de que no sólo el ángulo de inclinación de la Luna varió, sino que a su vez se produjo un desfase en la presentación de su cara inicial); dando lugar a la hipótesis de que tal masa fue por un poderoso impacto meteórico (lo que, por demás, no se contrapondría con la idea de Katterfeld, sino que encontraría en ello la posible causa de esas hipotéticas variaciones de inclinación y desfase).
La geografía del hemisferio visible de la Luna y su orientación en función de la posición de sus puntos cardinales, mostrando las “tierras bajas” de los “mares lunares” [Tomada de “Mapa de la Luna”, 1958, de Rand McNally]; y la geografía del hemisferio oculto de la Luna ubicando en éste con círculos de línea continua la localización de la recientemente descubierta “masa metálica” de la Cuenca de Aitken, y con linea discontinua la ubicación dada por confusión Fuente
La Luna se posicionó de manera estacionaria directamente en el centro del Océano Pacífico, por varios miles de millones de años, hasta que comenzó a desplazarse en su órbita empezando a generar las corrientes del manto y el dínamo electromagnético que se forma en el centro de la Tierra.
La posición estática de la Luna por mucho tiempo sobre la parte central del Océano Pacífico, al generar por un lado la depresión oceánica y por otro una convexidad continental, determinó con ello, objetivamente, y en los valores de Katterfeld, un segundo eje de la simetría dimensional (el eje “y”), el eje longitudinal de simetría, entre los puntos sobre el ecuador de 15º𝛌E (África), y los 165º𝛌W (centro del Océano Pacífico). Luego, evidentemente, de manera perpendicular se ubicará el tercer eje de simetría dimensional (el eje “x”), en este caso, el particular eje de asimetría, entre los puntos sobre el ecuador de 75º𝛌W, y 105º𝛌E (es decir, nuestra triaxialdad queda 5º desplazado de él).
Particularmente, como veremos, Katterfeld encuentra en las intersecciones de la estructura de la Tierra como una esfera, con su estructura esferoidal, elipsoidal y cardioide (que nosotros denominamos también como perioide), ciertas simetrías morfotectónicas que, evidentemente, coinciden con el proceso evolutivo, o, simplemente, de los movimientos de la Tierra reflejados en las leyes de simetría dimensional.
[*]Es de llamar la atención, sorprendentemente, no como un error de periodistas que no están del todo obligados a saberlo, sino como un error entre los mismos investigadores y en las fuentes al respecto, de la enorme confusión sobre los puntos cardinales de la Luna, por lo cual se ha dicho que tal “masa metálica” se encuentra en el “Polo Sur, en la cara oculta”. El “Atlas de Nuestro Tiempo” del Reader’s Digest, de Debenham y Maure, señala en su lámina de la geografía de la Luna, exclusivamente el punto cardinal norte de la misma; asimismo, en el “Mapa de la Luna”, 1958, de Rand McNally, que acompañaba a nuestro telescopio, se señalan los puntos cardinales, pero tanto el Este como el Oeste se ubican en la línea del terminador o circunferencia de la Luna; en el Globo Lunar de que disponemos, de Replogle Globes Inc, Chicago, 1966, de Robert L. Johonson, en un limbo azimutal de 360º se elude el problema de manera directa, ubicando los 0º en el centro de la cara iluminada, y por lo tanto, los 180º en el centro de la cara del lado oscuro, pero lo que indirectamente significa que los 0º corresponden al Este, en tanto los 180º al Oeste; y finalmente, para no abundar innecesariamente en esto, en el libro de astronomía ”Panorama del Universo”, Aymá Editores; Barcelona, 1955, de Federico Armenter, se muestra una lámina de la fotografía de la Luna con el Norte en la parte superior, y textualmente se dice: “El polo Sur está en la parte inferior de la lámina (...) La parte iluminada corresponde al Este, y la parte obscura, al Oeste” (p.122).